El único - [XiuHan]

Parte V

-¡Felices 18 años, Minseok!

Sonreí y levanté mi copa para luego beber con calma. Todos sonreían y me felicitaban. Sonreír, eso debía hacer.

¿Por qué siento que me falta algo?

-Hey, Minseok -Me giré a ver a mi primo sosteniendo una funda de color negro que me resultaba familiar-, ¿No tocas? Te mostraré cómo se hace...

-¡NO!

El salón quedó en silencio. No se oía nada aparte de la respiración pesada que tenía en ese momento.

¿Quién ha gritado?... ¿Por qué todos me miran?

¿He sido yo?

¿Por qué he gritado?

Tomé aire antes de forzar una sonrisa tensa.

-No... yo... yo quiero intentarlo. -Tomé la guitarra de sus brazos y la sostuve en mi pecho como si fuera de cristal y temiera romperla. Al pegarla a mí, sentí una corriente atravesarme de arriba abajo para luego instalarse en mi pecho, dejándome momentáneamente sin aire.

-Minseok, ¿estás bien? -Mi madre se acercó preocupada y me tomó del brazo. Solo pude sacudírmela suavemente.

-Sí, solo me emocioné, ya sabes. A veces no me gusta que toquen mis cosas. -Lo que acababa de decir no tenía ni pies ni cabeza, aunque en parte era cierto, lo cual lo hacía aún más estúpido. Dios, qué estoy diciendo.

-Cierto, lo había olvidado. Lo siento, Minseok. -Mi primo pareció no notar nada y me sonrió.

-No te preocupes, ha sido cosa mía. -Con aquellas palabras, todos parecieron calmarse y lentamente volvieron a lo suyo. Mi primo no volvió a tocar la guitarra y la dejó en su estuche. Suspiré cansado; no podía esperar para que todos se fueran y pudiera ir a dormir.

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Pareció una eternidad, pero finalmente todos se retiraron y estuve totalmente solo a eso de las 10 pm. Dado que había sido MI fiesta, me tocó limpiar a mí, por lo que mi estadía se prolongó hasta las 11:30.

Cuando estaba levantando la funda de la guitarra del sofá, algo repiqueteó por dentro. La sacudí nuevamente y ahí estaba aquel sonido. ¿Qué podría ser? ¿Se habría roto alguna clavija? Pero si apenas la había tocado...

Abrí el cierre entre asustado y ansioso, como esperando que algo saltara del estuche y me mordiera. Levanté la guitarra, y al hacerlo, un pequeño objeto cayó al suelo.

Me agaché para recogerlo y me encontré con una grabadora de bolsillo.

¿Tenía yo una grabadora así? Quizá se le había caído a mi primo...

¿Habría algo grabado?

La curiosidad me mataba. Era curioso por naturaleza, no podía evitarlo... Y de todas formas, ¡no era como si primo fuera a grabar algo muy privado aquí! No podía ser más privado que una conversación del presidente... ¿cierto?

Sabiendo que quizá luego me arrepentiría, le di al botón de Play.

Nada.

Lo presioné de nuevo y nada. Una vez más; nada.

Frustrado por aquello, presioné con fuerza todos los botones para luego tirarlo al sofá. Estaba por irme de ahí cuando me pareció oír un murmullo.

Fantasmas... ¡No, qué idiotez!

No quería girarme por miedo a encontrar algo que quizá no quisiera ver, pero algo me empujaba a hacerlo. La bendita curiosidad.