Parte 4

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 - ¿Estás despierto? –

Bocarriba, desnudos sobre la cama, Ignazio apoyaba la cabeza en el antebrazo de Piero.

- Claro, no te callas, así no me voy a dormir nunca – respondió Ignazio con voz soñolienta. - ¿Qué te pasa?

- Se me está quedando el brazo dormido. Te pesa mucho la cabeza.

- Amor mío, qué cosas tan bonitas me dices. – Piero soltó una carcajada al oír la respuesta de Ignazio, que se giró y le echó la pierna por encima.

- ¡Más peso no! ¡Por favor! - gritó Piero entre risas - Cuando se me empiecen a gangrenar los miembros vamos a tener un problema grave, pero no era eso lo que te quería decir. – con la mano libre pellizcó la cintura de Ignazio, que en vez de apartarse se pegó aún más a él. Lo suficiente como para poder rodearlo con su brazo izquierdo.

- ¿Cómo puede ser que huelas siempre tan bien? – susurró Ignazio entreabriendo los ojos. Piero le acarició el flequillo despeinado.

- Igna...

- ¿Qué? Tengo sueño...

- ¿Qué hacemos?

- Tú, no sé. Yo dormir.

- Ahora, no, mañana. Y pasado mañana. Y el otro...

- Hacemos lo mismo que hoy pero sin dramas. Además, las salchichas estaban malísimas, eran de plástico, me las podía haber ahorrado. – Ignazio se incorporó y se apoyó sobre su codo derecho – Intenta no darle tantas vueltas, ¿vale?

- Igna... Esta vez quiero hacer las cosas bien. No soportaría volver a pasar otra vez por lo mismo. Esta vez, quiero que funcione, de verdad. Te quiero. Quiero estar contigo... Pase lo que pase. Esta vez, sí.

Ignazio se inclinó y lo besó en los labios con ternura. Piero recorrió su silueta con las puntas de los dedos: el cuello, el hombro, la axila, la leve curva de la cintura. Volvió a subir hasta el brazo y se detuvo donde sabía que estaba el tatuaje. Born to Rock. Ambos intensificaron el ritmo de los besos. Ignazio introdujo la pierna izquierda entre las suyas. Piero siguió acariciándole el brazo. Al llegar a la mano la asió con fuerza. Hacía calor. Apartó a Ignazio con violencia y se sentó a horcajadas sobre él. Le levantó el brazo derecho y le besó el tatuaje del interior de la muñeca. La piel era suave y caliente.

- Grazie... - susurró Piero

- We will be always together... – replicó Ignazio.

- Sí, siempre.

- Piero... - Ignazio quiso responder pero la voz se le quebró a media palabra.

- ¿Quieres que te deje dormir?- En la semipenumbra de la habitación, Ignazio pudo ver la sonrisa de su amante. Negó con la cabeza.

- Tenemos que recuperar el tiempo perdido. Y sería una pena desaprovechar tu... He perdido la cuenta. ¿Cuarta erección de la noche? Ya me explicarás el truco algún día– dijo sacando las piernas de debajo del cuerpo de Piero. Las levantó y apoyó los talones en los hombros de su compañero. Piero le sujetó los tobillos y se abalanzó sobre él. 

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