CAPITULO 9 (20 de agosto de 1974)

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Dan.

Creo que las cosas a partir de hoy podrían mejorar, realmente eso espero, ya que Hamlet es de nuevo mi amigo, y he decidido (ambos decidimos) que es eso cuanto necesitamos el uno del otro.

Desde la ultima vez que escribí, muchas cosas han pasado. Mi padre ha perdido su trabajo, me ha pegado más de lo normal y Hamlet me ha amenazado cuando insinúe que ambos queríamos algo más que amistad entre nosotros. Principalmente, la razón de que ahora nuestra amistad haya mágicamente revivido, fue gracias a mi abuela materna, muerta hace años, y en parte a mi padre; mi abuela fue la única familia que he tenido de verdad, enseñándome todo lo que se en cuanto lograr transformar horribles telas en bellos trajes, y siendo la única que se comportaba amable y como si realmente yo le importara. Antes de morir me dejó un collar de oro que, sin quererlo, he regalado a Lucie. Es que lo vio, y al ser un claro collar de mujer, creyó que era para ella, y estaba tan emocionada que no supe que hacer. Pero mi padre se quedó sin trabajo y me lo pidió para venderlo. Cuando se entero que lo había regalado... menudos golpes los que recibí ese día. Me pidió que los recuperara, o que me olvidará de poner un pie en la casa.

Pedir ayuda a Hamlet para recuperar el collar, claramente fue una excusa. A pesar de que había sido muy claro en que no me quería cerca de él, no podía evitar recordar la forma en que se había quedado mirándome luego de decir esas palabras, y como luchaba para que la expresión de su rostro no cambiara cuando su cuerpo se arrimó inconscientemente más al mío. Aquel día no pude siquiera pensar con claridad de lo excitada que estaba mi mente, tanto que ni siquiera escribí al respecto. Pero si de algo estaba seguro, es de que no era feliz estando lejos de él.

Ayer, lunes, fui a su casa consciente de que Lucie estaría en la escuela. Hamlet ya no asistía más  a clases, y supuse que por su posición aún no era necesario que trabajara.
Una de las mucamas abrió la puerta, y al reconocerme me aclaró que Lucie no estaba en casa, y yo le dije que en realidad estaba buscando a Hamlet. La joven me miró con sorpresa, sus mejillas sonrojadas cuando mencione el nombre de Hamlet. ¿Que habría hecho él con ella para que se pusiera así? Trate de que no me molestara, pero lo hacia.
Me hizo entrar y fue en busca de Hamlet, pero volvió sin él y con la vista baja.
—Dice que no piensa verlo, señor.
—Pues yo pienso verlo a él hoy, señorita—conteste tratando de ser suave. —¿Me permitiría subir y tratar de convencerlo?
—No se si debería...
Me acerque hacia ella y tome su mano con suavidad. La joven me miró a los ojos y se sonrojo.
—Por favor, señorita.
Si Hamlet podía hacerlo, entonces yo también. La joven asintió y me dejó pasar. A medida que me acercaba al cuarto, sentía a mi corazón latir con más fuerza. ¿Qué si realmente no quería verme, si la esperanza que me quedaba no surgía más que de ilusiones mías? Mientras pensaba, toque su puerta y espere una respuesta.
—No me hagan repetirlo, por favor, no voy a bajar.
—Hamlet.
Silencio. Estuve a punto de volver a hablar cuando la puerta se abrió de pronto y unos ojos azules me atravesaron con furia.
—Te dije que no te acercarás.—su voz me indicaba que lo decía en serio.
—No lo habría hecho de no necesitar en serio tu ayuda.
Fruncio el ceño, aún sin cerrar la puerta en mi cara; eso debía ser una buena señal.
—¿mi ayuda? ¿Para que necesitarías mi ayuda?
—Para un robo.
Abrió la puerta un poco más e hizo una señal para que entrara, pero no sin dejar de mirarme como si fuera un horrible insecto. Una vez adentro, Hamlet cerro la puerta con fuerza y se volvió hacia mi.
—¿Sabes que sólo yo puedo robar en mi casa, verdad chico? Así que explicame de que estas hablando antes de que te denuncie a la policía.
—Nunca robaría algo que no me pertenece—era una frase extraña, lo que hizo que Hamlet alzara una ceja. Yo procedí a explicar lo más resumidamente posible —Es un collar de oro que perteneció a mi abuela. Lucie... creyó que era un regalo para ella, y no pude decirle que no en ese momento pero lo cierto es que lo necesitó y no se como recuperarlo ya que su cuarto esta cerrado y yo...
—¡Tranquilo, estas hablando muy rápido!
—Lo siento —dije tras un suspiro.
—No tienes que disculparte, idiota—respondio irritado— ¿Por que no se lo pides?
—Por que entonces... tendría que explicarle para que lo necesito.
—¿Y para que lo necesitas...? —por la forma en que su expresión cambio en medio de la pregunta supe que él ya sabía la razón sin que tuviera que explicárselo.
—Por eso necesito tu ayuda, Hamlet. Eres... el único que lo entiende.
Hubo un prolongado silencio en que yo evite mirarlo a los ojos; no quería que mal entendiera mis intensiones, ya que en ese momento lo único que quería era recuperar su amistad. Escuche un suspiro, y supuse que era Hamlet resignándose.
—Bueno, es lo más valioso que he robado hasta ahora. ¿Un collar de oro perdido? ¡Como me reiré de lo loca que se pondrá Lucie cuando no lo encuentre!

Tiempos ProhibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora