Parálisis del Sueño.

cinco

Tome valor para no gritar cuando caí en cuenta de que lo que me rodeaba ya no era la biblioteca, sino la estancia de mi casa, lo primero que vi fue la gigantesca chimenea que estaba encendida , de repente ya era de noche, y lo único que iluminaba la casa era la luz que aquí producía la chimenea, y los fugases relámpagos que hacían presentes durante la tormenta, que todavía acontecía, tome valor y me dirigí hacia ella, junto a esta, estaban un par de sillones que hacían juego con el de mi habitación, uno frente a otro como siempre solían estar.

Con paso firme llegue a mi sillón preferido, el del lado derecho, me senté como temeroso de no poder levantarme ya jamás,  justo frente a mí, en el otro sillón, se encontraba una hermosa mujer de figura esbelta, con la mano izquierda sobre sus piernas y la otra apoyada en el descansa brazos del sillón, con la mirada fija en el fuego abrazador de la chimenea, su cabello era largo, casi le llegaba a la cintura, de color castaño oscuro, lo adornaba un delgado listón rojo que se unía en un moño a la altura de la oreja, traía puesto un ajustado camisón de seda, que hacia resaltar su cautivadora figura, tenía unos enormes ojos azules que se degradaban a gris al tocar los bordes, no podía dejar de mirarla, me di cuenta de que ella se incomodó por mi comportamiento,  aparte mi vista y la fije al fuego, ¿quien era?, ¿de dónde venía?, y lo más importante que hacía en mi estancia sentada en pijama, por mi mente rondaban mil y un cuestiones acerca de esa intrigante mujer, de pronto ella poso su mirada en mí, no sabía qué hacer, tenías una mirada penetrante, como la de un león ante su presa que ni siquiera parpadea por miedo a perderle, seguí con la mirada fija al fuego, se aproximó a mí, parecía tratar de alcanzar mi mano izquierda,que descansaba en mi pecho, pero a un centímetro de tocarme se detuvo, recobro se posición inicial y fijo de nuevo la vista al fuego.

- Terrible tormenta- escapo como un susurro de entre sus labios.

No supe que contestar, mequede helado, su voz era meliflua, un extraordinario sonido angelical, asentí con la cabeza por miedo a que tomarami silencio de mala manera, ella solo sonrió, al cabo de unas horas elfuego poco a poco comenzó a extinguirse,  la estancia comenzó a parecer cadavez más tenebrosa, ella se levantó de su asiento,  tomo camino a lasescaleras, y como si un imán me atrajera hacia ella la seguí, mientras veía sus hermosospies subir la escalera, llegamos al fin a la habitación, hay estaba yo, tiradoen la cama, justo como recordaba que había quedado, y la misma fuerza que meatraía hacia ella ahora me obligaba a mantenerme de pie en el umbral de la puertajunto al ropero, ella camino lentamente, como si temiera despertarme hastallegar a la mesilla que estaba al lado derecho de mi cama, metió la mano alcajón,  saco el arma con la mano derecha mientras la sostenía como dispuesta aabrir fuego, paso su mano izquierda por mi rostro y pude sentirla, estaba fría,tanto, como si su cuerpo jamás hubiera estado con vida, ella acariciaba mirostro y la sentía, sentía cada pequeño rose entre su mano y mi cara, quisemoverme y no podía, quería gritar pero mi cuerpo no respondía, era como un indefensoniño pequeño, dejo de pasar su helado mano por mi rostro y sostuvo el arma conlas dos manos, mientras, se posicionaba de pie justo frente a mí, intente contodas mis fuerzas moverme, gritar, reaccionar, pero mi cuerpo no respondió,ella puso su dedo en el gatillo, mientras me encontraba parado hay sin poderhacer nada por mi cuerpo que yacía tirado en la cama, tiro del gatillo mientrasyo en un intento desesperado de no ver mi inminente muerte, logre cerrar los ojos.