Capítulo 4: suaves besos.

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Mis ojos no podían apartar la vista de los suyos, tenía la misma pinta e iva vestido igual que el día que me apresó en la calle, solo que ahora solo lleva una camiseta de tirantes que enmarcan a la perfección cada uno de sus músculos, con unos pantalones anchos de militar y botas desabrochadas. Debía reconocerlo, estaba muy sexy con el uniforme puesto.

-Perdón, no me había fijado- siguo mirándole, me he quedado sin palabras. En ese momento me recorre una ola de furia por dentro.

- ¿perdón? ¿Perdón? ¿En serio? ¿Eso es lo único que se te ocurre decir, después de lo que se te ocurrió hacerme en el baño de la base? -Le espeté casi gritando, levantándome de un salto e ignorando la protesta de mi culo-. Tienes suerte de que no te haya denunciado por abuso, ni siquiera me conoces para tratarme así, entre tu y yo no hay ni habrá nunca ese tipo de confianza. Y encima tienes los huevos de presentarte en mi puto edificio a darme el coñazo, me empujas me caigo y no eres ni capaz de ofrecerme ayuda para levantarme.

- te he pedido disculpes y tampoco me hables en ese tono -me dice con voz sería y algo amenazante - y no estoy aquí para darte el coñazo, señorita remilgada.

- Entonces que haces aquí - digo cruzandome de brazos.

-Para tu información listilla mi tía vive en este edificio y vengo de vez en cuando a verla- me dice con voz melosa acercándose a mi- sabes... Estoy pensando en comprar los dos áticos y unirlos, así siempre tendría buenas vistas nada más asomarme al balcón.- dice casi pegado a mi oído.

- ¿que haces? Quiero que pares ya, ¿vale? Deja de reírte de mi, de verdad, no me está gustando nada lo que estás haciendo -digo dando un paso atrás con voz ahogada.

En ese momento veo un destello de preocupación en su cara.

-Me tengo que ir -digo rodeandole para salir e ir hacia el garaje. En ese momento me coge del brazo.

-No quiero que te sientas así.-me dice con voz suave, casi música para mis oídos, no hago otra cosa nada más que tragar saliva.

-¿Según tú como me siento?-Le digo girandome hacia él.

Me mira de arriba a abajo y a la inversa y sus ojos se quedan posados en los míos durante unos segundos que parecían eternos.

-Vulnerable.- susurra. No puedo hacer otra cosa más que reprimir las lágrimas, no tengo ni idea de porque se me llenan los ojos de lágrimas, es rabia, impotencia.

-Adios Alessandro-digo cerrando la puerta del portal.

Me tomo unos minutos y respiro hondo intentando calmarme y evitar derramar las lágrimas que me hacen un nudo en la garganta, dios mio que rabia contenida, no quiero que juege conmigo, alguien como el lo único que quiere es jugar con alguna ilusa como yo. Prefiero dejar de pensar en el tema. cuando ya estoy más calmada voy en busca de mi madre y mi yaya para ayudarlas con la compra.

***
-¿ Y como te van los estudios Clara?-pregunta mi hermano.

-Pues bien, hay que estudiar bastante pero ya no tanto, con lo de las practicas me quitan meses- respondo a mi hermano sonriendo, ha venido desde Alicante para visitarme- Y bueno dime¿Como te va el trabajo?

-bueno, la verdad es que no puedo pedir mucho pero sí todo va bien, pero ya sabes que ser guardia de seguridad es muy agotador- yo le sonrió de una manera afectiva

Mi hermano era guardia de seguridad desde hace unos 5 años, poco después se marchó a Alicante donde daban buenos sueldos.

- Mama quería pedirte una cosa.- le digo a mi madre.

Mirame Apunta Y DisparaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora