Capítulo 3

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Todos los días despertamos cuando el sol comienza a pegarnos en la cara, a eso de las 9:00 de la mañana, o antes, depende la época del año. Es sol, en invierno, sale a partir de las 7:00, 7:30, pero llega a donde estamos un poco después.

Hoy, en cambio, desperté y recién estaba amaneciendo. Creo que es la ansiedad del probable trabajo lo que me despertó.

Me levanto del suelo, observo a mi hermana y a los chicos dormir, me repito en la cabeza una y otra vez no se merecen esto. Camino un poco, agarro la botella de agua que la mujer de ayer nos dió (a cada uno) y tomo un poco. Ayer, estaba congelada, ahora, está comenzando a perder el frío.

En este callejón, a unos pocos centímetros, hay una canilla de agua, la abro, me lavo la cara y sonrio ¿por qué? Tengo buenas expectativas de este día, por primera vez en mi vida.

Miro hacía el cielo y rezo, cada día, al despertar y al dormir, dedico una oración para agradecer, como también, para pedir ayuda.

Hay una frase, en la que cuando se cree no hay que cuestionar y pensar el motivo de las cosas, sí se piensa y se critica todo, lo único que conseguis es sufrir. Por eso, creo en la religión, en un Dios, en un hombre que dió la vida por nosotros; no cuestiono, cuando rezo, porque nos sucede esto, sino, sufriría mucho más.

Termino de rezar, y de pensar, cuando Alex se mueve, se queja y se sienta

-Hola- susurro

Mueve su mano, en forma de saludo y bosteza

-Vuelve a dormir, Alex-

Niega con la cabeza y se levanta, se acerca a donde estoy y me abraza. Yo le devuelvo el abrazo.

-¿Qué ocurre?-

Alexandria no es de las chicas que demuestra sus sentimientos hacia los demás, ni siquiera, a su hermano. Algo le ocurre.

-Soñé feo- me dice

-Sólo fue una pesadilla ¿sí?- le digo mientras acaricio su cabello

-Soñé que...- ahoga un llanto -nos dejabas, nos dejabas porque morías-

-Alex..-

La abrazo más fuerte y beso su cabello. Ella es mucho más bajita que yo, por lo que, sin mucho esfuerzo, logro llegar a la parte de arriba de su cabeza

-¿Nunca nos dejarás, cierto?-

Sigue aferrada a mi cuerpo, pero su mirada está sobre mí.

-Nunca- prometo

Beso su frente y dejo que vuelva a abrazarme.

-Gracias-

-¿Por qué?- pregunto

-Por cuidarnos-

Sonrío. Algo bien estoy haciendo en esta vida.

-De nada, Alex-

Se aleja y se dirige a su botella de agua.

(...)

Me dijeron que vuelva mañana, no confían en mí, está más que claro y, otra cosa, no tengo 18 años como piden, no pude mentirles, no soy así.

Ansel: ¿Y?-

Nos tomamos un descanso para comer unas galletas que compré al volver del lugar, nos sentamos en nuestra casa y hablamos.

Theo: Todavía nada- miran hacia el suelo, el cual no está muy lejos de nosotros, está bajo nuestro

-Ten confianza, Theo. Vas a poder- me dice Alex

Ella está sentada a mi lado, agarra mi mano y la apreta

-Confío en tí- continúa

-Gracias... Tendré esperanzas. Mañana tengo que ir nuevamente-

-¿Cuando trabajarías?- pregunta mi hermana

Su mirada está fija en la mano que Alex tiene sobre la mía, al notarla, la saca rápidamente

-Todos los días, mayormente, los sábados y domingos. Me darían una bicicleta y los lugares a los que debo ir-

-¿Todos los días?- pregunta mi amigo

-Sí. Desde las 7:00- contesto

-Pero, Theo ¿Eso es saludable?- curiosea Alex

Como dije, ella es mucho más inteligente que todos nosotros, a pesar de ser la pequeña del grupito.

-No lo sé. Igualmente, el trabajo es hasta las 13:00 del mediodía. 6 horas de trabajo. Es saludable- afirmo

-Si tu dices- concluye Ansel

Hoy es jueves, por lo que si me aceptan mañana, mi primer día sería el sábado, uno de los más complicados, según me dijo el señor

-¿Era una oficina, un kiosco, a dónde fuiste?- me pregunta Karen

-Era una casa-

-¿Grande? ¿Linda?- continúa

-Normal-

-Ah... Me gustaría vivir en una casa ¿Ustedes no?- vuelve a cuestionar

-Todos queremos vivir bajo techo- dice Ansel -Pero no es posible-

-Ey, no sean así- se queja Alex -Podremos ser felices en algún momento-

-Si, claro- le contesta su hermano de mala forma

Alex mira a otro lado y noto que quiere llorar, como hoy por la mañana

-No le hables así, An- le digo

-Lo siento, Alex- revolea los ojos

-Hablo en serio-

-Perdón-

Alex lo mira y sonríe, pero con tristeza.

-Bien- termino de decir -¿Qué les parece ir a buscar dinero para cenar en el refugio?-

-Vamos- dice Karen -¿Vienen?-

Los hermanos asienten con la cabeza y cada uno va a buscar lo que necesita para el trabajo, trabajo entre muchas comillas, claro.

Lleno de agua el balde, pongo un poco de jabón y detergente para limpiar vidrios y salgo en busca de autos.

El día está de nuestro lado, ni bien llego a las calles, el semáforo cambia a rojo y encuentro el primer auto. Me acerco y el señor de adentro, asiente con la cabeza, con una cara de dormido terrible. Limpio, correctamente el vidrio delantero y trasero; el señor, me llama con su brazo y me acerco

-Toma-

Me da unas monedas y bosteza

-Ve con cuidado- le digo

-Sí, lo sé- me contesta

No lo conozco pero, que vaya manejando dormido no es bueno.

Asiento con la cabeza y voy al auto de atrás. Dentro de este, hay muchos adolescentes, de mi edad o 1 año más quizás. El conductor me señala, la chica que está a su lado comienza a reír, junto al otro chico.

Niego con la cabeza, no los miro, pero ahora me llama la atención. La adolescente que se encuentra sentada atrás.

Me mira, la miro lo más detenidamente que puedo, necesito guardar su rostro en mis recuerdos.

Ella me mira con tristeza, como el chico que ayer me dió mucho dinero; son parecidos.

Cuando nota que la miro, enfoca su mirada a otro lado y el auto avanza, o yo avanzo hacia delante en busca de más dinero; o ambas cosas suceden.

Sólo se algo, esa chica, de pelo rubio, pequeña y, me atrevo a decir, fácil de herir, nunca saldrá de mi cabeza.

Homeless {Fanfic Sheo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora