Capítulo 5
Con la ayuda de los más experimentados, Bardo, dio rápidas lecciones a los pescadores; los próximos días de sitio no dejo de entrenar a su pueblo para el combate... el trote de un caballo subiendo por la ciudad llamo su atención, comino rumbo al lugar proveniente del sonido esquivando a los soldados que anteriormente estaba evaluando.
—¡¿Quién está a cargo aquí?! —escucho gruñir exasperado a un anciano con vestiduras grises y sombrero de punta que hablaba seriamente con Alfrid.
—¿A quién le interesa? —respondió saliendo detrás de un pilar.
El extraño extranjero le reto con la mirada sin dejar de fruncir sus pobladas cejas, Bardo le sostuvo la penetrante mirada sin pasar por alto su pésimo estado; desde las ropas hechas tirones hasta su rostro lleno de rasguños y su respirar agitado sosteniéndose sobre su callado como se de ello dependiera la vida.
La mirada del vagabundo se fue relajando delatando una profunda confusión; sin resultar descortés hizo a un lado con su mano temblorosa a Alfrid y Bardo; en cuestión de segundos los ojos del mago relampaguearon en pura felicidad al ver claramente a una figura que se había acercado curiosa a la escena.
—¿Mithrandir? —Pronuncio una voz a las espaldas del barquero— ¡Mithrandir! —el príncipe rápidamente se principio hacia el mago.
—¡Legolas! —Verdaderamente se encontraba sorprendido de encontrar al príncipe en ese lugar— Legolas Hojaverde.
El elfo le abrazo con entusiasmo al tiempo que reciba miradas inquisitorias por parte de los humanos; Bardo no lograba comprender absolutamente nada, del corto tiempo que llevaba de conocer a hijo del Rey jamás lo vio comportarse de aquella forma tan afectiva.
—Qué alegría verte muchacho —se separó del joven dejando a un lado la alegría volviendo su rostro sombrío— ¡¿Tu padre?! ¿Dónde está? —sonaba realmente preocupado y alarmado.
Sin previo aviso un miedo nació en el corazón del cazador de dragones, fue como una llamara encendida por la voz de relámpago de aquel extraño anciano... el mido aumento al ver de soslayo la mirada preocupada de Legolas, si las palabras de un mago generan semejante reacción en un elfo, seguro era un asusto de suma seriedad.
Bardo no dudo ni un segundo en mostrarle el camino y por lo que veía el príncipe tampoco ofrecía resistencia alguna; solo Alfrid se quedó clavado en el piso con sus pobladas cejas fruncidas en desconcierto, se atrevió a dar un paso con el propósito de enterarse de lo acontecido, pero la mirada penetrante del elfo le hizo congelarse en su lugar sin atreverse a intentar avanzar una segunda vez.
En cuanto los guardias que custodiaban la tienda real vieron la presurosa caminata de Bardo, Legolas y ¡Mithrandir!, no se atrevieron a detenerlos hasta ser anunciados al rey; de inmediato los capitanes que estaban reunidos con Thranduil mostraron una rápida reverencia.
—¡Los enanos! —Dijo Gandalf apenas había recuperado el aliento— ¡Los enanos están en peli...!
—Eso no es de mi incumbencia —interrumpió de inmediato el Rey Elfo completamente irritado sentado majestuosamente en su alta silla de roble. El mago dio una rápida mirada a Bardo y noto cierto desprecio al mencionar a los enanos.
—Deben de dejar a un lado su resentimiento hacia los enanos —hablo potentemente a ambos líderes.
Hoja Verde decidió que lo mejor era salir del lugar, a final de cuentas conocía los propósitos de su padre y sabía que nadie lo haría cambiar de opinión.
—La guerra se aproxima —Thranduil vio a Bardo mostrando su claro estado de irritabilidad al escuchar al mago—, las ciénagas de Dol Guldur fueron vaciadas —a pesar de todo el hombre no pudo evitar sobresaltarse—. ¡Todos están en un peligro mortal!
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El encuentro de las Nubes
FantasiaUna épica batalla se presencia a los pies de Erebor, el último reino de los enanos; "La Batalla de los Cinco Ejércitos". Hombres, enanos y elfos luchan por las riquezas que se guardan en la montaña. Pero ¿realmente todos pelan por oro? ¿Existe otro...