Capítulo XVI: Te deseo.

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-Espera aquí-dice Jaiden.

Ha dicho mientras íbamos al jardín delantero que le pediría la camioneta a Jack para que yo vaya mejor que en la moto.

Los minutos pasan y él no llega, tengo mucho frio aquí afuera. Antes Jack había salido de la casa, no sé dónde se abra metido ahora.

Después de lo que me parece una eternidad veo como Jaiden se acerca. Abre la camioneta desde lo lejos con el mando a remoto; cuando llega me ayuda a levantarme y meterme en el vehículo, da la vuelta por delante y se sienta en el asiento del conductor cerrando la puerta dando un portazo, no me he dado ni cuenta de que llevo mirándole un buen rato, se gira y comienza:

-Alison-suspira y se pasa las manos por la cara-Lo de antes...

-No. Llévame al hospital y luego a casa. Ya está.

-Tú y Kris también estabais muy juntitos-dice el nombre de 'Kris' con asco.

-¡Me estaba ayudando!

-¿Joder porque eres tan...?

-¡¿Tan qué, Jaiden!?¿Encima voy a tener yo la culpa? Todavía no entiendo porque me dijiste que viniera aquí. Mira no tienes ni que llevarme al médico, ya me las apañare sola, entra con ella y tíratela. No soy nadie para decirte lo contrario.

Pega un golpe en el volante con rabia. A continuación respira hondo.

-Vale. Déjame llevarte a un sitio cuando salgamos del hospital.

-¿Qué? No.

-Por favor, Alis, déjame compensarte. No te arrepentirás te lo prometo.

-Calla y arranca.

***

-¿Que te han dicho?

-No tengo nada serio, solo la inflamación. Llévame a casa-Intenta interrumpirme, pero no le dejo- A coger algo mas cómodo- Hace una media sonrisa.

Cuando llegamos a mi casa le doy las llaves como ayer y le digo lo que tiene que coger. Como si hubiera ido corriendo, en un santiamén vuelve a estar en la camioneta.

Arranca y yo apoyo la cabeza en el cristal, miro la hora en el móvil: 4:03. Pasa media hora hasta que llegamos, aparca en un terraplén y sale. Mientras, me voy poniendo unas bambas.

-¿Puedes caminar?

-Creo que sí.

Salgo y apoyo el pie con cuidado; camino un poco coja aunque ya casi no me duele nada. Sigo caminando en su dirección, pronto veo un prado lleno de lavanda, es precioso, el cambio radical que hay entre el terraplén con la arena seca y justo al lado miles y miles de plantas de lavanda haciéndose paso en el paisaje. Su aroma me envuelve dejando mis fosas nasales embriagadas.

Entramos y lo primero que hago es pasar la mano por las flores.

-Tapate los ojos y dame la mano-me los tapo pero miro por una pequeña abertura que hago en mis dedos-no hagas trampas.-corrijo mi movimiento.

Caminamos deprisa, hasta que él se para en seco y dice:

-Puedes abrirlos.

Los abro y ante mi veo una pequeña laguna, hay una pared de piedra de la que cae una cascada.

Creo que me he quedado con la boca abierta.

-Es la hostia, ya lo sé.

-No me puedo creer que este viendo esto.

-Pues créetelo-se quita la camiseta.

-¿Qué haces?

-No se tu pero yo me voy a dar un baño.

Ahora se quita las Panama Jack amarillas y los calcetines.

-Te morirás de frio.

-Ya te digo yo que no, sale agua caliente subterránea y se mezcla con la fría que baja de la cascada.

Se quita los vaqueros y se queda con un bóxer. Se mete en el agua hasta la cintura y se gira hacia mí. Su cuerpo esta fibrado, tiene los brazos completamente tatuados, solo con tinta negra.

-Venga renacuaja, te toca a ti.

-No voy a quedarme en ropa interior delante de ti.

-Ya te he visto.

-Lo sé, pero estaba dormida y no es lo mismo.

-No mirare. Solo quítate el vestido, las bambas y metete.

-Está bien. Date la vuelta.

Jaiden se da la vuelta. Me quito la ropa y la cadena con el corazón, lo dejo todo en el suelo bien puesto.

Es verdad que no está fría, entro poco a poco hasta que estoy sumergida hasta los hombros.

-Ya está.

Él se gira y se acerca a mí, es más alto que yo así que el agua solo le cubre por debajo de los pectorales. Tengo sus ojos clavados en los míos, me muerdo el labio inferior bajando la mirada al agua. Levanta mi barbilla, obligándome a mirarle. Sumerge las manos y las coloca en mi cintura, me atrae hacia él encajando sus caderas en mi cuerpo.

-Jaiden suéltame.-digo de la forma menos creíble.

-Sé que no quieres que te suelte. Solo dime que me deseas.

Le deseo más que a cualquier persona en este mundo. Acerco mis labios a su cuello y le susurro:

-Te deseo.


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