Capítulo IX: ¡Ayuda!

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He estado toda la noche despierta. Ahora son las 7 de la mañana y quiero salir ya de esta maldita cama. Me levanto con cuidado para no hacer ruido y me voy al comedor. Allí ya pongo la tele y enciendo el reproductor. Meto el CD de Titanic en el y me siento tapada con una manta.

-Alis.

Doy un salto en el sofá asustada. Mi madre aparece por detrás. Avanza somnolienta y se sienta a mi lado.

-Así que Titanic eeh...

-Si.

Fija sus ojos en mí, yo intento evitarla mirando la pantalla.

-¿Que te pasa cariño?

-Nada mama.

-Te delatas a ti misma con esta película. Solo la ves cuando estas depre.

-¿Depre?-digo con cara rara.

-Si. Ya sabes que me puedes contar cualquier cosa. Venga va.

-¡Que no me pasa nada!

Mi madre abre los ojos y después me mira con decepción. Se levanta y se va a la cocina.

Me siento realmente mal, pero si ya le había dicho que no me pasaba nada, no tenia porque haber insistido.

***

El fin de semana se me pasó volando y mi madre no abrió la boca para nada. La semana siguiente ha sido tres cuartos de lo mismo. He tenido muchos exámenes y he pasado las tardes encerrada en mi curto estudiando.

Por fin es viernes y me puedo relajar en mi cuarto leyendo un libro, con una taza de chocolate caliente. No tengo muchas ganas de quedar con Lexia, ella está siempre con Harry y prácticamente no me hace caso. Me doy cuenta de que estas últimas semanas estar con mi mejor amiga es estar con Jaiden. Y lo siento mucho pero me he cansado de malos royos.

En cuanto llego a casa me quito la mochila y la chaqueta. Entro en el salón, camino despacio, medio de puntillas y miro de reojo a ver si mi madre está en la cocina. Pero al parecer no hay nadie en casa.

Me voy a mi habitación. Allí cojo el primer libro que veo en la estantería. Se me han quitado las ganas del chocolate así que, abro la cama y embuto mí cuerpo con los dos edredones que hay encima. Estamos a mediados de marzo y ya empieza a irse el frio, pero por las noches bajan las temperaturas y prefiero no arriesgarme a coger un resfriado por dormir destapada.

Comienzo a leer y me sumerjo durante horas en esta novela.

***

Son ya las 8 de la tarde y mi madre todavía no a llegado, no me a dicho ha donde iba, por eso me estoy preocupando un poco.

Bajo las escaleras y empezó a dar vueltas por la casa.

Pasada media hora escucho unas llaves que se caen al suelo. Siento un alivio inmenso cuando mi madre entra maldiciendo entre dientes.

-¿Dónde estabas?

-He pasado el día en el pueblo de al lado, pero cuando ya me iba a ir me he encontrado a la Sra. Croff y bueno nos hemos quedado hablando, luego ella me ha invitado a un café y yo he aceptado.

-Te he estado esperando, al final me he preocupado.

-Ahora te preocupo yo. El otro día parecía que nadie se podía preocupar por ti.

-Lo siento de verdad. Pero te aseguro que no era nada. Perdóname.

Ella sonríe y me abraza. Somos las dos de la misma medida así que se tiene que poner de puntillas para darme un beso en la frente.

-Claro que si Alis. Vamos a cenar. Estoy rendida.

Cenamos judías verdes y un trozo de carne a la plancha, mientras, ella me cuenta todo lo que ha hecho y los chismes que le ha contado la Sra. Croff. Echaba muchísimo de menos a mi madre, al pedacito de ella que se fue cuando la traté tan mal.

-Tengo mucho sueño, me voy a dormir. Antes de acostarte ¿podrías ir a tirar la basura?

-Sí mama.

-Gracias cariño y descansa.
Se va. Yo también estoy cansada.

Voy a la cocina y cojo la gran bolsa de basura. Pesa muchísimo, por eso voy caminando un poco rara.

Cuando salgo de casa tengo que caminar hasta el final de la calle para llegar a los containes.

Lo abro, me pongo de puntillas para tener más sitio para meterla y la tiro adentro. Suelto el aliento y me restregó las manos en los tejanos. Empiezo a caminar, cuando escucho unos gritos masculinos. Giro la cabeza para encontrar el sitio de donde proviene y pronto me doy cuenta de que esos extraños gemidos de dolor vienen de un callejón un poco más abajo.

Camino rápido pero con temor a lo que pueda estar pasando. Llego y asomo medio cuerpo por la esquina. Hay un hombre medio sentado en el suelo y dos agresores. Uno de ellos le cogía por el cuello de la camisa, dándole fuertes golpes de puño. El otro se limitaba a darle patadas en las costillas.

Segundos después el de las patadas se preparaba para dar otra cuando el chico del suelo gritó.

-¡Ayuda!

-Cállate capullo.-dice uno.

Al escuchar esa palabra enseguida me doy cuenta de que el que está en el suelo es mi amigo Joseph. Me pongo en la boca del callejón, ya no escondo mi cuerpo tras ese muro.

-¿Joseph eres tú?-digo con la voz temblorosa.

-¿Alis? ¡Alison ayúdame!-dice suplicante.

Empiezo a correr hacia ellos y cuando llego me abalanzo sobre el que está de pie. Él me empuja, caigo y me doy un leve golpe en la cabeza. Por unos segundos todo me da vueltas, pero no desisto en mi lucha contra esos salvajes. Me levanto y vuelvo a repetir mi movimiento anterior.

-Tío sujétala.

Él que estaba dándole puñetazos se levanta del todo y se gira hacia mí. Al ver quien es, se me hiela la sangre. Es Jaiden. Empiezo a retroceder. El corazón no bombea, los pulmones no hinchan y deshinchan mi pecho, mi cerebro ha dejado de mandar órdenes.

-Venga Jaiden cógela.

A él también le había pasado algo, se le notaba en la forma que me miraba con los ojos como platos. Seguro que yo los tenía igual.

-¡Va!

En cuanto Jaiden me coge noto como la sangre vuelve a correr por mis venas, mi sistema respiratorio y neuronal vuelve a responder. Y es entonces cuando empiezo a dar golpes sin control para intentar que sus manos suelten mis brazos.

Como veo que eso no obtiene resultado y Joseph sigue siendo agredido empiezo a chillar como una loca.

-¡Cierra el pico!-grita el otro chico.

-¡No pienso callarme! ¡Déjale en paz!

-Llévatela.-le dice a Jaiden.




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