Prólogo

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23-Agosto-2021

Bitácora de supervivencia, anotación trece:

No hay nada mejor que desayunar huevos fritos por la mañana, ignorando los gemidos provenientes de la calle frente a la ventana del departamento donde estoy refugiado desde que inició esto, mas o menos dos meses, no estoy seguro, nunca te das cuenta de cuantos días pasan cuando tienes un montón de monstruos corriendo siempre detrás tuya.

Han pasado alrededor de dos meses desde que la bomba explotó, figurativamente hablando, recuerdo ese día, ese maldito y triste día; fue por la mañana, yo me dirigía a presentar mi examen para la carrera de artes escénicas, ya que leyes no fueron mucho de mi agrado, bueno nada de mi agrado, durante toda la mañana noté a la gente mas apurada que de costumbre, la gran manzana siempre era un centro de entretenimiento para mi, podía observar y encontrar muchas personalidades interesantes a cada metro que caminaba, un ejemplo el vago con el carrito de supermercado, la señora gordita que pasaba tirando a todos, etc.

 Había llegado a la Tisch School of the Arts, un edificio enorme con muy hermosos detalles en los bordes de este, la verdad tampoco quería entrar a esta escuela pero al ser la ultima opción en la que mis padres me darían dinero para terminarla opte por hacerles el favor. Me disponía a entrar, en eso escuche un estruendo proveniente muy cerca de mi, a una manzana de mi ubicación, quería acercarme a ver que había pasado pero iba muy tarde para mi examen así que no le tome importancia y entre a toda velocidad a la sala de estar a hablar con la secretaria, le di mi pase con mis datos para entrar y ella me explico hacia que área del edificio me iba a dirigir. Casualmente me toco el cuarto piso, subí corriendo por las escaleras tratando que mi mochila de correa no me estorbara al dar los pasos, me ponía mucho mas nervioso ver que las personas bajaban muy tranquilas hablando sobre respuestas y otras cosas que no me daban mucha importancia, al llegar vi que la puerta B-2 se estaba cerrando, y si, era esa puerta donde iba a entrar para mi examen, corrí a toda velocidad por el pasillo para chocar de lleno con la puerta, el catedrático se dio cuenta del golpe que le propine a la puerta con mi frente y la abrió con una mirada extrañada y acusatoria me dijo -Llegas tarde- ¿No? ¿En serio? Decía hacia mis adentros mientras trataba de recuperar el aliento -Entra, no me hagas perder tiempo- Me replicó sin darme tiempo de responder.

Obedecí al anciano mientras me reincorporaba y tocaba mi frente en busca de alguna cortada o moretón pero no encontré nada, al entrar al salón habían alrededor de quince personas, la mayoría de mi edad y unos tres o cuatro que ya se veían bastante viejos, o era la edad o la hierba, la mayoría han de estar muertos de todos modos. Me senté y saque un bolígrafo mientras el profesor me dejaba de mala gana el examen en mi mesa, procedí a resolver el examen evitando el molesto sonido de las sirenas de policías afuera, aún no entendía cual era el alboroto, si simplemente fue un choque o una explosión pero no era para que tantas sirenas sonaran, volví a enfocarme en mi examen, por al menos unos treinta minutos hasta que sucedió.

Se escucho otra explosión mucho mas cerca, a los pies del edificio, todos nos sorprendimos por el movimiento debajo de nosotros, seguido de la explosión se escucharon una serie de disparos y gritos de ayuda, también varios rugidos como de animales salvajes pero, estos se escuchaban enojados, muy enojados. El catedrático trato de calmarnos con un discurso sobre el arte y la paciencia, lo cual no funciono de nada pues una tercera explosión causo que los ventanales reventaran al unisono y el grupo entero entrara en desesperación.

Todos comenzaron a abandonar el salón con mucha prisa, yo fui el penúltimo en salir mientras el maestro me propinaba una mirada acusatoria, aun no entendía a ese viejo, nos hallábamos bajando las escaleras mientras escuchábamos los gritos desgarradores de las personas en la calle y varias armas disparando, aun no teníamos por concreto que era lo que había pasado, pero nos estaban atacando, la pregunta es, ¿Quien?

Al llegar a la sala de estar donde se hallaban las secretarias para asignar salones un escalofrió nos recorrió a todos por igual, la escena era desgarradora, la puerta de entrada ya no existía ahora solo era un enorme agujero de unos tres metros de alto por seis de ancho, había mucha sangre esparcida por el piso, debo admitirlo era interesante ver ese piso de cerámica bañado en un liquido color rojo oscuro, eso pensaba hasta que vimos al primer cadáver, una mujer de mediana edad estaba tumbada de espaldas sobre un gran escombro de piedra, tenia una enorme mordida en su brazo en el cual se notaba bastante que había penetrado hasta el hueso ¿Que animal tendría semejante mordida?, su espalda parecía estar rota hasta que vimos que la mujer trataba de reincorporarse, levantando su cabeza mientras los huesos de su espalda se acomodaban de manera brusca, el ruido de aquellos huesos crujir nos estremeció a todos, ella, o eso, soltó un enorme gemido, mas que un gemido era un rugido de rabia, fueron los segundos más largos de mi vida hasta que por fin la vimos completamente erguida, o bueno hasta donde ella se podía erguir. Su piel era pálida y aun seguía humedecida por el sudor, su cabello estaba empapado en sangre y se veía que se le caían los mechones falsos, su ropa estaba roída, parecía que hubiese forcejeado con alguien, se tambaleaba al tratar de caminar, y estaba, ¿olfateando? Veíamos como levantaba la vista mientras olía como un can hacia el ambiente, todos nos mantuvimos callados hasta que volteo hacia nosotros. Exactamente en ese momento una chica de cabellos rubios y ojos azules, claro van a decir el chiste de la rubia, pero en verdad era así, comenzó a gritar incontrolablemente, obviamente esto no le gustó nada a nuestra amiga pálida y se dirigió corriendo a pasos desorbitados y tambaleantes a la chica que se encontraba paralizada del miedo, todos comenzaron a gritar y correr hacia la salida mientras la chica estaba siendo devorada salvajemente por lo que anteriormente era una secretaria del instituto. No podía creer lo que estaba viendo, por un lado era horrible, un verdadero apocalipsis zombie, pero por otro lado era genial, ¡Un jodido apocalipsis zombie! La adrenalina se apoderó de mi en ese momento e instantáneamente corrí a la entrada tratando de escapar lo mas rápido posible. ¿Que? ¿Pensaron que iba a quedarme a salvar a la rubia tonta? No amigos, en este nuevo mundo tienes que pensar en el triple yo, primero yo, después yo y al final yo.
Al salir hacía la calle frente al edificio me quedé completamente sorprendido, la gente huía desesperada mientras gritaba en busca de auxilio, voltee hacia mi derecha, de donde escuche la primera explosión hace media hora, habían alrededor de tres autos de policía haciendo una barricada improvisada para evitar que la gente cruzara, o que los zombies cruzaran, los uniformados disparaban sin cesar hacia esas bestias, pero estas se volvían más y más, hasta que el primer uniformado fue mordido por una mujer que estaba detrás de el, los demás se horrorizaron al ver el chorro de sangre salir del cuello del pobre hombre, en ese momento todo se fue más al carajo de lo que estaba. Me dirigí directamente hacia el parque Washington Square, aun me faltaban tres cuadras mas o menos para llegar, no sabia porque pero aun así sentía que algo me encontraría ahí. Estaba justo frente al parque, todo estaba mas tranquilo ahí, pero las personas aun así seguían huyendo a pasos apurados hacia la zona habitacional. En ese momento recordé que la casa de mis tíos estaba desocupada ya que ellos se habían ido de viaje a Míchigan, así que me dirigí unas calles abajo, exactamente a la avenida Sullivan, y aquí me tienen, encerrado escribiendo algo que probablemente nadie lea.

SARZ: La muerte se respira.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora