1. Adaptación (I)

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25-Agosto-2021

Eran las ocho de la mañana, la habitación se hallaba repleta de varias latas de comida, bolsas de frituras y cajas vacías de chocolates, sobre el sofá se encontraba recostado durmiendo plácidamente el joven de cabellos oscuros y lacios, hasta que sonó la alarma de su celular. -Mierda, aun sigo pensando en ir a la universidad.- El chico soltó una ligera risa mientras se incorporaba a sentarse en el sofá mientras tomaba sus lentes de la mesa frente a el, los limpio un poco con su playera y se los puso. Se levantó del sofá mientras estiraba sus brazos y soltaba un gran bostezo, se dirigió hacia una repisa de la cual colgaba una toalla, él la tomo y se dirigió al baño aun tambaleando por el sueño.

Pasaron unos largos minutos hasta que el joven salio de la ducha secándose sus cabellos mientras se dirigía al armario a buscar algo de ropa, este sacó de ella unos pantalones negros y una playera gris. "No me queda mucha comida, tengo que bajar" Pensó el joven al ver la mayoría de sus latas de conservas vacías, entonces fue rápidamente hacia una puerta pequeña de la cual sacó una mochila y un bate de béisbol.

-No me extrañes- Se dirigió el muchacho hacia su humilde hogar mientras abría la ventana que daba hacia la escalera de emergencias que daba directamente a la calle. Extendió sus brazos para salir por la ventana y luego dio un salto desde el borde de esta hasta caer en la escalera de metal que se hallaba justo frente a el, esto provoco un gran estruendo y unas cuantas bestias se percataron de su presencia. Al ver esto el chico comenzó a subir escaleras arriba hasta llegar al tejado de aquel pequeño edificio de tres pisos, al llegar al techo comenzó a caminar hasta encontrarse con el siguiente edificio que estaba junto al de él, siguió con esa tarea alrededor de cuatro edificios del mismo tamaño hasta que llegó al final de la manzana. Entonces comenzó a bajar por una escalera vertical que se hallaba a un lado del borde del techo, la zona parecía segura hasta donde alcanzaba la vista.

Al llegar al suelo el joven acomodo su mochila en su espalda y con ambas manos sostuvo su bate mientras caminaba hacia una pequeña tienda de víveres, de aquellas en las que te atiende la típica señora con lentes de botella y un mandil rosa. Al estar frente a la tienda, obviamente cerrada el chico se percató que dentro se hallaban dos cadáveres devorando lo que al parecer fue la dulce viejita del mandil, se alejó lentamente hasta estar a una distancia favorable y entonces dio media vuelta y comenzó a trotar unas calles a la derecha de aquella tienda.

Pasaron alrededor de treinta minutos hasta que por fin el chico notó a la distancia un supermercado, Lupis-Mart, el lugar se veía muy amigable con sus bordes en color verde y varias banderas de países latinoamericanos. Con media sonrisa en rostro y bate en mano el joven corrió hacia la entrada del antiguo super y comenzó a inspeccionar la entrada, al no encontrar nada procedió a entrar.

El lugar era oscuro, unas pequeñas luces titilantes en el techo eran lo único que alumbraba aquel lugar.

-Papas, refrescos, ¡agua!- comenzó a susurrar el muchacho mientras iba guardando en su mochila cada uno de los víveres que iba encontrando en el suelo y algunos en los mostradores de aquel lugar. Mientras iba buscando más cosas que llevar escuchó como se rompía un cristal en el suelo, para luego volver al silencio de hace unos instantes, el joven se escondió detrás de un congelador de helados y tomo firmemente su bate esperando lo peor, pasaron unos segundos que se hicieron eternos hasta que el joven saco la cabeza para ver si el pasillo estaba libre. Al notar que no había peligro volvió a incorporarse a buscar víveres pero en ese momento un zombie lo tomó por la espalda para tirarlo hacia el suelo, mientras este se abalanzaba contra el muchacho. Mientras ambos caían al suelo, el chico uso su bate para usarlo como barrera entre aquella bestia y él, la boca de ese monstruo buscaba a base de mordidas al aire el cuello o la cara del muchacho, mientras este sostenía con ambos brazos el bate para que el zombie no se acercara a su rostro. Pasaron unos segundos eternos hasta que el joven usó sus rodillas para comenzar a golpear el torso del zombie, esté comenzó a mordisquear el bate con fuerza y fue cuando el chico empujó el bate hacía el frente, y con el, él zombie que aún se encontraba distraído mordiendo el bate. El chico inmediatamente se reincorporó mientra el zombie soltaba un rugido, estaba enojado.
El chico levantó rápidamente el bate que se hallaba en el suelo y sin devolverle la mirada al cadaver comenzó a correr hacia la entrada por la que había llegado hace unos momentos atrás. El zombie imitó aquella acción y prosiguió a perseguir al chico. El chico estaba a unos escasos metros de la entrada, cuando una lata de conservas se atravesó en su caminó, lo cual lo hizo caer estrepitosamente sobre su espalda soltando su única arma. El joven aún algo aturdido por el golpe sintió el bramido aun agitado de la bestia sobre él. Este era su fin, después de aguantar dos meses el apocalipsis, al fin había acabado todo para él, o eso creyó.

SARZ: La muerte se respira.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora