¿Sam se volvió Dorothy?

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Le hice una seña a Tanque para que me esperara, pero el no me veía desde donde estaba ahora, así que decidí ir a buscar a Frijól.

Recorrí varios minutos entre caminando y corriendo, y cada vez que un conejo o algo salía por ahí, le apuntaba con mi arma alerta. Me cansé un poco, así que decidí parar un rato. No podía seguir así. Estuve metido en el bosque buscando al chico durante unos treinta minutos, y Vosh sólo nos dió una hora porque era una misión fácil. Y así era, matar a uno sólo de ellos no era nada difícil, pero yo hice complicar las cosas, y ahora tengo a un soldado perdido, y otro quizá quien sabe, puede que se haya dormido esperando mi orden.

Decidí volver a la granja con Tanque y luego de cumplir la misión podíamos buscarlo más eficientemente si nos separábamos. La verdad es que no se cómo no se me había ocurrido hacer eso desde un principio, supongo que por el pánico.

Dí media vuelta y me golpeé con la verdad. ¿Donde diablos estoy? No recuerdo cómo llegué aquí. Traté de hablar con Tanque a través del dispositivo de comunicación, pero luego de decir unas cinco veces 'Tanque, ¿Estás ahí?', el abría el canal para hablar, pero escuchaba todo distorsionado.

Al menos estaba vivo.

Caminé unos cuantos pasos por donde venía para ver si el radio del comunicador mejoraba con la cercanía. Paré en seco cuando escuché disparos al norte. Fue muy leve, eso significaba que estaba muy lejos, pero los escuché. Corrí lo más rápido que pude. Mis piernas casi se me salían del cuerpo, pero tenía que correr más rápido. Soy algo lento, debería practicar más.

Después de correr un buen rato, ví a lo lejos entre los árboles la parte trasera de una casa. Era la granja, y se me pasó por la cabeza que puede que Frijól también escuchara los disparos y viniera aquí. Estaba asustado. Habían dos casos. O murió el marcianito o alguien de mi escuadrón. Por primera vez deseé que Tanque me desobedeciera y hubiera hecho la misión sólo. Pero al llegar me llevé la sorpresa de no ver absolutamente nada. Entré con cuidado a la casa por la puerta trasera, y luego de revisar todas y cada una de las habitaciones, no encontré nada. Nada de nada. Me heché en uno de los taburetes de la cocina. No estaba Tanque. No estaba Frijól. No estaba el imbécil adentro. Sólo estaba yo.

Me levanté. No abandonaría la oportunidad de intentarlo. Pero al dar unos pasos me tropezé con algo y caí de cara al suelo. Miré hacia abajo y ví que había un paño con hielos derritiéndose encima de él. Y eso sólo podía significar una cosa. Busqué con la mirada y lo encontré. Un dispositivo de rastreo de uno de mis soldados.

Salí corriendo de la granja por la puerta en la que entré. Recorrí con la mirada por todo el horizonte por si encontraba a alguien. Pero me llevé una sorpresa. No se cómo no lo ví antes supongo que por la prisa. Justo a mí izquierda, había, una cruz improvisada con dos ramas cruzadas atadas por una liga de cabello rosa. Abajo la tierra estába recién movida. Al lado estába la pala con la que se enterró al muerto. Y más abajo de la tierra estaba el cadáver de alguien que murió hace no más de quince minutos.

Esta era mi teoría. Uno de mis soldados se volvió Dorothy y le disparó al otro. Se quitó el dispositivo de rastreo y se marchó. Pero no tiene sentido, ¿Donde está el enemigo? ¿Se asustó de unos niños? O puede que el mismo enemigo haya hecho un retorcido plan para que pensara algo que no pasó.

No podía seguír con la intriga, y antes de darme cuenta, ya estaba desenterrando el cuerpo. Sí es que había uno. Y si lo había, lo siento amigo, aún no puedes descansar en paz.

Me demoré más de lo que pensé, y cada vez temía más que fuera Frijól quien estuviera aquí. Porque era imposible que el hiciera esto de enterrar tan profundo un cuerpo, lo que significa que... Dios, ya ni puedo pensar. Me quedaba poco tiempo, unos diez minutos y ya estaría el helicóptero aquí. Me apuré, pero al hacerlo me dí cuenta de que le clavé la pala en el estómago del cuerpo. En mi defensa, la pala tenía demasiado filo, y la sabana que cubría el cuerpo no era para nada resistente.

Subí el cuerpo y ví lo que sabía que no quería ver. Tanque. Seis balas en en pecho. Dí vuelta su cadáver y chequeé su cuello. Aún tenía su chip de rastreo.

El helicóptero empezó a sonar más fuerte cada vez, anunciando su llegada. Fuí corriendo a buscar el chip de la cocina, que por descarte era de Sam. Y luego de subir al helicóptero con el piloto que no dejaba de preguntarme cosas que no sabía responder mientras se elevaba, recordé que dejé a Tanque sin enterrar. Pero ya era demasiado tarde como para volver. Me habría gustado despedirme de el apropiadamente, y ahora tenía que pensar qué le diría a Vosh después de lo que ocurrió, y pasar el resto de mi vida arrepentido por abandonarlo sin razón aparente para él.

Todo tiene un final. [Ben Parish & Cassie Sullivan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora