Corrí sin que me importara tirar la caja de pizza abierta sobre la pequeña mesa que estaba a la entrada.
-¡JARED! ¡AYÚDAME JARED! -gritaba con desesperación, pero cuando abrí la puerta de la habitación, se calló. Me di cuenta de lo que estaba pasando.
-Hey, fue solo una pesadilla. -dije acercándome. Su piel brillaba cubierta por el sudor, la pobre cobija que antes la cubría se encontraba ahora en el suelo, y su respiración jadeante parecía calmarse a medida que se daba cuenta de que todo había terminado. Pronto observé como se quitaba el pendiente de la oreja.
-Deshazte de eso. -dijo caminando hacia mí y dándome el pendiente.
-¿De qué hablas? ¡Es tu rubí!
-¡No quiero volverlo a ver! -gritó y me empujó fuera de la habitación, para luego cerrar la puerta, poner el pestillo, y sentarse a llorar con la espalda apoyada en la pared.
No llegaba a comprender lo que le estaba pasando, pero de alguna extraña manera, sí entendía esta reacción. El único poder de Gabriela es bastante inútil, por eso perdía todas las peleas. No consiste en nada más que ver el futuro. Su futuro, ni siquiera el del resto. No puede ver nada que tenga que ver con otras personas, así esas acciones o decisiones repercutan directamente sobre ella, como lo que pasó con Leila. No lo supo hasta que le dije que estaba muerta. Más que un poder, era una maldición, y ahora estaba completamente convencido de eso, aún cuando no sabía lo que había visto.
No tenía idea de lo que haría con el pendiente, pero lo guardé por si Gabriela se arrepentía de su decisión.
Muy pronto olvidé los latidos acelerados de mi corazón, y el susto que sus gritos me causaron, y revisé mi móvil. Al parecer, tenía un contacto nuevo, y no dudaba que ella también tendría mi número de contacto.
-Krystal. -leí en un susurro, tratando de pasar por alto la sarta de corazones que había puesto después.
Como siempre, marqué el número.
-¿Qué mierda quieres ahora? Nunca me habías llamado tantas veces en un mismo día.
-Necesito otro número de móvil.
-¿Por qué?
-Cometí un error.
-¿Tenía buen trasero?
-Sí.
-Entonces no fue un error. -reí.
-Solo hazlo.
-En cinco minutos te enviaré un mensaje con todo lo que necesitas. -colgué. Me quité la ropa y mi tiré al suelo. Cubrí mi cuerpo con la cobija y esperé, esperé, esperé, hasta que me quedé completamente dormido.
-¡Jared, ayúdame! -me desperté sobresaltado, y cuando me di cuenta de que era solo un sueño, y de que Gabriela no estaba en realidad pidiendo a gritos mi ayuda, tomé el móvil para encontrar en un mensaje la nueva cuenta bancaria, los detalles de ésta, y mi nuevo número telefónico.
Le di las gracias en silencio, al fin y al cabo esta chica había hecho mucho por mí estos últimos años.
Sin poder estar tranquilo caminé a la habitación de Gabriela, para asegurarme de que en serio había sido un sueño.
-¿Gabriela? -dije tocando la puerta, al no recibir contestación decidí entrar y me di cuenta de que solo estaba dormida.
Tenía los ojos hinchados, tal vez llevaba horas llorando, tal vez lloraba desde que me fui, y quién sabe si desde antes de eso. La cobijé bien y me senté a observarla por un minuto.
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El último sueño
Historia CortaEsta es una mini historia para las personas que quieran saber qué pasó con Jared y Gabriela después de que ambos escaparan de Clemence. Si no sabes quiénes son Jared, Gabriela o Clemence, te recomiendo que no leas este cuento sin antes leer mi novel...