Capitulo 5

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El segundo martini descansaba en la mesa elegante del restaurant. Llevaba ahí aproximadamente cuarenta minutos. Rebekah no lo había tocado siquiera desde que el mesero lo había puesto frente a ella. Zac, sostenía su mano sobre la mesa, y acariciaba sus dedos seductoramente, sin dejar de mirarla. Tenía una mirada impactante, era cierto, y en realidad, era bastante atractivo. 

El chico le sonrió deslumbrantemente, provocando que ella le sonriera ampliamente. Después, se le acerco vertiginosamente rozando sus labios cálidos, con los suyos, y la besó; La mesa no era muy grande y no les impedía demasiado besarse cómodamente, sin interrupciones. Así que continuó besandola. Tuvo que retirar delicadamente un mechón de pelo de Rebekah que caía sobre su cara. Ella nisiquiera lo noto y continuo besándolo sin preocupación, hasta que se vió obligada a separarse por un poco de oxígeno.

Fue entonces que sintió como su celular vibraba y berreaba, anunciando que había recibido un mensaje. Se disculpó con una ligera sonrisa, y saco el teléfono, deseando que no se tratase de Brad. Y, en efecto, no era él.

De: Numero desconocido

Discúlpate con él, y pide que te deje una calle antes de tu casa. Tienes 1 hora.

Ella decidió ignorar el mensaje, molesta. Y justo cuando iba a guardar el teléfono celular, recibió otro.

De: numero desconocido

No es broma. Mucho menos una pregunta. Es una orden.

A Rebekah se le escapo una risa. ¿De verdad creía que haría caso a semejante estupidez?

Ella no pensaba obedecer, pero, sin embargo, respondería dicho mensaje.

Para: numero desconocido

No me jodas.

La respuesta llego rápido, tal vez demasiado. Ella realmente pensaba que dejaría de molestarla...

De: numero desconocido

Créeme, deseo hacerlo. Así que calma, primero, necesito que obedezcas.

La castaña produjo una mueca de asco. Se aventuraba a apostar a que se trataba de un depravado repugnante.

Volvió a guardar el móvil, ignorando cualquier sensación de molestia que pudiera sentir.;Ejercía autocontrol cuando realmente lo quería.

De alguna forma, sentía que quien fuese que la molestaba seguiría con los textos absurdos.

Y estaba en lo cierto. Así que, puso los ojos en blanco con enfado al volver a sacar el teléfono, de nuevo.

De: numero desconocido

Podemos hacerlo de buena o mala manera. TU ELIGES. Solo por esta ocasión, pero, decide rápido... no soy muy paciente.

Vaya. Eso la estaba incomodando. Pero no pensaba hacer nada, solo se divertiría un poco más, así que no guardo el celular, simplemente lo dejo sobre la mesa y le sonrió a Zac.

-Tengo que ir al baño. Ya vuelvo- dijo Zac haciendo esa cosa con sus ojos; cada vez que sonreía sus ojos color Esmeralda brillaban haciendo contraste y eso era por mucho, jodidamente atractivo.

-Esta bien- asintió ella, sonriendo solo un poco, y lo observó desaparecer por el pasillo.

Quiso gritar y dar un golpe a la mesa al percibir el característico timbre de su teléfono, y lo tomo a regañadientes.

De: numero desconocido

Bien. Recuerda:  TU LO ELEGISTE. Será por las malas.

Aquello le formo un nudo instintivamente, aunque le resultaba un poco tonto. Al instante, un camarero se le acerco con actitud rara y un tanto torpe; la mirada de el chico le recordó a la de Brad, cuando hubo el incidente con el tipo raro: perdida y desorbitada.

El camarero con esfuerzos la miró, y le coloco frente suyo una pequeña servilleta en la cual había algo escrito. Y automáticamente se marchó. 

Rebekah tomo el papel rápido, dando un vistazo por todo el lugar. Entonces  comenzó a examinar la letra del mensaje; lucía como un manuscrito antiguo, y la letra era fina y perfecta, pero, el mero hecho de que estuviese escrito en una servilleta de tela, hacía que perdiera el toque anticuado.

Este es el plan:

Tienes 5 minutos para salir de ahí: ni mas ni menos. No puedes informarle a nadie a donde vas:  mucho menos a el idiota con el que te encuentras. Tomaras tu bolso, y guardaras ahí esta servilleta, junto con la llave que esta debajo de esta.

Como no quisiste hacer caso antes te reduje 20 minutos, ahora tienes 40.

Se que te preguntas ¿donde te iras?, y claro, ¿como llegaras tan rápido?; El chico con el que vienes es tan estúpido que dejo las llaves de su bello coche sobre la mesa, justo debajo de su servilleta. Tómalas y sal de ahí AHORA MISMO.

No te des el lujo de mandarme al demonio porque, mataré a Bradley sin miramientos. De hecho, lo estoy viendo justo ahora, en la empresa de su padre. Pantalón arena, camisa blanca y blazer azul oscuro...

TU DECIDES.

Era increíble. En cuestión de segundos todas las palabras indecentes que pudieran existir cruzaron su mente; Quería ignorarlo y mandarlo al carajo. Sin embargo, no se podía dar esa dicha si era que en verdad corría en riesgo la vida de Brad.

Tomó el teléfono. Tenía la cabeza fría, sabiendo bien lo que tenia que hacer y, aunque no le agradara en absoluto, había que hacer caso a aquel hombre.

No demoró nada en marcar el numero de su amigo, y como consiguiente, él tampoco tardó en responder.

-¿Que pasa Rebekah?, estoy algo ocupado...

-¿Donde estas?- lo interrumpió.

-En la empresa de mi padre. Él solicito mi presencia para la aprobación de un nuevo sistema inversiones. Estoy por entrar a una junta.

-¿Como estas vestido exactamente?- formuló calmándose, y odiando que alguien que no fuera ella tomara el control de sus acciones.

-Camisa blanca de algodón, con una mancha en la parte trasera, provocada por Melissa Vancamp hace unos 30 minutos; me arrojó lo que le quedaba de café al decirle la razón por la cual no la he llamado. Deberías....

-¡Brad! Maldita sea...- objetó mirando a los lados. Para entonces había comprendido que el maldito extraño no bromeaba.

Tomó ambas llaves y colgó al tiempo que arrancaba el bonito auto.

Mientras el viento corría libremente por su rostro creando una sensación agradable, comprendió que no sabia exactamente a donde tenia que ir. Y entonces todo le pareció una estupidez. Sin emargo, no tuvo demasiado tiempo para pensarlo, porque recibió un mensaje al instante.

De: numero desconocido

Veo que por fin sabes lo que te conviene. En la siguiente cuadra, dobla a la derecha. Abrá un vecindario extraño, abandonado. Solo conduce sin mirar a los lados y para en una casa deshabitada. Sabrás cual es cuando la veas. La puerta se abre con la llave que coloque bajo tu plato.

Date prisa: muero por verte, bueno... si eso es posible.

Mujer de polvoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora