Capitulo 3

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Capitulo número 3.-

Noah se adentró en la sala de recepción escuadriñandola con la mirada. Le parecía algo excepcional. Se acercó a un juego de 3 jarrones beiges, que adornaban cada esquina de la habitación, y palpó una orquidea azul que descansaba al lado de otra de color morado. Chasqueo la lengua contra sus dientes y se dedicó a mirar la habitación completa. Había series de luces pequeñas a los costados creando una sención extraña, elegante. Las lamparas que habian colocado a los costados proyectaban una luz tenue y no muy clara. Tal vez podría beber de alguna chica que anduviera por ahí...

De el lado derecho había una enorme mesa con manteles color salmón, y sobre ellos, habian exparcido hojas artificiales de diferentes tamaños, simulando la caida de las hojas de los arboles en otoño. Noah produjó un mohín, eso le sumaba 2 puntos, pero había visto mejores antes, aun le quedaba por ver la sala principal. Sabía bien, que no estaba por la velada, o por los adornos de ahí dentro, estaba por la chica y nada mas.

Divisó que encima de las mesas y los obstentosos manteles había siete espaciosas bandejas, repletas de postres, que él, aborrecía, como todo alimento mismo. Tragó saliva al captar los sodidos y aromas que despedía aquel lugar. Le pareció un banquete bien servido, y no era precisamente de comida lo que rondaba su mente.

Desde el punto donde el se encontraba, podía oler claramente el aroma de la sangre de todos los que llenaban la casa entera. Era increiblemente la facilidad con la que podía percibir las carectersísticas de el liquido carmesí del cual se alimentaba con tal placer; lo sentía tan claro, tan palpable que, si no hubiera tenido experiencía en contenerse, habría causado una matanza.

Condujó su vista hacia las chicas de exhuberantes caderas, y ciertamente, vestidas con vestidos dignas de un cabaret. Sin duda podía beber de ellas, y ni siquiera lo notarían; no porque no fuese rápido, porque lo era, si no porque se encontraban lo suficientemente perdidas en las sustancias de sus copas, que no era solamente vino. Él siempre se preguntaba si habría algun lugar donde no se econtraran mujeres al borde de la perdición, y peor aun, por desición propia. Las mujeres ahí eran liberales, frivolas, indecentes, provocativas y destructivas...

No recordaba que hubiera una época en la cual las mujeres se comportaran de manera tan vulgar, ni siquiera cuando perteneció a la corte de Francia, ni la de Inglaterra...

Las mujeres eran devoradoras y una que otra era fácil, pero por lo menos se cubrian el cuerpo. Y era extraño ver a una mujer ebria a la luz del día, frente a tanta gente, y sin que le importara en absoluto. Sin embargo, debía admitir que era una gran ventaja que fueran "liberales". Podía beber de ellas con mayor facilidad, y eso era, meramente placentero.

Se deslizó a paso rápido, no visible para el ojo humano y se introdujo en el baño, llevandose consigo a la chica morena de pelo rubio, notablemente teñido. Ésta se tambaleó y un poco, y soltó una rosa incoherente. Noah sonrió insquieto, deseoso. Ella no se daría ni cuenta.

La tomó por la nuca y la presionó junto a la pared, de forma que la chica le daba la espalda. Él acarició el cuello de la rubia con la garganta reseca, y marcó una X imaginaría con el dedo indice liberando un gruñido. Después, perforó su cuello salvajemente, cuidando de no manchar el piso. Cuando dió por terminada su porción, retiró sus filosos colmillos y se lamió los labios triunfalmente; y pasó su lengua por el cuello de la chica al percatarse que, aun le corrían provocativamente unas cuantas gotas de sangre. Posterioremente la acomodó en el piso estirando las piernas desnudas de ella. La chica luchó por abrir los ojos, y cuando lo hizó le dedicó una sonrisa derbordada de plena ebriedad y teñida de coqueteo barato. Noah le devolvió la misma sonrisa. No tendría que persuadirla.

-¿Cómo estás?- preguntó, cerciorandose si debía hacerla callar, o si no era necesario.

La chica a duras penas logró brindarle otra sonrisa y movió ligeramente la cabeza. Él vampiro la miró examinandola, y volvió a hablar.

Mujer de polvoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora