Aaron. Aaron. Aaron. Esa noche, había estado soñando con Aaron. No pasaba nada especial. Charlábamos, reíamos. No decíamos nada interesante. Solo charlábamos y reíamos. Nada más. Me desperté de golpe. El despertador, con su música inaguantable, había hecho su trabajo: Despertarme... Y molestar. Eran las cinco de la mañana, del lunes 3 de junio. Había pasado un mes de lo de mis tíos. Dicho mes había acabado regular. Trevor había encontrado un trabajo, y lo completaba uniéndose al grupo de Aaron... Era incómodo verles a los dos... Mis dos ex, juntos. Los dos sabían que había estado con el otro. La cuestión ahí sería averiguar quién estaba más fastidiado de los dos. Trevor sabía que Aaron había sido mi novio, y también mi amante. Aaron sabía que Trevor le había reemplazado. Y en medio de toda esa pelea sin insultos ni puñetazos, solo miradas de odio, estaba yo: Daniel Villanueva.
Me levanté agotado. Tenía que repasar para los exámenes, los tenía en 4 horas. Había decidido mi carrera: Medicina. Era capaz de sacar la nota. Estaba seguro. Solo tenía que hacer bien los últimos exámenes. Mi sueño nunca había sido ser médico. De hecho, incluso después de decidir estudiar eso, no lo fue. Médico. El trato con los pacientes, las heridas, las enfermedades... Eran los contras. Salvar vidas, sentirse importante y conseguir trabajo fácilmente, los pros.
Miraba mi taza de café y mi manzana con ganas de que hicieran su trabajo de despertarme. Tomé, además, dos tostadas, una con mermelada de mora casera, y otra con mantequilla. Un buen desayuno.
Me duché. Trevor por fin había acatado mi norma de no ducharse a la misma hora que yo. ¿Por qué narices madrugaba tanto?
Me miré al espejo. Vi al mismo adolescente que todas las mañanas: alto, ojos azules, pelo rubio oscuro... Nada especial, si lo piensas. Acaricié mi torso húmedo y desnudo con delicadeza. Respiré hondamente: estaba nervioso.
Me senté a estudiar, en mi mesa. Estaba muy concentrado. Entendía a la perfección todo lo que repasaba, ya me lo sabía. Practiqué problemas, y me salieron todos. Antes de darme cuenta, ya eran las 7 y media. Quedaba en cinco minutos con Rebeca (aunque esta fuera a llegar tarde), y no podía permitirme no llegar a la hora. Corrí a mi cuarto, me vestí, hice la mochila y salí. Justo a tiempo, el Carrefour donde quedábamos estaba a menos de 30 segundos de mi casa.
Hacía un inusual frío, para ser junio. Rebeca llegó tarde. Iba estudiando con su libro, muy concentrada. Ni nos saludamos. Yo no decía nada. Llegamos al colegio, entramos, fui a mi clase. Muchos estudiaban muy nerviosos. Yo lo llevaba mucho mejor que casi todos ellos. Aaron se acercó a mí, y me preguntó una duda.
Estaba enfadado con él. Muy enfadado. Hacía semanas que no le dirigía la palabra. Tampoco había salido últimamente. No me sentía con ganas, y tenía que estudiar. Sinceramente, pensaba que él y Ainhoa habían roto. No me extrañaba, por algún extraño motivo, que Rebeca no me hubiera comentado nada. Seguía siendo igual de cotilla. Sin embargo, su falta de información sobre el tema, sugería invisiblemente, que no habían roto. Pero yo no me daba cuenta.
El examen fue complicado, no tanto para mí. Solo había una cosa que no me supe, lo dio el profesor por apuntes cuando yo no estaba. Ni si quiera la buena estudiante de Aura lo había pillado.
—Javi ha ido bastante a pillar con esa pregunta—comentó Aura, muy molesta.
—Yo no tenía ni idea de lo que era. No he puesto nada—dije, algo fastidiado.
— ¿Cómo fue lo de Trevor? Básicamente, aún no me lo has contado...
—Vale. Le dije lo de Aaron, no le dije que nos habíamos acostado, pero sí que lo íbamos a volver a intentar.
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Las siete últimas muestras de mi amor por ti (Gay/Yaoi)
RomanceEn la tercera parte de Con un beso y una rosa, Dani vuelve a encontrarse solo. Aaron le ha fallado. Trevor le ha fallado. Está solo ante el mundo. ¿Qué le deparará el futuro? Veréis que todo lo que le ocurre tiene dos puntos de vista, y veréis que D...