Cap. XIII: La vuelta de la araña.

33 7 0
                                    

Narrado por Aaron.

Yo, yo mismo te voy a contar el nefasto día de la espera al asistente social. Ainhoa llegó a las 8 y media. El asistente social llegó a las 12. Demasiadas horas a solas con Ainhoa.

— ¿Quieres... ver la tele o algo? —pregunté incómodo.

—No, gracias—dijo con seguridad—. ¿Dónde está Martín?

—En la cocina... En su trona...

— ¿Puedo verlo?

—Claro... Oficialmente, vas a ser su madre...

—Tutora legal—corrigió Ainhoa fríamente—. Yo jamás seré madre biológica de ningún niño.

—Pues menos mal que rompimos, porque yo...—dije con una sonrisa, sin darme cuenta de la gravedad de lo que estaba diciendo.

—No rompimos. Me pusiste los cuernos, y me dejaste. ¿Te parece más correcto? ¿Quizá para chulearte de que lo dejaste tú?

—Perdón.

—No hay perdón. Voy a ver a Martín.

Me acordé de que no me había duchado desde que murió mi madre. ¿Era peligroso ducharme estando a solas con Ainhoa en casa? Bueno, Martín era solo un bebé... Pero... Si olía mal —hecho a tener en cuenta— ¿Me dejarían adoptar a mi hermano? Eso era un riesgo mucho mayor.

—Voy a darme una ducha—dije, yéndome al baño.

—Por mí, puedes irte un poco a la mierda—sonrió Ainhoa.

Entré en la ducha. Estaba realmente nervioso... Una ducha también me ayudaría a relajarme...

Salí de la ducha. Me tapé con una toalla. Me sequé el pelo con otra. Me miré al espejo.

—Necesito afeitarme—dije para mí mismo.

Me afeité, y salí del baño.

Desgraciadamente, tenía que pasar delante de Ainhoa, lo que sería incómodo... No me imaginaba lo que iba a pasar.

—Hola—saludé muy incómodo, avanzando rápidamente.

Por cierto. Nunca intentes ir rápido con una toalla estando nervioso.

Se me cayó la toalla, tropecé con ella y caí al suelo. Una imagen muy patética. Uno de los momentos más humillantes de mi vida. Lo primero que sentí fue dolor en la rodilla. Después, me di cuenta de que estaba completamente desnudo.

—Perdona—dije intentando levantarme. Resbalé con el agua que caía por mi cuerpo y volví a caerme.

— ¿Lo has hecho aposta para provocarme? ¡Pues no te va a funcionar! —dijo Ainhoa, tapándole los ojos a Martín, que se partía de risa.

—No, perdona—dije, muy nervioso, tratando de levantarme.

Me tapé los genitales con las manos, y me agaché torpemente a recoger la toalla.

Corrí hasta la habitación. Me vestí, y salí de nuevo al salón. Encendí la tele, pero como no ponían interesante, la apagué.

Prefería que llegara el asistente social, antes que quedarme más tiempo a solas con Ainhoa.

Por fin, a las 12, apareció. En lo que restó de tiempo, Ainhoa no hablamos de nada.

Abrí la puerta. Una mujer joven, de unos treinta, rubia, con un cortísimo y ceñido vestido rojo, a juego con su carpeta, gafas, uñas y labios; me aguardaba, con una forzadísima sonrisa.

Las siete últimas muestras de mi amor por ti (Gay/Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora