Alucinaciones. - 2p!FrUk.

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Las risas de Oliver llenaron la sala, oh, ¡Es que François era tan gracioso! Casi escupió el té rojo que había llevado a sus labios de las carcajadas que le removían el pecho y hacían que su rostro se contrajera y las mejillas le dolieran.

La mesa estaba manchada de té, y un par de tazas rotas acompañaban el escenario, rojo, como las paredes. Ambos sonreían, se sonreían mientras elevaban las tazas y las llevaban a sus labios, y comían galletas de fresa, las favoritas de ambos. La mirada de François estaba perdida en la del ojiazul, y la de Oliver en la del francés, coqueta, dulce, provocadora. ¡Cuántas veces lo había hecho suyo ese día! ¡Cuántas veces se habían tomado de las manos y habían escuchado del otro un dulce "te amo!"

-Oh, my sweet love, ¿Tienes frío? -cuando el de cabellos rosáceos le tomó la mano la notó fría, gélida.- Es claro, con esta época... Traeré el calefactor. ¡No te comas todas las galletas! -las risas llenaron el pasillo, infantiles, mientras iba dando saltitos a la pieza que ambos compartían.

Las sábanas estaban revueltas, algo sucias, con comida, pizza, fideos chinos... lo que habían comido esta semana. Del costado de la cama sacó el calefactor, desconectándolo precipitadamente, y sin darse cuenta estaba otra vez yendo hacia el comedor que le reuniría nuevamente con su amante, con su amado, con la persona que le había hecho ser como era.

-Me alegra tanto haberte conocido... -le dijo, dándole un beso en la sien- Uff... tendremos que ir a bañarnos y a divertirnos un rato en la tina, ¿Vale? -las risas suaves no le permitieron escucharle, y conectó el calefactor, para proseguir a quitarse el chaleco de lana rosa que siempre llevaba encima. La camisa rosa y la cinta en su cuello no se la quitaría nadie... o, bueno, quizá si lo haría el francés.- Ahí está mejor, ¿Cierto? Aunque sigues con las manos frías. Vamos, toma un poco de té... ¿O quieres que Ollie te mime? -una leve carcajada salió de sus labios- Abre la boca, François... eso... ahora traga. -unos suaves masajes en la zona del cuello y pudo escuchar como el líquido descendía.- Si sigues dependiendo así de mi no podré dejarte ir jamás... ¿Qué? ¿Es que eso quieres? ¡Oh! ¡Yo con gusto! ¡No sabes como te amo, no lo sabes!

Le rodeó desde atrás y depositó unos suaves besos en el cuello, en las clavículas, poniéndose de puntillas para llegar con facilidad a esa zona; su lengua repasó aquellas zonas hundidas, y escuchó a su lado una risa suave, nerviosa. Las manos del inglés se escabulleron por la camisa mal acomodada y la arrancó de un rápido movimiento, oyendo aún cuando hacía suyo aquel pecho el sonido de los botones rebotando contra el piso. Mordió los pezones planos, sintió como aquella carne pútrida era un manjar dentro de su boca... y mientras se alejaba para volver a hacer suyos esos labios, no pudo evitar notar como en la comisura de los suyos algo se había adherido. Un vello, pensó, deteniendo su paso, oyendo reclamos, exigiendo que subiera...

-¡No! -la voz de Oliver, desesperada, llenó la habitación. La voz se apagó y desapareció cuando vio entre sus manos un pedazo de piel descompuesta y olorosa, mientras su espalda era una con la pared. La alucinación se fue de sus ojos y contempló un cuerpo mal acomodado, tanto sus ropas como su postura, una expresión de horror en el rostro y aquellos ojos que habían sido las esferas de su mundo reducido solo a unas cuencas vacías.

Cómelos, cómelos...

La sangre estaba esparcida por todo el lugar, en su rostro, en sus ropas, y aquella iluminación le hizo darse cuenta del sabor metálico que tenían sus dientes y su lengua. La habitación comenzaba a quedarse sin luz, el calentador se apagaba y una mano fría tocó su espalda.

-Oh, idiota, ¡Idiota! ¿No viste lo que hiciste? ¿No eres consciente de tus acciones, Oliver Kirkland? -lo único que atinó a hacer fue echarse a correr y encerrarse en el baño.- ¡Maldito seas en el infierno por quitarme la vida! -La voz estaba junto a él, y si se giraba tal vez podía verlo. Pero solo se sentó en el piso y se rodeó las rodillas, apegando su frente y estrujando sus párpados.- Tendrás que pagar por haber hecho mis últimos minutos un suplicio. -las carcajadas del otro llenaron el baño- ¡Lo estabas planeando hace días! Y ante ti tienes la soga... Vamos, arriba. ¡Arriba, maldita sea! -Como si una mano lo hubiera sujetado del brazo, Oliver se puso de pie, con los ojos llorosos, con el cuerpo temblando, asustado. Una suave mano acarició su rostro, y cuando le vio notó una sonrisa de oreja a oreja. Ante si pudo ver a François sin su típico cigarrillo en los labios, indicándole el camino.- Si llegas al infierno te estaré esperando. Pero no hay cupcakes, es el karma, es tu dolor... el suplicio tuyo que disfrutaré ver.

Las risas y las lágrimas se extinguieron en el aire cuando unos pies colgaron a treinta centímetros del suelo.

[APH] ¡Reto MP3! {Multipairing}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora