Cartas - ArgChi.

134 15 3
                                    

Mi groso Manuel:

Ya no duermo por las noches contemplando el blanco techo de mi habitación en Buenos Aires. Y cuando lo intento, despierto asustado, porque una pesadilla se ha llevado una parte de vos, ha cogido tu alma y puedo ver un vacío oscuro donde tú y la chaqueta que me prestaste no están, tu recuerdo se pierde, tu mano me deja.

Ni dos semanas han pasado desde la última vez que contemplé tu figura siendo un punto distinguible entre otros puntos, mientras mis ojos se empañaban en lágrimas por la distancia que nos comenzaba a separar. Como vos decís, "¡Por la chucha!". Pibe, vos no sabés como echo de menos tus manos con las mías y tu voz agarrándome a puteadas, esas que yo tanto amo.

De mi retina no sale esa imagen de nosotros en una de las ciudades a la que me llevaste: Valparaíso. Todavía recuerdo aquella noche, ¿Todavía la recordás? Corría un viento de la putamadre... tú me pasaste tu chaqueta, porque estaba desabrigado. Bien boludo yo, ¿no? Tu olor era tan... quizá desde las orillas del Pacífico se podía distinguir un poco de tu olor propio. Esa mezcla de mar y vino y madurez impropia de alguien como vos, con ese aire de persona cerrada que protege el cofre del tesoro más valioso del mundo y que tiene la llave de él a quien solo a una persona se la va a entregar.

Nos sentamos en ese cerro, casi en la cima, con el mundo a nuestros pies... te venía conociendo desde hace poco, y en ese viaje me enamoré, en ese lugar, en aquel pedazo de tierra que se tragó mi alma cuando nuestras manos chocaron. Y tomé la tuya, Manuel, tomé tu mano y era tan cálida como tu corazón. Me dijiste "fleto culiao" pero no me soltaste...

Contamos barcos. Contamos estrellas, nuestras vidas, te hablé de Sebastián, te hablé de mi patria en la que ahora mismo no quiero estar. Hablar de esto, hablar de ti me trae los recuerdos de aquella noche, donde el ladrido de un perro nos hizo correr como locos hacia un callejón, donde tus labios secuestraron los míos y donde quedé prendado de ellos, de tu cabello enloquecido por las ráfagas de viento, de ti...

Acá no te escucho, Manuel. Y leo la carta y me da pena, me dan ganas de sumirme en un vacío, pero me consuelo con que aún tengo algo tuyo. Sebastián me dice que la chaqueta me queda bien, y es como llevarte encima, pero no es lo mismo, no es el mismo calor de tus manos, ni de tus pies enredados en los míos en esas sábanas de una hostal que con suerte nos acogía una noche. No es como escucharte susurrar sonrojado palabras nunca antes oídas, frases silenciosas que eran interpretadas con las caricias de una mano...

Yo sé que te dije muchas cosas, te hablé de mi vida, de mi, te dije todo eso, pero nunca te dije lo importante. Manuel, yo... yo te amo, y sé que no es lo mismo verlo escrito con mi puño y letra que escucharlo de mis labios, pero el mundo pasa tan rápido que cuando uno piensa que ya lo ha dicho se encuentra en una habitación cuya puerta tocan cada dos por tres preguntando si estoy bien porque no quiero ir a las fiestas a conocer gente nueva.

No quiero gente nueva, mi groso Manuel.

Te quiero a ti.

Solo quiero decirte que no fui un pasajero en tu vida, y que aunque cuesta tener el dinero acá, ahorro peso a peso para comprar el pasaje y tomar el bus más próximo para Santiago, para tu casa. Yo quiero tenerte a mi lado siempre, Manuel, y con las boludeces que pasaron te necesito más junto a mi. Tu chaqueta será mi consuelo, el cariño de mi alma hasta que vuelva a tomar tu mano y te tenga que obligar a que caminemos por las calles entrelazados, diciéndole a las personas que nos mire con cara rara "me chupa un huevo lo que vos pienses, yo soy feliz y vos no".

Quizá no tan literalmente.

Espero que esta carta que te escribo aparezca pronto en tu puerta, y que luego sea yo quien allí esté, así que la enviaré tan pronto como la termine.

Espero tenerte cerca, y muy pronto.

Atentamente:

Martín Hernandez.

PD: Te amo Manuel... te amo.


Extra.

Martín:

Ahora me vienes a mandar una carta, csm.

No tratí de hacerte el romántico, vas a tenes que pagarme los vasos que he roto por su tu culpa y las treinta lucas que he gastado en ron. O al menos gástate esa plata en el viaje pa'cá', igual la Aurora no va a volver en unos meses, así que va a haber una pieza libre.

Demás que queda roncito si vení luego, si no, voh comprai la wea.

Te echo de menos,

aunque seas un conchesumadre.

Atentamente:

J. Manuel Gonzales R.

PD: También te amo, weón, y no seai un anticuado de mierda, existe algo llamado "whatsapp" o correo electrónico. Usa más el correo, que para algo lo tení.

PD2: Igual me voy a quedar con tu carta, aunque no se entienda bien la wea.

PD3: Te amo.

PD4: Igual Miguel te quiere sacar la chucha... aunque yo veo que hago con ese weón. No te preocupí. Demás que el Francisco me ayuda para que se calme.

PD5: Si tu quieres yo te paso la plata weón, pero acá me la tienes que devolver. ¿Cómo? Ahí tendremos que ver...


[APH] ¡Reto MP3! {Multipairing}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora