Capitulo 20. Nada que hacer.

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Al salir de su boca la palabra "Demasiado" cayó en mis brazos. No podía ser posible, no cuando las cosas iban tan bien. Me di cuenta que yo nunca estaría listo para cuando llegara ese momento. Observaba su rostro sonriente pero esa sonrisa desaparecía poco a poco, ya no estaba respirando, mi bonita ya se había marchado.

Inútilmente intente revivirla, había aprendido primeros auxilios en los últimos meses. Le daba respiración boca a boca y presionaba su pecho con toda la desesperación que sentía, tenía la esperanza de que despertara. Tenia que hacerlo, no podía dejarme solo.

Ella era todo para mí pero ya no la tendría más conmigo. No volvería a abrazarla nunca más ni volvería a ver su bella sonrisa, así que solo la apreté contra mí pecho, no podía dejar de llorar al ver que tenía en mis brazos mi vida entera pero ella ya no respiraba.


- Te amo mucho, eso nunca va a cambiar. Gracias por todo este tiempo, me hiciste tan feliz, sé que me escuchas, de alguna manera lo haces estoy seguro. Aun así sigues siendo la más hermosa. -Besé sus labios- Por favor, llévame contigo y no me abandones, no quiero estar perdido. Sigamos disfrutando de todo esto juntos, no sé que voy a hacer sin tus besos. No quiero estar sin ti, eres mi bonita, no puedes hacerme eso. No te puedes simplemente marchar ¿Qué hay de mí?


Le di un último beso en la frente y en los labios. Esa desesperación cada vez se hacia mas grande al grado de querer arrancarme el cabello con las manos o golpear cualquier cosa para sacar la furia de no poder hacer anda para despertarla, pero no podía ni levantarme, tampocoq ueria soltar el cuarpo de Ros.

Me salí de control y empecé a gritar como loco que la amaba y que no quería estar sin ella, besaba su rostro el cual ya estaba frió, mi garganta dolía. Layla le lamía los pies y hacía esos extraños sonidos que hacen los perros cuando están tristes, con su pequeña nariz hacia un movimiento como queriéndola levantar hasta que se echó a mis pies y dejo de hacerlo, yo no podía dejar de llorar y suplicarle que abriera los ojos y me abrazara. De repente alguien empezó a tocar la puerta.


- ¿Todo está bien ahí dentro?


Necesitaba ayuda así que deje el cuerpo de Ros en el sillón y fui a abrir.


- ¿Qué ocurre? -Pregunto una chica como de mi edad- Escuché gritos muy desesperantes.

- Está muerta. -Le respondí con la mirada baja, la voz asustada y llorando-

- ¿Quién? ¿De qué hablas?

- Mi bonita. Mi bonita murió.

- A ver, tranquilízate ¿Dónde está ella?

- En el sillón.


Me hice a un lado para dejarla pasar. Sus ojos se hicieron enormes cuando vio a Ros en el sillón, ya tenia los labios algo azules. Se acercó a ella y la tomó de la muñeca, me miró y luego agachó la mirada.


- Lo siento mucho. Sé que es difícil, tenemos que llamar a alguien para que se lleve el cuerpo.

- No -me apresuré a acercarme, obligué a la chica a que se quitara y levanté un poco el cuerpo de Ros abrazándola a mi- yo la quiero conmigo.

- Entiende, eso no es posible. Ella ya está mejor, sé que es injusto y no los conozco pero estoy segura de que no habría querido verte así. También sé que duele, pero tienes que ser fuerte. Vamos a mi casa mientras marco y llegan por ella. Te daré algo para que te tranquilices.

Mi Mejor Casualidad «FREDDY LEYVA»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora