- Lucy, ¿qué harás esta noche? ¿irás a la fiesta de Erza? -levanté la mirada del libro que estaba leyendo para encontrarme con los ojos azules de Sting. Bostecé cansada.
- No lo sé, y tú ¿irás?
- Si... no... no sé, Yukino quiere ir pero tampoco quiero dejarte sola, además de que no quiero ver a Natsu con su novia. -reí sin ganas y lo miré a los ojos con intensidad.
- No te preocupes por mí, yo estaré bien. Tampoco vayas a meterme en problemas con Natsu, no vale la pena arruinar la fiesta por asuntos personales. -sonreí quitándole importancia al asunto. Sting frunció el ceño y se sentó abruptamente en la silla frente a mí.
- Es que es injusto, no te dejó siquiera explicarte, prefirió creerle a la pu... -lo miré seriamente- ...a Lisanna.
- Sting, estoy cansada, hemos hablado muchas veces de esto.
- ¡Pero no lo entiendo! -gritó furioso, captando la atención de los pocos que estaban en el gremio- ¿Cómo puedes estar como si nada después de lo sucedido?
Apreté la mandíbula y me paré de la mesa, recogiendo mis cosas rápidamente. Antes de poder colocarme la bolsa en el hombro Sting me agarró de la muñeca.
- Lucy espera... -lo interrumpí.
- Lucy espera nada, Sting. No quiero hablar del tema, es algo que trato de superar y tú no me eres de ayuda estado a cada rato mencionandolo. Eres mi mejor amigo y te quiero mucho, pero la vida es mía y si quiero dejarlo estar deberías respetar mi decisión. -con eso me soltó de la muñeca y me fui.
Después de unos minutos dando vueltas por la ciudad mi celular comenzó a sonar. Lo saqué de la bolsa.
Llamada entrante de "Maldito Rubio".
Rechacé la llamada y apagué el celular. Me negaba a hablar con Sting, él siempre estaba recordandome que Natsu había preferido creerle a Lisanna en vez de a mí, y eso me estaba torturando. Era cierto que había decidido seguir adelante con mi vida, pero eso no quitaba el hecho de que dolía.
Natsu. Mi Natsu.
Me mordí el labio inferior con impotencia; y sin darme cuenta mis pies me llevaron a "ese lugar".
Lágrimas silenciosas se deslizaron de mi mejilla cayendo en el pasto verde.
"Estoy con Lisanna..."
Los recuerdos invadieron mi cabeza abruptamente, mis nudillos estaban blanco por la fuerza que ejercía. Sentí una presencia detrás de mí, su olor llegó a fosas nasales, por lo que me calmé de inmediato.
- Después de todo, ¿cómo puedes huir de lo que está dentro de tí?
- No lo sé... -susurré.
- La vida no es fácil princesa, llegó la hora de quitarse la corona y ponerse la armadura. -reí ligeramente. Y voltee a verlo, su cabello negro estaba amarrada a una coleta y sus ojos rojos transmitían paz.- ¿Quieres ir conmigo a la fiesta de Erza? Sabes, me haría falta una compañera, y algo me dice que a ti un compañero.
Asentí con la cabeza y me encaminé hacia él, dándole un abrazo inesperado. Maravillosamente él siempre aparecía en los momentos más necesarios para mí. El sonrió ligeramente y me tomó de la mano, llevándome a comer unos helados.
- Gracias por no dejarme caer... -susurré, consciente de que él me había escuchando.
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