Capítulo 8: Que la lluvia se lleve la tristeza.

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Capitulo 8

Que la lluvia se lleve la tristeza

Madison no podía respirar. Su espalda estaba apoyada contra un asqueroso tronco mojado. Esta mañana cuando toda la verdad había salido al aire y ella y su mejor amigo, Luke, habían iniciado una persecución para atrapar a Chris, ella se había caído gracias al dolor en sus piernas. Había llamado a Luke para que la ayudara pero no pareció escucharla, o si, pero no se podía detener. Ella tampoco lo haría.

Toda su ropa estaba mojada, sucia y apestosa. Después de la caída se había recostado al árbol y luego todo se fue a la oscuridad. Se había despertado varias veces entre la tormenta para levantarse y irse de allí, pero el dolor persistía y había vuelto a caer en la oscuridad. De seguro pescaría el peor catarro de todos. Intento apoyar su pie en el lodo, pero la molestia seguía. Tomó un respiro de paz y apoyo los dos pies en el lodo. Se apresuró a poner sus manos en el tronco y logró levantarse. Sus tacones estaban hechos un desastre, enterrados en el lodo a unos pocos centímetros de ella. La lluvia los había convertido en algo horrible. Se los había quitado cuando cayó al suelo, y ahora no valían la pena recogerlos, decidió irse así al colegio para buscar sus demás cosas.

Entonces las preguntas la atormentaron: ¿Qué pasó después de desmayarse? ¿Luke habrá atrapado a Chris? ¿Chris confesó todo a la policía? ¿Ahora estaba en prisión? ¿El caso de Susan por fin se puso a descansar? ¿Las personas se estarían preguntando donde estaba ella? ¿Se habrían, aunque sea, acordado de que Madison nunca salió del bosque? Por supuesto que no. Nadie la estaría prestando atención a ella. Ni siquiera su madre, quien estaría sumida en el oscuro presente. Quien había visto a Susan incontables veces con Chris. Pero ella no era la del problema. Madison lo era. Madison era la que debía estar sumida en el oscuro presente. La que debe estar en un mar de lagrimas. La que debe estar comiendo kilos de helados en su habitación mientras veía viejas fotos de sus amigos. Donde Luke, Susan y ella se veían llenos de vida.

Sus pies desnudos se hundían en el lodo y los truenos se hacían más pequeños. Ella odiaba tener sus pies enterrados en lodo, ramas rotas y bichos, ¿pero que más podía hacer? Si se ponía los tacones sus pies dolerían más. Hizo una nota mental para cuando llegara a su casa, para embarrarse de crema en las partes donde se habían comenzado a formar moretones.

Su cabeza comenzó a dolor. Todo lo que había pasado hoy había sido un huracán. Jake el profesor extra lindo que había sido su novio la primavera pasada. El encuentro con Chris. La persecución. Todo daba vueltas, pero como ya Chris había sido atrapado, las preocupaciones de quien era el asesino habían sido puestas a descasar. Ahora solo se limitaba a pensar en su siguiente futuro en el último año. El colegio no podía dejar que Jake se quedara a dar clases. Era ilegal. Y ni siquiera con un expediente abierto podía permitir eso. No podía.

Tardó unos veinte minutos en llegar el colegio, claro, después de haberse caído incontables veces, haber maldecido a Chris, rezar por Susan, pensar en el hambre que tenia y llorar, llorar y mas llorar. La escuela lucia tenebrosa a la luz de la luna. Las muchas veces que había estado de noche en el colegio, se había sujetado al brazo de Susan. Una punzada de doler cruzó por su corazón. Extrañaba a Susan, pero estaba aliviada de que su caso ya estaba oficialmente cerrado.

Las puertas principales del colegio se cierran después de la hora límite, pero la puerta trasera siempre estaba abierta, que era por la que ella y sus amigos siempre se habían metido. Cruzo el colegio hasta llegar, la abrió y se adentro, había una gran humedad que generaba un frio infernal. Tuvo que calentarse sus antebrazos suavizándolos con sus manos. Sus pies sucios y mojados dejaban marcas en el suelo y las gotas de su cabello caían a pares. Los terroríficos sonidos de los calentadores, el metal hundiéndose en el frio, el viento, hacían que sus pensamientos de que alguien la vigilaba se hicieran más fuertes.

Together to DeathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora