Capítulo 5: El secreto de Ella.

10.3K 401 71
                                    

Había pasado ya una semana en la que Mía había cuidado a Ella y a su pequeña hermana Rose, la verdad no era difícil, Rose era una bebita muy dormilona y Ella era buena onda con Mía la mayor parte del tiempo, a menos que le haya ido mal en la escuela, se comportaba grosera o indiferente como sí desquitara con Mía las cosas malas que le pasaban; pero en realidad no pasaban mucho tiempo juntas, Ella se la pasaba encerrada en su cuarto haciendo tareas de la escuela y Mía hacía sus tareas en la sala.

Un lunes por la tarde Mía se encontraba aburrida, había terminado sus tareas temprano y la bebé se encontraba dormida, así que decidió ir al cuarto de Ella, se le ocurrió que tal vez podían platicar un poco o ella podría ayudarle con sus tareas o quizá podrían jugar un juego de mesa.

Mía se dirigió al cuarto de Ella, escuchó algunos gemidos del otro lado de la puerta, no sabía sí abrir la puerta o no, pues estaba mal invadir la privacidad de Ella, por otro lado la curiosidad la mataba, quizá, sí se atrevía a abrir la puerta y Ella se enojaba con ella, Mía le explicaría el que pensó que estaba con alguien y que ella le tenía que recordar que no debía de invitar a nadie a la casa; se quedó unos momentos pensando en qué tan malo podría ser abrir la puerta, podría ser que encontrará al novio de Ella y Ella haciendo el amor, o simplemente podría encontrar a Ella comiendo chocolate y gimiendo por el placer en su paladar.

Finalmente después de meditarlo, mientras escuchaba más y más gemidos y la curiosidad la inundaba cada vez más, Mía decidió abrir la puerta con mucho cuidado, dejándola emparejada para poder observar un poco, encontró a Ella sobre la cama boca abajo con su almohada entre las piernas, moviendo su pelvis de arriba a abajo o en círculos.

Aquella imagen era rara para Mía "¿Acaso se estaba cogiendo a su almohada?" se preguntó, pero aunque aquello era extraño, al mismo tiempo le pareció excitante, Mía siguió observando a Ella desde la puerta, sintió algo húmeda su coño al verla retorcerse cuando llegó al orgasmo, lentamente cerró la puerta haciendo el mínimo de ruido posible.

Los siguientes días Mía se dirigió a la misma hora para observar como Ella se masturbaba, el martes la vio tocarse en forma de círculos con el dedo medio y el índice de la mano derecha la vagina por encima de la ropa, mientras con su mano izquierda se tocaba una bubi por debajo de la ropa, todo esto boca arriba en la cama.

El miércoles la joven se estaba tocando el culo, estaba dando pequeños círculos alrededor de su ano y de vez en cuando fingiendo que lo embestía con su dedo, esto también lo hacia con su mano derecha y también sobre la ropa, y está vez se estaba tocando la otra bubi con su mano izquierda.

El jueves Ella se penetro el coño con sus dedos, se embestía una y otra vez con la mano derecha mientras la izquierda alternaba tocando entre ambos pezones de sus bubis.

El viernes la joven hizo lo mismo que el martes, sólo que esta vez boca abajo, lo cual parecía disfrutar más que boca arriba, porque sus gemidos eran más fuertes.

Realmente A Mía le encantaba verla, se mojaba un poco su ropa interior pero no le importaba, se sentía tan excitada al escucharla jadear y verla temblando al llegar al orgasmo, como deseaba tenerla bajo ella de esa manera, deseaba verla desnuda, poseerla por completo, pero trataba de no pensar en ello era obvio que Ella la rechazaría sí se enterara de lo que siente por ella, además de que sí llegaba a cacharla viéndola seguramente no querría volver a verla, la tacharía de loca pervertida, todo aquello sólo hacía que Mía se preocupara, de hecho habían varios momentos en los que Mía pensó que sus miradas se encontraron y su corazón casi se detenía del susto de ser atrapada viéndola, pero no había pasado, de aún así la culpa la comía viva, además de que realmente sí se sentía como una loca pervertida.

Los sentimientos de Mía estaban hechos un desastre, no sabía si sentía algo por Ella más que sólo querer poseerla, no sabía sí le gustaba aquella mocosa malcriada, aquella joven dulce, buena onda y a veces tímida, aquella muchacha libidinosa, no, no lo sabía, incluso cuando había soñado con ella todos estos días, o incluso cuando la hacía sentir ese extraño escalofrío en todo su cuerpo cada vez que tenían contacto físico, quizá siempre sintió una fuerte atracción por ella desde aquella vez que la vio caminando con sus amigas en la escuela, pero nunca se dio cuenta porque estaba siempre pensando en Emily, por la cual Mía sabía que seguía sintiendo lo mismo, porque aún le dolía su rechazo hacía ella, el tener que ser sólo su amiga era una tortura, el tenerla cerca y no poder besar sus labios, todo eso la mataba, pero de alguna forma Ella había logrado que por algunos minutos su mente no estuviera pensando en Emily y todo se volviera un desastre, quizá si le gustaba Ella.

La niñera de Ella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora