Habían pasado dos meses desde aquel día, las jóvenes seguían disfrutando de su compañía, no sólo haciendo el amor, ya se habían explorado demasiado entre besos y caricias, ahora sólo lo habían hecho una y máximo dos veces por semana, Mía ya no era tan tímida y había sido la dominante en varias ocasiones, lo cual le encantaba porque podía ver a Ella temblando bajo ella, llegando al éxtasis, pero más que sólo ser un disfrute carnal, por así llamarlo, era algo emocional, hacer el amor para ellas también era unir sus almas, era darse cariño, hacerse saber cuanto se querían.
A parte de tener sexo, las jóvenes también disfrutaban saliendo al cine, haciendo tarea juntas, dando un paseo por un parque muy cerca de la casa de Ella, viendo programas de televisión, cantando como locas canciones de one direction o Taylor Swift, porque resultaba que Mía compartía gustos musicales con Ella, lo cual era genial porque Mía adoraba cantar, además no tenía mala voz; con Emily aquello de cantar juntas habría sido una simple fantasía estúpida de parte de Mía, pues a ella le gustaban grupos como slayer o black sabbath y no toleraba la música pop; pero eso ya no tenía importancia, ahora Mía estaba con Ella y era muy feliz.
Pero de las cosas que más disfrutaban era a veces tener una simple charla de amigas, descubrir que tenían tantas cosas en común, tener pequeñas discusiones tontas, insultarse en broma, hacerse reír la una a la otra, decirse cosas cursis, tiernas y románticas, saber que aquello no era sólo por el sexo sino por amor.
El día en la escuela se fue muy lentamente, Mía se encontraba dibujando en su libreta corazones, estaba muy aburrida, necesitaba ver a su novia, distraerse un poco, era raro sentir esa gran necesidad de ella, últimamente todos sus pensamientos se encontraban reducidos a Ella, quizás porque era su primer amor.
Al salir de la última clase, Mía se despidió de todas sus amigas y corrió hasta la reja emocionada, al ver a Ella fue a su lado, la abrazó por la cintura y la besó en los labios, en ese momento ya no le importaba quién la viera, era como decirle a todos: ¡soy lesbiana y está bien, no me importa que opinen lo contrario! realmente necesitaba eso, necesitaba sentirse libre, creer que podrían caminar por el mundo como cualquier pareja heterosexual, sin ser juzgadas por nadie.
Ella se separó de ella, seguía sintiendo miedo a las opiniones ajenas, fingió una sonrisa y caminó junto a Mía a la parada, donde su chófer pasó a recogerlas, está vez las miraba un poco extrañado.
Ya en la casa las jóvenes hicieron la rutina de siempre (hacer tareas, cuidar a Rose, etc) luego de eso fueron al cine a ver una comedia, la mitad de la sala estaba llena, pero eso no evitó que se la pasaron besándose la mitad de la película, y la otra mitad riendo, al salir iban tomadas de la mano, tomaron el camino más largo a casa, como sí quisieran quedarse en ese hermoso y tranquilo momento para siempre y es que todo era tan perfecto, las calles casi vacías, el viento soplandoles suavemente, los árboles llenos de flores y lo más importante su cómoda y hermosa compañía.
En cuanto llegaron a la casa tuvieron un arranque de pasión, tenían que celebrar que se habían dado su primer beso en público, que caminaron de la mano sin importarles nada, que había sido un hermoso día, así que comenzaron a besarse de lengua y Ella metió la mano en el sostén de Mía.
-¡¿Qué demonios están haciendo?!- gritó alterada la madre de Ella, provocando una mirada nerviosa en ambas jóvenes
-Mamá... ¿qué haces aquí?- dijo Ella sorprendida y con mucho miedo
-Regresé por unos papeles del trabajo- respondió la mujer con calma, se dio la vuelta y se marchó
-Mamá... ¿estás bien?- pregunto Ella caminando había su madre, quizás le aterraba más que no la haya regañado, pero la mujer sólo siguió caminando -mamá... no llores- dijo al notar las lágrimas cayendo de su rostro -dime algo... no me ignores...-
-¡No sé que decirte, creí que sí nos mudábamos olvidarías esas estupideces de tener novia, pero has vuelto a tener otra!- la mujer miró a Mía con ira -¡Como pudiste corromper a mi hija! ¡Eres mayor que ella, voy a demandarte por abuso!- dijo dirigiéndose a Mía
-No puede, tengo 17 y lo más importante es que nunca obligue a su hija a nada- respondió Mía con voz seria y fría.
-¡Entonces me encargare de que nadie vuelva a contratarte como su niñera!-
-¡Deja en paz a Mía! ¡yo empecé todo!-
-¡Tú cállate! ¡y mañana mismo empacas tus cosas!-
-Pero mamá no quiero mudarme-
-¡No discutiremos sobre esto!- gritó la mujer aún más enfadada -¡Y tú ya lárgate de mi casa!- gritó dirigiéndose a Mía, menos mal que se le pagaba por adelantado, sino la mujer no le hubiera dado ni un peso.
Mía se sentía frustrada, estaba indefensa, quería hacer algo pero no podía, salió de la casa mostrando indiferencia aún cuando tenía ganas de llorar pues estaba dejando a su primer amor atrás.
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La niñera de Ella.
RomanceMía es una joven de 17 años que trabaja como niñera, normalmente cuida a niños de entre 5 y 12 años, pero esta vez se encuentra muy nerviosa porque tiene que cuidar a Ella: una jovencita de 15 años que estudia en su misma escuela y a su hermanita me...