Capítulo 4.

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CAPÍTULO 4.

Eran las cinco de la mañana. No las seis. Ni las siete.

Las cinco.

¡¿Quién pone el despertador a las cinco de la mañana cuando la primera clase es a las seis?!

Gemí débilmente aplastando la almohada contra mi cráneo, intentando, sin éxito, que el sonido cesase. Era una canción pegajosa en español.

—¡Buenos días, compañera! —Bramó alegremente Anne.

Como respuesta sacudí el pie que se salía de las sábanas, estaba frío y abandonado, pero estaba tan adormilada que hasta moverlo me parecía demasiado tedioso.

—¡Vamos! ¡Hace un día perfecto! —Continuó canturreando y saltó sobre mí cama, mandando una sacudida a mi sistema.

Me arrancó la almohada de la cara, del impulso, me lanzó fuera de la cama. Me sobé la frente, joder, ya me había dado dos veces. ¡Dos! ¡Dos en la cabeza! A este paso mis neuronas se resentirían.

—Hola. —farfullé desde el suelo con los dedos perdidos en mi revuelta melena pelirroja.

Anne sonrió, feliz de haber logrado su propósito. Me levanté del suelo, bostecé con fuerza y me rasqué la cabeza. Seguía ese ritual desde que tenía cinco años.

—¿Te vas a duchar? —Interrogué mirando a Anne que seguía revoloteando por mi cama.

Ella negó con la cabeza y se sentó de golpe. Agarré el neceser sin dejar de observarla, hice el camino de espaldas al baño, comiéndome los pocos muebles de por medio.

Una vez en el baño presioné el botón de mí teléfono. Era demasiado pronto, pero en el hueco que me sobraba podría dar un paseo, o algo.

La canción comenzó a resonar, rebotando contra las paredes y siendo captada por mis oídos. Comencé a cantarla mientras me desnudaba.

Golpeé las bragas con el pie para terminar de sacarlas del tobillo donde se había quedado atrapada y salté al agua.

Chillé al primer contacto con el agua caliente. Pero,poco a poco, me fui despertando y solté un prolongado suspiro.

"It's ilke we never happened, was it just a lie
If what we had was real, how could you be fine? 
'Cause i'm not fine at all"

Seguí cantando mientras comenzaba a aplicar el champú de melocotón en mi cabello.

****

Ciento cinco escalones.

Ni uno más, ni uno menos.

Tras la ducha había cogido la mochila, que la noche anterior ya tenía preparada y con ella a  la espalda me había despedido de Anne. Odiaba quedarme en un sitio sin hacer nada.

Aunque era de todas formas, contar los escalones que había entre las dos escaleras, era, contraproducente, me entretenía.

¿Un pequeño detalle a tener en cuenta?

Repetir el trayecto tres veces para cercionar los cálculos, resultó agotador.

Por eso, a las seis y media me senté jadeante en el primer peldaño y aspiré profundamente por la boca, calmando el alocado pulso que vibraba en mi garganta.

Los profesores que habían comenzado a asistir al recinto eran una minoría, a pesar de faltar menos de media hora para el comienzo de la primera clase del curso. No paraba de tamborilear los dedos con el esmalte de uñas negros recién dado, contra la tapa de mi desgastada libreta. Quería abrirla y ponerme a pensar en cualquier cosa que no fuese el asfixiante sonido del enorme reloj que marcaba arbitrariamente los segundos.

Desde que era pequeña me había fascinado la inflexibilidad del tiempo, no le importaba nada, solo continuaba su camino, indiferente, daba igual a quienes se llevara por delante. Y a la vez, lo subjetivo que era la percepción del mismo; podía pasar volando, o los segundos se convertían en breves y finitas eternidades.

Y... había comenzado a divagar. 

Me levanté, sacudí los pantalones granates que llevaba y tiré del jersey blanco de punto hacia abajo. Como no se me ocurría una alternativa, subí por cuarta vez en el día los escalones en dirección a la primera clase universitaria de mi vida. Mi opinión sobre la primera vez era... delicada, pero eso lo trataremos más adelante.

El aspecto fantasmagórico del enorme aula completamente vacía disparó un cosquilleo de adrenalina por mis nervios. Parada frente a la pizarra sentía la enorme tentación de coger una tiza y ponerme a hacer gráficas y más gráficas. Muchos de mis profesores no entendían el porqué de mi elección de carrera. Siempre había sido un prodigio en las matemáticas. Lo que ellos no sabían, era que yo había apuntado anteriormente mi carrera, con solo seis años, en mi primera libreta. Y como todo lo escrito, fue cumplido.

Terminé marchándome al fondo de la sala, sin haber impregnado mis dedos de tiza. Los enormes pupitres compartidos estaban abiertos a mí, podría escoger cualquier sitio. No tenía límites. Pero, con seguridad subí al último tramo, giré a la izquierda y continué por el estrecho pasillo entre las mesas hasta el extremo que se apoyaba en la pared lateral. Dejé la mochila sobre la silla, la libreta en la mesa y me quedé de pie, con los ojos entrecerrados y los labios entreabiertos, alcanzando a leer los carteles superiores al encerado. 

Perfecto.

Tres minutos antes de que el timbre finalmente sonara, el aula comenzó a llenarse de un goteo continuado de estudiantes, que uno tras otro, miraban la sala y seleccionaban sus asientos. 

La fila que yo misma había inaugurado fue la menos solicitada, solo dos chicos, con cara de adormilados se sentaron al otro extremo, dejando ocho sitios libres entre ellos y yo.

Lejos de molestarme me motivó y logró que sonriese con conformidad. La gente solo era una distracción adicional, que fuera de clase podía aceptarse, pero dentro, era, más que un estorbo. 

Antes de que el profesor también entrase en el aula una figura conocida franqueó el marco de la puerta, y a grandes zancadas se dirigió a la última fila. Le contemplé, repentinamente nerviosa.

No podía ser.

No, simplemente no.

Me fijé con más atención, aún albergando la esperanza de que mis ojos me estuviesen gastando una mala pasada. No, joder, no. 

Continuó hasta que quedó a un asiento de distancia de mí. Sin medir palabra se sentó a mi lado, no antes de darme una profunda mirada que me erizó el vello de la nuca. 

Y, de la nada, uno de los puntos de mi lista se había colado en mi primera clase.

De la nada, Lucas Griffin se había convertido en mi compañero.

Sin razón aparente pasé una página del libro para tener algo que hacer.

¿Por qué a mí?  

¿Por qué a mí?  

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⏰ Última actualización: Mar 03, 2016 ⏰

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