Capítulo 2

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Mis ojos se abrieron con brusquedad mientras que me incorporaba inmediatamente, visualicé cada parte de mi habitación para regresarme a la realidad pues había vuelto a tener aquel sueño o mejor dicho aquel recuerdo que me persigue, no me deja tranquila jamás, aún a pesar de que han pasado ya 6 años. Por lo que, consideré rápidamente el lavarme la cara en el baño.
El agua fría recorría mi cara, levanté mi rostro para mirarme al espejo, ya no lucía tan desastrosa lo cual me alivió un poco. Por otro lado mi castaño cabello parecía haber querido rebelarse contra el cepillo, cuando logré cepillarlo un poco, lo recogí en un chongo alto, el cual decidí decorar con un listón color vino. Mi cabello se resiste a la mejor de las planchas, en sus peores días prefiero hacerme una coleta, trenza o chongo, si no puedes con el enemigo, únetele.

Por otro lado, realmente me gustan mis ojos verdes y mis largas pestañas, iguales a los ojos dulces y cristalinos de mi madre.
—¡Charlotte el desayuno está listo!—Gritó Amani desde la parte inferior de la casa. Es una mujer de unos 50 años de edad, me parece que viene de Suiza,asusta que tenga una fuerza de una mujer físico culturista de 30 años o algo por el estilo. Cabello negro azabache pero con algunas canas, aunque siempre se lo está pintando nuevamente para que no se le noten los plateados cabellos, su cara siempre lucia fresca a pesar de las arrugas que se asomaban notablemente por su cara. "La belleza cuesta" es lo que Amani siempre repite cuando gasta su dinero en tratamientos para la cara, cabello y todo lo que se pueda arreglar sin cirugías.

Bajé las escaleras de madera obscura rápidamente y algunos escalones chillaron. Amani me esperaba junto con jugo de naranja y un sandwich de la forma en la que suele prepararlos, sinceramente siempre le quedan excelentes.
—Te has levantando temprano—Dijo colocando las manos sobre sus caderas. Las cuales tienen algunos kilitos de más pero para su edad no luce mal.
—Si, incluso antes que el despertador.—Levanté mis hombros e hice una mueca con la boca—Creo que tuve una especie de presentimiento.
—¿Bueno o malo?—Preguntó mirándome interrogante.
—No lo sé—Respondí con indiferencia.
— ¿Qué tal van tus calificaciones?—Preguntó acercándose al fregadero para eliminar la grasa y comida pegada en los platos de la cena de ayer.
Su pregunta me hizo recordar que debo intentar mejorar mi calificación en Química, la vez anterior no me fue de lo mejor. Pero en mi defensa, quise entregarle la tarea que el maestro anteriormente me había permitido entregarle después y este no me la quizo recibir. Ese profesor definitivamente algo tiene contra mi, juraría que esta clase de cosas las hace a propósito y especialmente a mí.
—Bien—Respondí y le di unas cuantas mordidas a mi sandwich para pensar en la manera de cambiar el tema rápidamente, ya sabía a donde se dirigía esto y prefiero ahorrarme un sermón sobre por qué debo tener buenas calificaciones—, Ya es tarde.—Miré el reloj rápidamente, casi sin fijarme bien en la hora. No era mentira del todo, en realidad era medianamente tarde.
—Claro, corre que llegarás tarde, tienes 17 años, casi 18 y debes hacerte responsable—Dijo sin mirarme pero haciendo señas con la mano indicando que me apresure—, tu tío me contó que uno de tus profesores le había pedido que procures llegar un poco más temprano.
«Química»–Pensé inmediatamente.
Afirmé con la cabeza y tomé lo que quedaba de mi sandwich para comérmelo en el camino a la tienda de antigüedades donde mi mejor amiga Cassie me recogería.

Mi tío Pat, su nombre es Patrick pero siempre a preferido su abreviación, cabello negro azabache pero con canas, las arrugas y ojeras lo hacen ver algo mayor pero nunca ha tenido problemas graves con su salud, es bastante alto y de complexión delgada. Estuvo casado con una mujer llamada Clara, era una mujer de facciones finas, con una mirada dulce e inocente, las fotos que Pat ha tenido en su habitación desde su fallecimiento mantienen su tierna belleza eternamente joven, es triste pensar que una chica con tanta vida reflejada en sus ojos haya perdido esta misma gracias al descuido de un conductor alcoholizado, un accidente que a Pat le informaron horas después del horror. Años más tarde me acogió cuando era niña y caminaba perdida entre el enorme laberinto de construcciones y luces. Es el medio hermano de mi papá y la única familia que tengo. Mis padres, cuando yo era un indefenso bebé recién nacido, nombraron a Pat como mi tutor legal en caso de que algo pasara.  Como si hubiesen adivinado el futuro mucho antes de que pasase. Por alguna razón, nunca le contaron acerca de mis poderes, me parece ridículo ya que ellos lo denominaron como mi tutor. Sin embargo, nunca me he visto en la necesidad de usarlos frente a él, los he practicado, dominado y desarrollado por mi cuenta gracias al libro que encontré en el cuarto de mamá antes del incendio.

LA CONSTERNACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora