Capítulo 5

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Me alejé de él colocando una mano en su pecho.

—Yo ni siquiera te...— mi frase quedó inconclusa, ya que fuimos interrumpidos por Kath.

Katt: ¿Qué pasa? ¿Ustedes ya se conocían?- preguntó claramente sorprendida.

—En realidad no.—
—Por supuesto.— 

Dijimos al unísono, él colocando un brazo sobre mis hombros. Me giré en su dirección con una ceja alzada.

—¿Ah si? Mucho mejor, así serán más fáciles las presentaciones y el ambiente no será tan incomodo entre los nuevos.— sonríe. —Me la han solucionado un poco.—

Asentí con una sonrisa de lado y espere que volviera con el resto del grupo para lanzar su brazo atrás.

—¿Qué ha sido eso? Yo no te conozco de nada.— le recriminé directamente.

—Ya te lo dije, ya hemos hablado antes y no sólo me refiero a los mensajes.— respondió de lo más tranquilo, como si no notara mi molestia.

—Si así hubiera sido ya lo hubiera recordado, seguro que recordaría tu cara.— dije un poco alterada. —Dime realmente porque me sigues y como sabes sobre mi.—

Levantó su mano mostrando el dedo índice, justo frente a mi cara.

—Primero, yo no te seguí, también fui invitado.— lo miro con duda. —Sí, tenemos amigos en común, así que deja de mirarme así. Segundo, me gustaría que te des la oportunidad de conocerme...mejor.—

Río ligeramente. —¿Se supone que es una oportunidad para mi?— miro hacia los demás, los cuales nos hacían señas. Luego vuelvo la mirada a él. —Por ahora vamos a dejarlo, sólo hasta que ellos se vayan. Pero si vuelves a decir otra mentira ante ellos, voy a decir la verdad y llamaré a la policía. ¿Entiendo?— me giro sin esperar respuesta de su parte para dirigirme donde se encuentran.

—¿Dónde iremos?— quiero saber en cuanto estoy frente al grupo.

—A Lilia se le ha ocurrido ir a comer a un lugar cerca de aquí ¿a ustedes qué les parece?— dice mirando también tras de mi.

—Por nosotros está bien, iremos.— respondió Demian poniéndose a mi lado. Sólo me límite a confirmarlo con un asentimiento.

Caminamos por la avenida principal que conduce al centro y detuvimos el andar frente a un restaurante de comida japonesa. Pidieron mesa para el número de personas que eramos y nos condujeron a la plata alta del lugar.

Cada uno tomó asiento donde prefería, yo lo hice del lado de las escaleras y justo como había previsto, él se sentó justo a mi costado.

No dije nada, simplemente tomé el menú que me colocaron al frente y miré para poder decidir platillo.

Al cabo de unos minutos, volvió quien nos atendía para poder tomar nuestra orden. Todos estuvimos de acuerdo por un Nabe para compartir y cada quien pidió una bebida.

-Disculpen, yo tengo, curiosidad...- hablo Frank en cuanto la mesera se fue. -¿Cómo se conocen?- dijo colocando sus manos bajo su barbilla.

De inmediato miré a Demian. —Cuéntales como nos conocimos...— claramente yo también quería saber, a ver que se inventaba.

—La librería de Miguel Angel de Quevedo, en la cafetería del lugar.— la mesa se quedó un momento en silencio, yo estaba tratando de recordar aquello que ha dicho.

—¿Te ayudó con algún libro o tú a ella?— interroga esta vez Bryan, que según dijeron, es amigo de Demian.

—Ninguna de las dos, pero tampoco diré más, pretendo que ella lo recuerde pronto y ya le he dado demasiadas pistas con esto.— terminó de decir para beber un poco de su bebida recién llegada.

Los que se encontraban frente a nosotros en la mesa me miraron ahora a mi, como esperando que lo hiciera en ese preciso momento.

—No me presionen, no sé de que habla.— dije con indignación.

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Un par de horas después de hablar sobre nuestras vidas en el último par de años, planes a futuro y acordar una nueva salida; nos separamos fuera del restaurante.

—¿Cómo volverás, Karla? Si quieres vamos juntos.— me dijo Frank.

—Eso estarí...— de nuevo interrumpida.

—No se preocupen, yo mismo la llevaré de vuelta a su casa.— dijo colocándose Demian a mi lado. —Debemos hablar sobre algo ¿verdad?— dijo esta vez dirigiéndose a mi.

—Sí, por supuesto que no lo he olvidado. Hay algunas cosas que aún debemos aclarar después de todo.—

Estuvieron de acuerdo al final y se fueron en dirección opuesta de como llegamos.

—¿Dónde vamos a hacerlo?— digo girándome para mirarlo a los ojos.

—Hombre, que si quieres aquí mismo.— comenzó a sacarse la chaqueta. —viendo tu necesidad yo...— corté sus palabras poniendo mi mano sobre boca.

—Yo me refiero a HABLAR!!— suspiro con pesadez. —Ya que hiciste que se fueran y me debes llevar tú, voy a escucharte. ¿De acuerdo?.—

Asintió y yo retiré mi mano de su rostro. Caminamos en busca de un buen lugar para sentarnos sin tener que volver a pagar una mesa y terminamos en la explanada de un principio. Ahora sobre el césped.

Lo miraba esperando que dijera algo.

—Dijiste algo sobre la librería, una en especial...— dije sin despegarle la mirada. —...la que siempre visito.—

—Sí, también lo que dije sobre ello es verdad.— dijo más serio.

—¿Cómo? ¿Tú también la frecuentas?. —Aún seguía sin entender.

—Siempre pedías un Chaí con deslactosada y canela extra.— dijo como si lo estuviera recordando, con una sonrisa adornado su rostro. Yo le escuchaba con atención. —Siempre llevabas el mismo tipo de novelas.—

—Tú...— cubrí mis labios con una mano. Ahora lo sabía.—-¡Eres el chico de la barra!— dije como si fuera el descubrimiento del siglo.

—¡Bingo!— ríe alzando sus pulgares y yo sólo golpeo mi frente.

—¿por qué no me lo dijiste desde un principio? ¿Sabes cuanto te habrías ahorrado?— se encoge de hombros. —Espera... ¿Y lo de mi número?—

—Bueno... Resulta que soy muy amigo del gerente en esa sucursal y le rogué que fisgoneara el sistema para conseguir tus datos. Eso fue fácil, ya que eres cliente preferente y tienen como contactarte.— sonríe como si estuviera orgulloso de tal cosa.

—En algo tenía razón, eres todo un acosador.— me mira ofendido.

—Bien, lo admito, pero realmente sentí la necesidad de buscarte y no sólo esperar que volvieras cada que tuvieses tiempo para ir.— lleva una mano sobre mi cabeza. —Y todavía creo que valió la pena.—














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