Capítulo 3

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-¿No puedes hacer que te suplan?

-¿Estás loco Hyuk? No puedo hacer eso. Debo volver de inmediato a la oficina central. Mientras regreso, pueden quedarse en este hotel, las reservaciones ya han sido hechas. Hay dos habitaciones continuas. La del chico de finanzas y la nuestra -Sungmin se acercó lo más que pudo a HyukJae y le susurró al oído –Tendrás que explicarme porque llevamos al nuevo a Brentidet. El portal que hay aquí en Europa se abre solo una vez cuando se invoca, así que tendrás que esperar a que regrese.

-Lo sé min, lo sé... -Sungmin se dio cuenta de cierta desesperación en HyukJae, entonces una idea llego a él

-Hyuk... No será que ¿Él... él es Donghae? –Sungmin recordó que HyukJae no le permitió conocer el nombre del chico y el que lo llevara hasta Brentidet era prueba suficiente para llegar a esa conclusión

-Cómo puedes pensar eso... lo que pasa es que... parece ser que él... ah... -HyukJae discernía si decirle la verdad a su socio o no

-Basta hyuk, me doy cuenta que no lo dirás ¿Cierto? –HyukJae solo calló ante las palabras de Sungmin –Regresare en una semana, por favor, piensa bien las cosas

-Está bien –Sungmin se acercó a HyukJae y lo beso. HyukJae no sabía cómo reaccionar, no sentía nada por su amigo, pero hace años hacían lo mismo, era algo ya por costumbre. En ese momento vio como alguien abría la puerta de su habitación y se quedaba en la puerta mirando hacia donde estaban él y Sungmin, al ver a esa persona, su pulso se aceleró. En la puerta estaba Donghae viéndolos. Sin embargo, no esperaba que la persona en la puerta tomara con gran fuerza la puerta, HyukJae supo de inmediato que Donghae estaba reaccionando al beso. Aun recordaba lo posesivo que era hace 250 años. No pudo evitar la alegría al ver los celos en Donghae. Su mente maquino una idea rápidamente y tomando de la cintura a Sungmin, profundizo el beso sin dejar de ver a Donghae ¿Cómo reaccionaría? HyukJae ya lo veía venir, Donghae entraría y lo separaría de Sungmin para después tomarlo entre sus brazos y recordarle quien es su alma enlazada. Pero lo que a continuación paso, no lo espero. Los ojos de Donghae brillaron con ese color tan hermoso, ese azul que era solo de ellos dos, pero de ellos brotaron lágrimas. HyukJae se sorprendió al verlas caer una a una. Donghae salió corriendo de inmediato y él se quedó sin saber qué hacer, Sungmin se separó un poco y le sonrió

-¿Puedo interpretar este beso como un avance? –HyukJae solo sonrió en lugar de responder, su mente estaba totalmente perdida y sus pensamientos estaban en Donghae y la enorme decepción que vio en sus ojos.


Donghae seguía corriendo sin entender que había pasado. Había ido al cuarto donde estaba el presidente HyukJae para hablar sobre los documentos que ayudaron a sacarlo del país, pero al abrir la puerta lo que vio lo dejo sin palabras. El presidente y su socio se estaban besando en la sala de la habitación. No sabía porque, pero al verlos sintio una gran ira crecer dentro de él. Quería acercarse hasta ellos y separarlos a como diera lugar ¿Por qué? ¿Por qué tenía esos sentimientos? ¿Por qué le importaba lo que el presidente hiciera? Él era nuevo y solo había pasado poco tiempo desde que se conocieron. La determinación de entrar y tomar al presidente entre sus brazos para borrar cualquier marca que el socio dejara en él, dominaba por completo sus instintos, pero antes de hacer lo que su corazón ordenaba, vio a HyukJae verlo a los ojos y por si fuera poco, profundizo más el beso. Dolor y decepción fue lo que Donghae sintió. Una profunda tristeza tomo el lugar de los sentimientos que hace poco lo dominaban, sin saber cómo, las lágrimas inundaron sus ojos y comenzaron a brotar una por una. Al ver la reacción del presidente salió corriendo de aquel lugar. ¿Por qué sucedía todo esto? Estaba completamente fuera de lugar, se sentía perdido. ¿Cómo podía tener esos sentimientos en él? Se sentía traicionado, pero ¿Por qué? ¿Por su jefe? Eso era una tontería ¿No? Llego hasta su cuarto abrió la puerta y entro. Comenzó a caminar de un lado a otro, tomando su cabeza entre las manos. Una punzada comenzaba a formarse en su cabeza y amenazaba con hacerse más fuerte. Fue hasta la cocina y tomo un vaso de agua con la esperanza de que el dolor desapareciera pero no fue así, se acercó a su cama y se acostó de inmediato, el dolor simplemente no desaparecía y no sabía qué hacer. Tomo su teléfono busco y marco el número de la única persona que podía ayudarlo. Las lágrimas se hacían más y se encontró a sí mismo sollozando. En ese momento la cálida y familiar voz respondió

Mi promesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora