Capítulo 9

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Donghae había llegado finalmente a Brentidet, a su hogar. Sin embargo toda la alegría que podía sentir al volver después de tantos años se opacó al recordar de nuevo el dolor dentro de él. Podía sentir la insistencia de HyukJae por comunicarse con él a través del enlace, pero no sedería ante nada. Caminando de manera rápida se dirigió a un lugar en el que recordaba haber estado hace tiempo. Aquel lugar donde comenzó todo

Años atrás

Donghae no podía ocultar su felicidad. Finalmente se había enlazado a su alma destinada; Lee HyukJae, el dios guardián de la espada sagrada. Lo amaba demasiado, aquel dios era perfecto, pero no solo por su estatus, si no por ser quién era. HyukJae había llegado a él antes de saberse su alma enlazada y se había sentido atraído por él. Cuando apareció en su vida, todo mejoro. La soledad y tristeza se esfumaron, HyukJae le hacía olvidar todos aquellos sentimientos negativos. A su lado pasaba ratos agradables y únicos. Con el paso del tiempo, el amor fue surgiendo en ellos. Y no fue hasta el día en que su relación de amistad se vio en peligro de romperse, que se confesaron el amor que sentían el uno por el otro.

Llevaba dos años enlazado a HyukJae y era inmensamente feliz al estar junto a él.

Aquel trágico día, algo andaba mal con la espada sagrada, Donghae al enlazarse a HyukJae se había convertido en guardián. Cuando llego hasta el lugar donde esta reposaba, grande fue su sorpresa el no verla en el lugar de siempre. Donghae intentó comunicarse con HyukJae para decirle lo que pasaba, pero no podía, había un bloqueo entre ellos. Sabía que no había mucho tiempo, debía encontrar al culpable antes de que hiciera mal uso de la espada. Después de buscar por todas partes, llego hasta una aldea. Cuando estaba a unos metros, se horrorizo al ver la escena delante de él. El bello color que adornaba siempre a aquel lugar, se veía opacado por el color rojo escarlata de la sangre. Donghae no pudo continuar, aquello era terrible. Una crueldad que no podía soportar. La rabia que sintió al ver a todas esas personas asesinadas estaba causando estragos en él. Así que sacando valentía de lo más recóndito de su ser, se puso de pie y se dirigió a gran velocidad hacia el camino que dirigía a la siguiente aldea. Cuando estuvo a punto de llegar, se detuvo de inmediato. Frente a él, el ladrón y culpable de los asesinatos, caminaba con la espada en mano. No lo conocía, pero por su presencia, estaba casi seguro de que era un dios. Donghae no había tenido oportunidad de conocer a los demás dioses encargados de la espada, ya que antes de eso, debía dedicarse al entrenamiento. Además, al ser una pareja recién enlazada, no se le permitía a HyukJae decir quién era Donghae, no al menos hasta que la estabilidad de ambos fuera la adecuada, para lo cual no faltaba mucho tiempo. Donghae se paró frente a aquella persona, era un chico con una cara muy hermosa, un buen cuerpo y una mirada fría

-Detente, estas atrapado... ¿Quién eres?

-A ti eso no debe importarte... Donghae, alma enlazada del dios guardián HyukJae –Donghae se estremeció al oír la voz de aquel chico ¿Cómo lo conocía? -¿Te sorprende que sepa tu nombre? Uhm... para alguien de mi rango, no es difícil investigar unas cosas, ni menos cuando tu alma enlazada confía ciegamente en mí

-Lo sabía, eres uno de los dioses guardianes de la espada... ¿Cómo has podido hacer esta horrenda acción? ¿Sabes cuál será tu castigo? La muerte... Has cometido algo imperdonable

-En ese caso, el castigo debería ser para el verdadero culpable de todo esto

-¿A qué te refieres?

-Si alguien debe ser castigado, ese eres tu... -Donghae se inmuto ante la declaración de aquel sujeto ¿Por qué decía aquello?

-No sé qué quieres decir, yo jamás te he visto en mi vida. No creo haber hecho nada malo

Mi promesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora