El primer día.

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Lentamente bajo uno por uno los escalones de la entrada de mi casa.

Extiendo mi mano estimando que enfrente de mí se encontraría aquella reja cuya altura solo alcanzaba mi cintura.

-Aun no entiendo la utilidad y la supuesta "seguridad" que se supone debería brindar esta valla- murmuró en una voz casi inaudible, solo ella o alguien con un oído agudo lo escucharía.

Esta valla y reja eran lo único que podía impedir es que algún animal del tamaño de un perro pequeño o a lo mucho algo medianamente un poco mas grande no pasara, cualquier persona con al menos cuatro dedos de frente podría abrirla fácilmente, pensaba en esto mas como algo decorativo que algo que podría tener un uso verdadero

La empujo con relativa facilidad y salgo al exterior, al callejón de la cuadra donde vivo.

Es relativamente amplio, podría encontrarse decenas de personas fuera de cualquiera de las casas que había a lo largo de la cuadra y aun habría un cómodo espacio para moverse.

Lo se porque me tome la libertad en mis vacaciones de pasear por todo el callejón con mi bastón blanco y "toque" de esquina a esquina toda la cuadra, aburrido si, pero necesario.

Gracias a eso no tengo ni el más mínimo problema al transitar diariamente por la calle, claro...

Pegada a la pared por si acaso

Lo peor que me podía pasar al menos mientras fuera a la escuela es que no reconociera ni por el tacto ni por los sonidos en donde me encontraba.

Podría estar a centímetros de la pared pero eso para mi era una ansiedad y un momento de terror que invadía totalmente mi mente.

Ese mundo desconocido más allá de donde podían alcanzar mis manos.

Era algo que me intrigaba y a la vez me aterraba la idea.

Pero bueno...

Mientras me dirigía a la escuela a paso veloz ya que hace casi nada sonó la segunda alarma de mi teléfono indicando que ya faltaba muy poco para el inicio de las clases.

La segunda alarma la configure para que me avisara 15 minutos antes de la hora de entrada, mi primera clase comienza a las 8:30am me quedaba poco tiempo para llegar a la escuela y así evitar alguna sanción por llegar después del comienzo de las clases.

Aunque eso era algo poco probable que aplicaran eso el primer día de clases, adicionalmente tomando en cuenta mi situación.

Era algo ventajoso pero a la vez molesto.

Pero solo me molestaba, si esto hubiera empezando desde este día o hace un año, hubiera sido muy distinto de un simple "que molesto"  pero eso lo llevaba viviendo desde que era muy pequeña.

Cualquier diría que no tiene nada de malo un trato especial para aquellos que lo necesitaban, pero eso no era lo mismo para ella, quería que la trataran como una igual sin importar que no pudiera ver, intento e intento hacerlo pero eso no cambiaba y seguía el trato "especial" por su discapacidad.

Así que lo único que pudo hacer es aceptarlo o más bien soportarlo.

Pasaron algo así como 5 minutos y ya podía escuchar el sonido característico de los pájaros cantando, los jóvenes hablando entre si dirigiéndose todos a su respectiva casas de estudio ya sea su instituto o universidad para iniciar su nueva vida escolar o solo un año mas de lo mismo.

En todo el camino no dejó de tocar la pared con la yema de los dejos deslizándolos sutilmente a lo largo de toda la superficie, como si tocara una tela fina con delicadeza, lo hacia así porque pensaba que no se vería tan obvio que algo andaba mal conmigo.

En parte eso funcionaba, pero no siempre.

Soy muy reacia a utilizar mí bastón blanco para toquetear sutilmente todo lo que se encontraba frente de mi a la altura de los pies, no le gustaba eso.

Quería sentir como caminaba las personas con confianza sin necesidad de eso, aunque a veces tenia que usarlo y se volvía un si o si por eso siempre lo traía consigo por esas ocasiones "especiales" en que lo necesitara.

Era obvio que se me ensuciarían los dedos por el contacto continuo por la pared que no estaba necesariamente siempre limpia por eso siempre cargaba un pañuelo en los bolsillos de mí falda para cada vez que sentía que mis manos estaban sucias.

De repente siento un relieve y un tacto plástico, como si de un cartel empotrado a la pared se tratase.

-Ahhh finalmente llegue a la escuela- suspiró internamente de alivio.

Caminó un poco mas sin dejar de tocar la pared y cuando dejo de sentirla supo que tenía que girar hacia la derecha.

Era la entrada principal, donde se escuchaban un sinfín de voces a su alrededor.

Entro en un leve ataque de ansiedad ya que ella dependía de sus oídos mayormente para ubicar en que dirección ir.

Aunque ella había hecho este recorrido muchas veces antes, aun así no pudo evitar con un leve sabor de amargura que tenia que usar su bastón para guiarse.

Lo saco de quien sabe donde, lo desplegó ágilmente y lo coloco en frente de si.

De repente.

Casi todo a su alrededor se silencio.

Pudo escuchar como las personas que se encontraban enfrente de ella se apartaban de delante suyo por el sonido de sus zapatos chocando con el piso de concreto.

Lo poco que pudo escuchar eran los leves murmullos de los alumnos de primer año exclamando palabras como "pobrecilla" o "que mala suerte tiene ella" entre otras tonterías innecesarias de decir.

Y a su vez con un escalofrió pudo sentir una masiva cantidad de miradas que se dirigían a un punto.

Ella era ese punto.

Las miradas en si no eran lo que la molestaba, lo que hacia que hasta le hirviera la sangre era que esas miradas.

Estaban cargadas con un sentimiento de lastima.

Era algo que ella detesta, no toleraba esas miradas

Sentía que eran miradas que la atravesaban y le provocaba un sentimiento fuerte de tristeza.

Bajo la cara pero no por pena, sino para que no pudieran ver su cara y frunció el seño en su rostro, con lagrimas que solo le faltaba un poco para brotar de su rostro blanco como la porcelana mas fina soportadas con pura fuerza de voluntad.

-(¡Maldita sea, dejen de mirarme de esa manera, no necesito su lastima!)- exclamo con furia, pero solo dentro de su mente.

Solo siguió caminando, pero las miradas solo se acabaron y el sonido a su alrededor volvió cuando por suerte la campana empezó a sonar, indicando que las clases estaban a punto de comenzar.

Tan rápido como llegaron las miradas estas se esfumaron en el aire y todos se dirigieron dentro de la escuela rápido antes que dejara de sonar la campana.

Menos ella.

Ella se quedo quieta en medio del camino.

Unos segundos después solo se podía sentir el viento en su rostro haciendo el intento de secar la única lágrima que se deslizo por su mejilla pero sin caer al suelo.

El sonido del viendo arremolinado chocando contra las hojas de los arboles.

Y el leve sonido de su respiración.

Pasó su antebrazo rápidamente por su rostro para desvanecer esa lagrima persistente que no quería simplemente caer.

Respiro profundamente y así, caminó hacia el interior de la escuela.


A ojos cerrados - Pausada Por Edición-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora