Capitulo 4

29 9 6
                                    

Capitulo 4

-Creo que deberías hacerlo-Afirmo Diana con el teléfono sujeto entre la cara y el hombro mientras removía un chocolate caliente y con la otra mano planchaba un uniforme pequeño.

-Creía que ya me habías dicho donde se podía meter su propuesta-le recordó Agnés.

Diana rio.

-A salvo por esas palabras mágicas...

<<73,000 dólares>>

-Tú dices palabras mágicas, pero yo veo el potencial de algo que se volverá un peso encima.

-¿Y? ¿Es que tenías otros planes para este nuevo año?

Eso era verdad, y un poco triste.

-Escucha Agnés. No quiero volver a aburrirte con mis discursos de que deberías tomar esa propuesta, de que la vida es para los vivos, pero si alguien me lo ofreciera a mí, lo aceptaría en un abrir y cerrar de ojos. Es una oportunidad para hacer todas las cosas que has desplazado toda tu vida mientras no parabas de trabajar y ahorrar. De vivir un poco.

-Sabes porque trabajo tanto

-Sí, conozco el juramento de <<A Dios dejo como testigo de que jamás pasare hambre>> Tú no eres tu madre, Agnés. Eres económicamente más estable y segura que muchas personas de tu edad ¿No hay espacio en tu gran plan para algo de diversión?

Le dolió el pequeño discurso que Diana había dicho sobre el objetivo de toda su vida y todo lo que la llevaba a las palabras que había dicho. Pero en el fondo, ella sabía que su amiga tenía razón. Pero también reconocía que era demasiado orgullosa para admitir esas palabras. O que esos pensamientos salieran de su boca.

-Soy divertida

- Oh, cariño. No, no lo eres. Eres asombrosa, inteligente, una compañía muy interesante y muchas cosas más, pero eres tan divertida como Dave. Eso es lo que hizo que ustedes dos...-contuvo sus palabras al notar lo que estaba a punto de decir- No tienes nada que perder. Acepta 73,000 dólares que te ofrece ese hombre y mímate. Considéralo un premio de consolación por no haber terminado casándote con mi estúpido hermano.

-No es estúpido, Di-Musito Agnés- Simplemente, no me ama.

-Bueno, pues yo te quiero Agnés, y como tu amiga te digo que aceptes el dinero y corras. No tendrás otra oportunidad igual. Y ahora tengo que dejarte, los niños están por comenzar la tercera guerra mundial.

Cortó la conexión en el móvil y se sentó en el sofá. No le costó reconocer que Diana tenia razón. No había nada en su vida que unas cuantas actividades nuevas a interrumpir.

Sus objeciones no eran con el tiempo, sino con la implicación de que estaba rota. Era defectuosa.

<<Eres tan divertida como Dan>> ¿Se daba Diana cuenta de lo que decía? ¿El señor seriedad?

Y se dispuso a recordar una frase repetida en varias ocasiones en su adolescencia: Cuando en las mañanas nadie te despierta. Cuando en las noches nadie te espera. Cuando puedes hacer lo que quieras ¿Cómo le llamas a eso? ¿Libertad o soledad?

Pensó. A su edad, eso era pura y triste soledad.

El sueño se apodero de sus ojos quedándose, cinco minutos después, totalmente dormida.

Se encontraba en un gran teatro. Algo antiguo a su parecer. Con grandes y hermosas columnas y un gran candelabro de cristal colgaba del gran techo. Había cuatro grandes caminos. Uno a su derecha, otro a su izquierda, una detrás y otro delante. Quería ver que se encontraba en esos extensos pasillos. Pero ¿Por dónde ir primero?

De pronto de el camino del lado derecho se enciende un gran reflector, del que Diana sale sonriéndole. Agnés no oculto su sorpresa.

-¿Diana? ¿Que haces aqui?

-Sí, esa misma. Solo estoy aquí para decirte que tomes riesgos. No te diré que hacer ya que esa es tu decisión final, pero vive más. Sal, diviértete. Ese contrato no estará por siempre allí. No pierdas la oportunidad.

Ella escuchaba esas palabras atentamente. Vivir más. Algo que definitivamente debía hacer.

El reflector reflejo su potente luz ahora en el camino de la izquierda en el cual se encontraba su abuela con una sonrisa de apoyo.

-Abuela- Afirmo, ya no necesitaba preguntar. Tenía claro que esas personas ya las conocía.

- Hay mi niña. Te amo tanto. Y sé que te esfuerzas demasiado para no volver a la miseria- Lagrimas salían de sus ojos- Pero tú no eres igual a tu madre. Tú has aprendido a luchar y eso es muy importante. Estoy muy orgullosa de tu trabajo. Te mereces esa oportunidad que te están dando. Así que vívela como si fuera lo último que harás en tu vida.

Limpio las pocas lágrimas que había derramado. Miseria. Una palabra que sinceramente no quería en su vocabulario. Nunca.

La luz ahora se enciende en el gran camino a su espalda. Allí se encuentra su madre. La última persona que deseaba que le diera un consejo. Y más si la palabras <<Dinero>> Estaba en ella.

-Hola-Dijo su madre con algo de timidez.

-Hola- Dijo Agnés con una mueca. Aunque no apoyara los actos que cometía con su vida, al fin y al cabo era su madre. Quien le dio la vida y quien la trajo a este mundo.

-Sabes que no soy la mejor dando consejos. Digo que tomes ese dinero y lo gastes en tu vida. Pero claramente tú no tienes mis grandes impulsos. Así que es tu decisión. No sé que mas decir. Sabes que no soy buena en esto.

-Lo sé- le dedico una sonrisa de boca cerrada.

-¿Agnés?

-¿Si?-Alzo su rostro y vio a su madre con ojos llorosos.

-Te amo.

-Yo también madre, yo también.

Antes de que pudiera decir algo más, este camino se apago. Dejándola en la gran oscuridad a punto de volverse loca. Cuando pensó que empezaría a llorar, el cuarto y último camino se encendió dejando ver, a nada más y nada menos, que el guapo de James Rush. Con el contrato ofrecido en sus manos. Este le sonrió.

-Veo que todavía no has decidido.

-Creo que es bastante obvio.

-Deberías aceptar. Una forma de volver. Una segunda oportunidad, Agnés. Una oportunidad que no veras todos los días. Totalmente pagado. No estarás ni un segundo dándote malos comentarios de ti misma. Estarás bastante ocupada como para pensar en el pasado. Es tu futro. Estamos construyendo tu futuro. ¿Y...aceptas?

Se despierta de golpe. Fue todo un sueño. Aunque parecía todo real. Se pellizco solo para saber que había despertado para luego sumirse en todos sus pensamientos de duda.

Eso hacía tres de tres a favor. Diana y su abuela consideraban que sería bueno para ella, y su madre...Bueno, ¿Qué otra cosa diría una mujer que no puede controlar su dinero o sus impulsos?

Se estiro y deposito el contrato de EXOR sobre su regazo. En la primera página figuraba la recomendación de su abogado sujeta con un clip.

Firma, había escrito. Y le había adjuntado la factura. Eso hacía cuatro de cuatro. Cinco, si contaba al atractivo y persuasivo James Rush.

Con una solo persona en contra:Ella.

Encontrando a su alma gemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora