Kristen:

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 De niña nunca he tenido amigos. En sexto grado, las otras niñas me detestaban por tener ojos azules. Aunque si los observas bien, son celestes con una pizca de verde en el centro. Pero en octavo, cuando mi padre comenzó a golpearme, ya no eran celos, mi cara destrozada les causaba gracia. Me he acostumbrado a estar sola y me gusta. Nadie se fija en mí, así que no tengo nada que pretender.

 He rechazado a muchos chicos. No es que sea presumida, pero sin golpes en la cara tengo mi atractivo. Aunque parezco una niña de doce años, tengo nariz pequeña y cara demasiado delgada. Cómo sea, siempre los he rechazado porque no quiero que hieran mis sentimientos, no quiero que las personas entren a mi corazón. Tarde o temprano las relaciones terminan y no quiero perder tiempo con algo que sé que acabará. Por eso siempre me he obligado a ser fría. 

 Creo que hay una excepción.

 Jake Cooper siempre me ha atraído desde cuarto grado. Solía ser muy popular pero actualmente es el chico solitario. Es muy diferente a los demás chicos, por dentro y por fuera. Tiene cabello castaño oscuro y ojos del mismo color pero penetrantes. Tienen un brillo que nadie más posee. Es pálido y alto, tiene espalda ancha y debe de tener diez centímetros más que yo. Suele sentarse debajo de un árbol en el jardín de la escuela, en todos los recesos se queda mirando a la nada, pensando en miles de cosas, seguramente. Siempre me he preguntado qué pasa por su cabeza.

 Recuerdo el día en que hablamos, una vez, en séptimo grado. Me encontraba en la cafetería y los populares se acercaron a mí, incluyéndolo. Uno de ellos tiró mi bandeja y todas las personas comenzaron a reírse, seguro lo hacían porque sus novias me detestaban ya que en ese entonces no tenía golpes en la cara y no encuentro ninguna otra razón. Aunque, eso es lo que hace popular a una persona: parecer superior rebajando a las demás personas. Jake se quedó a un lado observando toda la escena. De vez en cuando reía, para fingir. Quisiera dejar en claro la persona qué es, pero no puedo asegurar nada ya que ni siquiera yo lo sé, a lo mejor sólo me estoy ilusionando. El punto es que, luego de todo eso se acercó a mí.

-Hola- dijo cabizbajo

Herirá tus sentimientos.

-Hola- lo saludé lo más fría posible

-Perdón por lo de hace unos minutos, es que mis amig...- le corté la frase

-¿Son unos estúpidos? Sí, eso lo sé

Levantó la cabeza y frunció el entreceño, sorprendido más que enojado

-No todos dicen eso de ellos- suspiró

-Qué sorpresa- bufé

-Sí- sonrió de lado, metiendo las manos en sus bolsillos

 El silencio inundó el pasillo en el que nos encontrábamos. Él clavó su mirada en mis ojos y no la retiró. Recordé que debo ser fuerte y sobre todo fría, mostrar indiferencia. Sostuve la mirada. Tal vez él creyó que era un juego, pero yo aproveché esa situación para observar sus ojos, cómo ya dije, penetrantes. Siempre era igual: Sus cejas encorvadas, sus hombros hacia adelante, su cabeza algo inclinada y su mirada elevada. Es un chico miterioso y gracias a él deducí que los misterios me encantan. 

-Sabes, Kristen, me agradas- dijo sonriendo ampliamente, extraño- Debo irme

 En el momento en el que se dió la vuelta dispuesto a irse sin más, supe que él tampoco quería que nadie entre a su corazón. Necesitaba revelar sus misterios.

-¡¿Cómo sabes mi nombre?!- pregunté gritando debido a la distancia

-¡Clase de literatura!- respondió

Sabe mi nombre. Me recordará. Tengo un pequeño espacio en su mente. 

 Soy fría, pero sé que en algún lugar está esa chica cálida que desea salir y tengo miedo a que lo haga. No herirán mis sentimientos, no otra vez. 

























BullyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora