Cap. 7

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Mientras Amanda se marchaba, Dylan al estar con sus amigos no pudo evitar soltar una carcajada, uno de sus amigos llamado Gerardo, sobándole la espalda a Dylan exclamó:

-¡wow viejo! Ya la tienes amarrada, eso es todo

-No creo, no se le nota, créeme, esta chava será difícil, hay algo en ella que me incomoda- dijo Dylan sarcásticamente- definitivamente era un patán.
...

Empezó la lluvia y a Amanda le faltaba mucho para llegar a su casa, mientras ella limpiaba sus lentes y cubría sus libros para que no se mojaran, no se percató de que estaba en un lugar algo solitario, en donde el único lugar en donde cubrirse de la fuerte lluvia era en su mochila, y sí, sacando sus más preciados libros, Amanda usó su mochila como paraguas.

Mientras sacaba sus cosas, ella notó como algo la estaba empezando a cubrir, volteó y era Dylan, con una chamarra azul tapándola de la fuerte lluvia, ella pensó en correr pero, se dio cuenta de que su último recurso era esa chamarra.

Debido a que no se escuchaba mucho la voz de ambos, gritaban lo que decían ante el fuerte sonido de la lluvia:

-Te llevo a un lugar seco, linda?

-¿qué dijiste?

-¡Que si vamos a un lugar en donde cubrirte!

-No gracias, yo puedo sola

Amanda siguió caminando con ese gran orgullo arrastrando por los suelos, pero oh, sus libros se estaban mojando al grado de estar ¡completamente empapados! Ella regresó, y con una voz algo apenada dijo:

-Bien, llévame allá

-Claro que sí, sígueme

Los dos caminaron hasta llegar a una parada de autobuses que por supuesto Amanda no conocía, era la parada "D' Milart", en donde Dylan todos los días agarraba un autobús para regresar a su casa.

-Mira, aquí te puedes quedar y agarrar un autobús para llegar a tu casa

-No, yo me iré caminando, no tengo dinero, gracias por tu ayuda, ya acabó la lluvia.

-Espera niña, toma

-¿y esto que?

-dinero, toma, para que regreses a tu casa

-Por favor, ¿qué quieres de mí? Deja de estar molestando, lo que haces es burlarte de los demás, no necesito tu dinero si es lo que tú crees, yo puedo sola y sin ayuda de un patan como tú

-oh vamos, ¿qué te hace pensar que soy un patan?

-al diablo contigo

Amanda se fue caminando, mientras más alejaba más notaba la mirada de Dylan al ver cómo se marchaba esta, ya al estar lejos; Dylan le gritó:

-¡Por lo menos dime tu nombre!

Amanda para no ser molestada, le invento uno:

-Scarlet, mi nombre e Scarlet, adiós.

No gritaron palabra alguna y los dos regresaron a su casa.

Apuesta milagrosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora