Capítulo 1

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No había mejor forma de solucionar las cosas, y yo lo sabía. Mi mamá había perdido el trabajo, papá estaba enfermo, y mis cinco hermanos tienen menos de diez años.

Me tomó días asimilar lo que estaba pasando, pero no podía quedarme de brazos cruzados, con ambos padres destrozados, tenía que hacer algo. Nunca imaginé que tendría que valerme por mí misma. Tomé el poco dinero que me quedaba ahorrado, no era demasiado.

Lo conté, lo volví a contar, una vez más. Otra y otra. Imposible.

Una semana después, cuando ya me di cuenta de que mi madre estaba tomando decisión serias y arriesgadas para conseguir algo de dinero, me llegó la posibilidad de una beca algo extraña, demasiado extraña. Mi universidad, me permitía viajar gratis hasta España, Madrid. Pero claro, los estudios serían gratuitos, el viaje, todo lo sería. Pero vivir sola era otro gasto, que podía pagar. Muy justo y arriesgado, pero no tenía más opciones.

Hablé con mi familia al respecto y logré que me escucharan. No sin armar un discurso antes.
- Pero, hija... tenés tan solo 19 años.- Protestaba mi madre.- No estoy lista para dejarte ir a otro país, lejos de mí, de tu padre y tus hermanos.

- ¿Ves algo más que pueda ayudar? Tienen una boca menos que alimentar, y cuando tenga la guita suficiente me vuelvo a Argentina, para pagar el tratamiento de papá.

- Eso lleva tiempo, hija.- Protestó él.

- Pero... no estoy avanzando acá. No gano más de treinta pesos por día, me estoy volviendo loca, necesito encontrar algo más, no puedo dejar esto de lado.

- ¿Y vos estás segura de que te querés ir hasta allá? te la jugás toda, y volvés.- Asentí. Mis padres se miraron durante unos largos segundos.

- Será que ya la enfermedad me está haciendo alucinar, pero si vos estás segura, ¿qué querés que te diga? Andá. Solo no quiero que te pase nada malo.

Mis hermanos se lo tomaron peor. Siendo la única chica de la familia, y la mayor, era quién los asesoraba en la vida. Me largué a mi habitación a preparar mis cosas.
- España, Madrid...- Dijo mi madre, asomandose por la puerta.- ¿Ahí no vive el pibe ese? ¿el que te gusta?- Sonreí.
- Rubius, ma. El Rubius.

- Rubius... mirá si te lo encontrás, hija.- Me ayudó a doblar algunas remeras viejas y meterlas en la maleta. La miré con una sonrisa sarcástica.
- Obvio má, con 16 millones de personas atrás de él, me lo voy a cruzar en la calle y todo. No tengo plata para gastarmelo en él, por mucho que lo ame...

- Te vas a largar a llorar si seguís diciendo esas cosas. Siempre que te acordás te ponés como loca.

- A veces me dan ganas de conocerlo, pero como va la cosa... busco trabajo y me mato entre papeles y oficinas.- Mamá se sentó junto a mí.

- Nunca quise que fueras así de triste.

- No estoy triste.

- Pensarías que tenés chance de conocer a el Rubius si estuvieras entusiasmada, hija.- Ella me conocía, pero era un tema serio. No quería hablar más, así que no dije ni una palabra hasta la mañana siguiente.

Caminé a paso lento hasta el avión y me largué a llorar cuando emprendió viaje. Mis hermanos habían llorado.

Sé que parece una historia triste, pero yo soy muy feliz. Siempre estoy feliz. Aunque mi papá esté enfermo y no tenga la plata, no estoy triste. Estoy feliz porque se me da la chance de hacer algo.

¿España, Madrid? Me puse a pensar que sí había chance de conocer a Rubén.

¿Qué va a ser de mí cuando lo vea?

"Hola, te quiero, Rubén." fin de la historia. A no ser...

Vecinos por incidente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora