Capítulo 2

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  El ruido de los tacos de los zapatos que llevaba puestos, resonaban en el suelo del aeropuerto. La gente caminaba de un lado a otro, llenos de valijas y bolsos de todo tipo. Algunos niños corrían a abrazar a sus padres y algunos ancianos volvían de uno de sus últimos viajes en la vida.

  Había mucha gente gritando, riendo y con el móvil, llamando a su familia. Yo, sin embargo, parecía ser una de las muy pocas argentinas que llegaban a Madrid.  Escuchaba el acento español por todas las esquinas del lugar, y me pregunté como mierda iba a hacer para acostumbrarme a la tonada.

   Sí, seguramente era la única tonta de 19 años, que llegó a Madrid sin tener ni idea de qué va a ser de su vida. Tenía una mínima idea de en dónde viviría. Solo sabía que dentro de dos días tenía que ir a la Universidad, a seguir estudiando.
  "Mira que hay un tema serio con la educación en España" tal y tal y tal. Eso me comentó una chica española que se enteró de la situación. Me ofreció quedarme en su casa, pero preferí comenzar a no confiarme demasiado de la gente, y aprender a manejarme sola. Seguro que ella podía ayudarme a terminar los trámites para quedarme en aquél depto.

   Así es como me fui del aeropuerto de Madrid, y llamé a Camila.

- ¿Camila? Hola, soy _____.- La gente pasaba al lado mío, hablando por teléfono o llamando a sus hijos que se alejaban e intentaban cruzar la calle solos.

- _______, ¿llegaste? ¿en dónde estás?

- Recién salgo del aeropuerto, necesito ayuda.

- ¿No tenés en dónde quedarte? Te dije que puedo...

- No pasa nada, sólo necesito que me digas algún departamento en el centro de Madrid.

- Bien, hay un edificio en el centro que va a gustarte bastante. El que te mostré por fotos, ¿te acordás? Ya hablaste con el dueño. Queda cerca de donde vas a estudiar, y además, es un vejestorio, no hay chicos de tu edad que puedan distraerte de tus estudios.

- Cierto. Ja, no me molestaría tampoco, eh. Te crees que soy muy madura, no es tan así.

- A que sí, coño. ¿Irás? Te ayudo a acomodar algunas cosas. 

- Dale, pasame la dirección por WhatsApp.- colgué, y recibí un mensaje a los pocos minutos. Buscando la dirección en el gps del móvil, me tardé unos minutos hasta entender las calles. Comencé a caminar entre la gente y reconocí un par de esquinas que salieron de casualidad en algunos videos de el Rubius u otros Youtubers españoles. Por fin llegué a un edificio a mitad de cuadra de diez pisos de altura. Era bastante lujoso, había decidido invertir la mayoría de mi dinero en un buen departamento, en el que iba a poder vivir mucho tiempo, estaba cerca de la universidad, era espacioso y también, caro.
   Entré por la puerta de acerco y vidrio, hice los trámites correspondientes y sentí por primera vez en la vida, que las cosas me estaban saliendo bastante bien.

Vecinos por incidente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora