-¡Vamos, que va a llegar todo el mundo!-exclama mi madre, llevando mi bolsa, que es más ligera que el peso que llevo yo en la maleta.
-¡Claro, si llevamos una mochila que no pesa nada la vida es muy fácil! ¡Aquí la que lleva un yunque con ruedas soy yo!-le recuerdo, aún arrastrando mi equipaje por la residencia en dirección a recepción.
-¿De quién son las cosas?
-¿Quién dió a luz a la dueña de las cosas?-rebato, haciendo que ella me ignore y siga caminando, obligándome a mí a subir el ritmo.
Seguimos en silencio todo el camino hacia recepción, donde nos ponemos a la espera, con una chica antes que nosotras.
-¿Qué? Es bonito.-dice mi madre, mirando la decoración del interior.
Me paro a mirar, dándome cuenta de los detalles de toda la estancia elegidos con buen gusto, al fondo, enfrente de recepción, hay una gran puerta con un cartel en el que pone "sala común", a la izquierda y derecha, ascensores, escaleras y algunas entradas a pasillos, por gran parte de las paredes, mapas y carteles que indican las habitaciones y cómo llegar ellas, todo muy organizado.
La chica que estaba delante mío, finaliza, dándome vía libre hasta la recepción.
-Buenos días, soy Meredizth Traid.-me presento con una sonrisa agradable.
-Bienvenida, Meredizth, su pasillo es el 2C, por favor, léase las normas de convivencia que hay en su cuarto, su habitación es la doscientos treinta y dos y ésta es la tarjeta para el comedor.-me informa la mujer de cabello castaño por los hombros mientras me entrega una llave con un cartelito en el que indica el número de mi habitación y la tarjeta- Y, si usted quiere, coloque una foto en la puerta para reconocer al huésped y, la pizarra blanca es para poner el nombre, para una mejor organización.-finaliza con una sonrisa obviamente ensayada.
Tras agradecérselo, mi madre y yo emprendemos la búsqueda de mi pasillo, la cual es muy sencilla por los carteles que hay colgados.
Según tengo entendido, los pasillos no son mixtos, aunque no tenga ningun problema en eso, al parecer, soy la primera que ha llegado al mío.
-Me. Encanta.-dice mi madre dejando una de mis maletas encima de la cama de edredon blanco con unas líneas verticales un poco gruesas de color azul marino en cuanto abro la puerta de mi cuarto, situado al lado derecho del pasillo, la segunda puerta.
-Es bonita.-respondo mirando el cuarto y analizandolo a la vista- ¿Me entrará todo en el armario?-pregunto acercándome a él con el ceño fruncido.
-Claro que sí, no has traído mucha ropa.-me responde mi madre, abriendo las cortinas de la ventana, del mismo estampado que el edredon- Las vistas no están mal.-informa apartándose para que yo pueda verlas.
Apartándome el cabello rubio que se me ha puesto en la cara al agacharme para sacar algo de ropa de la maleta, miro hacia la ventana, donde puedes ver los edificios de la ciudad a lo lejos, entre ellos la universidad, que está a unos diez o quince minutos de distancia.
-Me gusta.-digo sonriente- Anda, ayúdame a sacar ésto, por favor.-digo recogiéndome todo el pelo en un hombro para que no me moleste y volviéndome a agachar con mi madre junto a mí.
(...)
Con el pelo recogido en un moño y sola en mi cuarto, pues mi madre se fue hace un rato por temas de trabajo, busco en mi cartera alguna foto que poner en el soporte de plástico transparente de la puerta, eligiendo una que me hice hace unos meses al quedar con una amiga, y quedó bastante bien, dentro de lo fotogénica que puedo llegar a ser.
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Pasillo equivocado
Teen Fiction¿Sabéis lo que es estar años, y años estudiando por un simple sueño que tenía tu yo que jugaba con Barbies? ¿Conocéis la sensación de haber luchado por conseguir rozarlo con las yemas de los dedos y que el destino decida descargar toda su ira en con...