Mientras Alex me besa tiernamente, lo único que pienso es en lo afortunada que soy de tenerlo como mi pareja; no solamente porque es guapo, sino por su forma de ser conmigo y lo mucho que demuestra amarme. Es tan, tan perfecto.
Mis pensamientos hacen que suelte un gemido de placer, acto que hace que él deje de besarme.
—¿Y eso? —pregunta mientras me guiña un ojo y hace un mohín.
—Nada amore, solo que me derrito cuando me besas.
Suelta una carcajada y vuelve a besarme, sus brazos me presionan más a su cuerpo a tal punto que parecemos uno solo. Una de sus manos sube a mi nuca para profundizar más el beso, mientras que la otra rodea mi cintura, fundiéndome más y más en su cuerpo.
—¡Basta, pervertidos! ¿No se dan cuenta que están en un lugar público? ¿No les da vergüenza montar un espectáculo, y encima gratis? —expresa Mabel, fingiendo indignación.
La observo. Bryan la tiene abrazada mientras nos observan.
—Si hablamos de pervertidos, ustedes nos llevan la delantera; además, teníamos que estar haciendo algo mientras los esperábamos —comenta Alex al mismo tiempo que se separa de mí y deja un beso en mi frente. Enseguida, siento sus brazos rodear mis hombros.
—Tienes razón en que tardamos un poco, el Ingeniero Villegas nos retuvo más tiempo del acostumbrado. —Se justifica Bryan.
Nuestro grupo de amigos al fin está conformado de seis miembros; es curioso y llamativo que seamos tres parejas de novios. Mabel es la que menos está en calma, siempre planea salidas a distintos lugares porque, según ella, no vale la pena aburrirse. Ella es de espíritu rebelde y siempre va en contra de todo; su novio, Bryan, es todo lo contrario a ella, posee un carácter apacible, pero al mismo tiempo es firme. Es de esos amigos que, a pesar de no hablar mucho, siempre es agradable entablar una conversación con él. Es de mediana estatura y sus ojos verdes quedan muy bien detrás de sus lentes de marco negro, que combinan con su cabello oscuro bien peinado. A simple vista, son una pareja dispareja, pero lo cierto es que no sé cómo logran complementarse. Cuando están juntos, son la pareja perfecta.
—Vámonos. —Nos apura Mabel—. Roy y Teresa nos esperan en el bar. Todavía no entiendo su interés por adelantarse, lo único que se me viene a la mente es que tal vez necesitan de "preliminares" —habla, haciendo cara de pervertida.
Nosotros sonreímos al entender con claridad a lo que se refiere.
—Amor, lamento objetar, pero esa no es la verdadera razón. Roy me envió un mensaje diciendo que se adelantaban porque salieron temprano. De seguro no quisieron esperar tanto tiempo. Hicieron bien —informa Bryan, tratando de cambiar el rumbo de nuestra imaginación, pero ya es tarde.
Soltamos la risa mientras nos subimos al auto de Bryan para ir rumbo al bar a disfrutar de la noche que apenas empieza.
Lo malo de los bares populares es que siempre están a reventar de gente y no hay siquiera espacio para respirar. Decidimos detenernos por unos minutos para tratar de localizar a Teresa y a Roy que, por fortuna, se vinieron antes y nos comunicaron que ya tienen una mesa.
Teresa es la más guapa del grupo, y no es que Mabel y yo seamos poco agraciadas, sino todo lo contrario: consideramos que tenemos lo nuestro, pero es inevitable que ella destaque por sus ojos verdes, el cabello rubio natural y su cuerpo muy bien definido gracias a las dos horas diarias que pasa en el gimnasio; es a la única del grupo que le gusta el deporte. En cambio, nosotras poseemos ojos y cabellos oscuros, y tenemos una buena genética para no engordar de lo tanto que comemos.
ESTÁS LEYENDO
Tú, mi salvación [En Librerías]
Romance2da Edición Esta historia ha sido publicada por Luna Nueva Ediciones Carolina es sinónimo de perfección, tiene todo en la vida para sentirse feliz, segura y satisfecha. Un padre que siempre ha velado por su bienestar económico y social. Una emplead...