Capítulo 6

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Los siguientes tres días pasan demasiado rápido entre el cambio de domicilio, la venta de ciertas cosas que no nos podíamos llevar al departamento y la visita de los abogados. Lo que me preocupaba era ambientarme a mi nuevo hogar, pero para mi sorpresa resultó ser grande, y acogedor. También entre mis preocupaciones está la universidad, se acercan las pruebas finales del semestre y necesito revisar todos mis apuntes para ponerme al día en ciertos trabajos. Como siempre, mis amigos incondicionales están en todo momento, a excepción de Alex que se le dificulta el horario por el trabajo y además porque papá no lo puede ver ni en sombras, así que por el momento solo nos juntamos en ciertos momentos en la Universidad.

—De verdad, no tengo ganas de ir. Prefiero volver a casa —objeto ante la propuesta de Mabel. Los brazos de Alex me llevan más a su cuerpo.

—¡No, no y no! —grita Mabel con tono enérgico—. Vamos todos, o no va nadie.

—Tú serás la culpable donde este cuerpo no se divierta hoy. —Me acusa Roy señalándome con su dedo índice.

Mabel y Roy quieren intimidarme, los conozco bien. En cambio Bryan y Teresa solo me observan esperando que decida. Resignada, lanzo un suspiro y miro a Alex quien sonríe al verme en esta situación.

—Está bien —termino cediendo—, pero solo los acompaño un buen rato.

—Lo que tú digas nena —respalda Teresa.

Al llegar al lugar que ha escogido Mabel, quedo fascinada, es cómodo y a la vez festivo. Aquí se lleva a cabo un show en vivo que no nos defrauda en un ningún momento. Acompañados por la música, bailamos y coreamos las canciones. La paso tan bien que me olvido de todo lo que ocurre en mi vida. No sé qué sería de mi vida si mis amigos no formaran parte de ella, lo mismo pienso de Alex quien a pesar de saber mi situación actual no me ha dejado como afirmaba papá, más bien me ha brindado su ayuda para lo que necesite, definitivamente no dejaré que se aleje nunca de mí.

Junto a la diversión, no pueden faltar las bebidas; todos intentábamos probar las variedades que hay en el lugar, es la primera vez que lo visitamos. Aunque dije que me iría temprano, no ha sido posible, me he divertido más de lo que esperaba.

Todo es perfecto, en especial los labios de Alex que recorren mi cuello y bajan hasta mi escote una y otra vez. En una de esas ocasiones, desciende hasta mi pecho y gruñe al darse cuenta de que no llevo sujetador y más cuando no puede hurgar porque en esta ocasión llevo un vestido. Sube a mi boca para arremeter una y otra vez con la suya embistiéndome en una danza apasionada. Pasa sus fuertes manos por mis muslos hasta llegar por debajo de la falda, al mismo tiempo que presiona mi cuerpo con el suyo en el asiento del bar. Para mi ventaja, el sitio donde estamos en oscuro y a simple vista no se puede divisar lo que estamos haciendo a menos que se nos mire detenidamente.

—No aguanto más... —balbucea por mi oreja mientras pasa su lengua. Me incita a jadear con sus movimientos ágiles—, si no me hundo en ti... creo que moriré —comenta jadeante.

Sin esperar más tiempo, avanzamos a tropezones con dirección al baño; mi corazón bombea sangre a más velocidad al pensar que lo haremos allí, en un lugar público. Al parecer el ambiente del bar y las bebidas contribuyen a que mi excitación y lujuria salgan a flote.

Al empujar la puerta del cubículo y asegurarnos de que tuviera el pestillo, Alex queda en la pared y sin perder tiempo me acerco a él para invadir su boca mientras le deslizo su camisa. En un rápido movimiento, queda fuera de su cuerpo y sus manos se dirigen a mi trasero hurgándolo con fuerza contra su pronunciada erección. Mi excitación aumenta al saber que soy yo la que provoca todo eso en él. Inmediatamente escuchamos que alguien entra al baño y no nos importa, Alex continúa con su hazaña logrando de un tirón bajar la parte superior de mi vestido hasta quedar en mi cintura.

—Oh... mi... amor... son tan exquisitos, —jadea suspendido en el manto de lujuria que nos cubre. Su lengua se deleita recorriendo mis pechos, abarcándolos con sus manos, presionándolos suavemente mientras yo me permito gemir de placer. Sentirlo tan entregado a mí es magnífico.

Busco a tientas su pantalón para sacar el cinturón que se interpone entre nosotros; con rapidez deslizo el cierre y bajo todo junto a su bóxer. Alex se estremece en medio del beso, se sienta en el excusado con prisa y me coloca encima de él. Inmediatamente que entra en mi cavidad, me aferro a él con ansias y deseos. Está tan duro y yo tan mojada que unido al movimiento fuerte de sus embestidas pareciera que necesito aire, arqueo mi espalda dejándome llevar al mismísimo cielo.

Sigo también el mismo juego, subiendo mis piernas a su cintura. Ese movimiento hace que Alex entre en mí por completo; excitado, él aumenta y aumenta sus movimientos a cada instante, besándonos sin control. Me aferro a su cuello sintiendo sus dedos presionando con fuerza en mi cintura, es inevitable no gemir.

—Te amo —balbuceo cerca de su oído mientras empiezo a besar su cuello. Siento que llego a mi límite—. Quiero... estar siempre contigo —confieso finalmente.

Grito cuando llego al clima tan liberador y exquisito. Alex sigue un poco más hasta que también llega a su liberación. Nos abrazamos con nuestros cuerpos sudados y derramando placer por nuestros poros; es increíble que lo hayamos hecho aquí.

—Siempre estaré a tu lado —declara.

Definitivamente no importa el lugar con tal de estar a su lado.


Tú, mi salvación              [En Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora