Capítulo 2

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Sus manos acarician mis pechos mientras recorre con su boca toda mi cintura, dando largos y sensuales besos húmedos. Me muevo entre las sábanas al compás de su tacto.

Retira sus manos para bajar despacio mi pantalón y se lleva consigo mi ropa interior mientras reparte besos y caricias por todo mi cuerpo. Retorna pronto a mi boca y entierra sus labios en los míos en un beso abrazador, fuerte y pasional; su arrebatadora lengua invade cada rincón de mi boca, la mía le corresponde con la misma intensidad.

—Te amo tanto, Caro —masculla en mi oído, logrando que de mi boca vuelva a salir un gemido.

—Alex... yo... también... te amo —emito mi sentir junto a mi voz que sale de forma entrecortada.

—No más que yo, princesa.

Toma con su boca uno de mis pezones y lo succiona, lo roza con su lengua mientras que con su mano acaricia el otro. Mis manos comienzan a recorrer con ansias su castaño cabello, su ancho pecho y sus brazos: ansío tenerlo dentro de mí.

—Alex... vamos —reclamo anhelante.

De inmediato, él corresponde a mi súplica y empuja con fuerza su cuerpo hasta entrar por completo en mí. Y yo, me rindo, me entrego por completo.

Alex se aferra a mi cuerpo con todo su peso y aumenta el ritmo de sus arremetidas; disfruto al mismo tiempo que él, sin ningún límite ni pudor, sin importar si nos escuchan en las demás habitaciones. Pensar en eso elevaba mi nivel de excitación.

Luego, al sentir la placentera sensación de llegar al clímax, mi cuerpo parece que se derrite por completo. Él sigue moviéndose lento dentro de mí, logrando que nuestros cuerpos sudados se conviertan en uno solo. Entonces, empieza a moverse con más frenesí y emite un gemido cuando logra liberarse en mi interior.

Aún con su respiración acelerada, Alex levanta su cabeza de mi cuello para darme un leve y suave beso en mi boca.

—Te amo princesa, descansa —expresa y acarician mi espalda con suavidad.

Despierto al sentir... una mordida en mi trasero. Me incorporo rápidamente y pateo a quien ha osado morderme allí. Me doy cuenta de que sigo envuelta en una sábana y desnuda. Entonces, logro escucharlo y verlo.

—¡Auch! —Se queja Alex, tocándose el estómago a causa del dolor.

—Te lo mereces, —acuso—. Nunca me despiertes de esa forma —concluyo enojada mientras paso una mano por mi trasero.

—Lo siento princesa, pero no despertabas ni con besos ni con caricias. Tuve que recurrir a esta medida desesperada, al parecer te he dejado agotada. —Sonríe socarrón—.Vamos a la ducha. —Hala de mi brazo para levantarme de la cama.

—Tengo frio —susurro.

—Allá nos calentamos, ya lo verás —completa su oferta con un beso que finaliza mordiendo mi labio inferior. Dejo que me guie hasta llegar a la ducha.

Une mis brazos con una de sus manos por encima de mi cabeza, empieza a recorrer con su boca mi oreja mientras susurra mi nombre y dice lo mucho que me desea. Cierro mis párpados para dejarme llevar por el fuego que crece en mi interior; gimo mientras él acaricia con su mano libre mis pechos, mi cintura, cadera y mi zona intima que lo reclama en una tortura placentera.

—Grita todo lo que quieras, no te detengas mi princesa.

Y como si mi boca esperase esa invitación, empiezo a gemir afanosa, suplicando que no cese.

Me lleva junto a él hasta dejar que la lluvia artificial caiga sobre nosotros, sin que nuestras bocas se separen; lleva sus manos a mi trasero y lo presiona fuerte sobre su erección. Lo atraigo más a mí mientras siento el hormigueo de las gotas que chocan con nuestros cuerpos fundidos.

De repente, Alex gira mi cuerpo para que quede a espaldas de él, acaricia mi cintura, sube sus manos hasta mis pechos, tomando por sorpresa mi espalda, mordiéndola; también lo hace con mis hombros y cuello.

Jadeo.

Sus manos recorren mi espalda humedecida y hacen que me arquee hacia el frente. Entonces, se hunde en mi cavidad y me hace soltar un grito ahogado desde el fondo de mi garganta. A continuación, arremete dentro de mí con fuerza; mis manos empiezan a resbalarse de la pared, pero las subo de nuevo porque no quiero que pare. Sale de mi interior y vuelve a adentrarse acelerando el ritmo a cada segundo; logra que disfrute con todas mis fuerzas de él. Me gusta cuando es suave, pero también me encanta cuando es así de feroz.

En un rápido movimiento, me da la vuelta para que quedemos frente a frente. Allí, no me da tiempo a gemir porque ataca mi boca, mordiendo mis labios y bajando luego por mi clavícula hasta llegar a mis pechos para poder succionarlos.

—Oh Alex... —Aprieto mi labio inferior con fuerza cuando se adentra en mí una vez más, suave y fuerte al mismo tiempo—. Alex... —Vuelvo a pronunciar su nombre sin poder proferir otra palabra. Soy presa del conocido estremecimiento que recorre mi cuerpo.

Poco a poco, el ritmo disminuye al igual que nuestra agitación. Amo demasiado a este hombre y lo que me hace sentir. Es perfecto.

Tú, mi salvación              [En Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora