—¡¡KYLE...!!, ¡¡Kyle...!!— Gritaba alguien, el sonido era lejano y cercano a la vez, esa voz se ahogaba a lo lejos pero después regresaba en forma de eco. Estaba seguro de que yo conocía esa voz. No sabía con exactitud si en verdad escuchaba esa voz o sólo era mi imaginación, no sabía sí estaba dormido, soñando o simplemente confundido. Lo único de lo que estaba seguro, era que me dolía mucho la cabeza, el cuello y la pierna izquierda.
Los gritos se combinaban con un ruido lejano y suave, era un sonido parecido al viento pero con ciertas pausas cada segundo y después de cada segundo se dejaba escapar un leve silbido. También se escuchaban truenos y gotas de agua caer, eso también podía distinguirlo cuando las perlas de agua golpeaban contra algo metálico.
Sentía que mi pecho me explotaba, y que la respiración me faltaba, intentaba inhalar y exhalar pero era como si algo obstruyera mi garganta y nariz. Era desesperante estar así.
El leve viento acariciaba mi rostro, era gélido y en pocos segundos me causo escalofríos haciendo que una corriente de nervios me recorriera el cuerpo y me pusiera los pelos de punta. Por un momento parece que sentí el clima invernal de mi natal New York en las épocas de invierno cuando tenia que salir a las calles no importase sí la temperatura fuera la más baja del invierno, siempre debía salir por obligación de mi madre y asistir a clases todos los días y sobre todo porque ella no soportaba verme de holgazán en la casa; a ella no le gustaba que yo faltará al colegio, decía que un día de clases podría definir mi futuro. Siempre tenía que levantarme a las 6:00am, hacer mi cama lo más rápido que pudiera, meterme a la ducha y cuando terminaba de asearme debía acabarme todo lo que ella me preparaba de desayunar mientras yo me bañaba. Lo que nunca olvidaré sera la tortura que me hacía pasar a diario cuando me obligaba casi a sartenazos a acabarme el puré de manzanos que preparaba... Eso me daba asco, incluso a mis 18 años debía terminar me todo ese aguado puré. Quizá sea de las cosas que más odié.
—¡¡Kyle...!!— gritaron una vez más mi nombre.
Pasaron varios segundos...
—¡¡Kyle...!!— gritaron de nuevo pero esta vez se escucho más cerca. —¡¡Kyle...!!— otra vez y esa voz se escuchaba más cerca. Dos veces más fueron las que gritaron mi nombre y de manera consecutiva el volumen aumentaba dando por hecho que la persona que elevaba la voz se acercaba a mi y por el tono en que lo hacia deduje que estaba sorprendida.
De manera involuntaria y quizá también por la desesperación de no poder respirar bien, desperté.
Mis ojos se abrieron tan grandes y tan rápidamente que la luz del techo comenzó a lastimarme la vista, causando que yo comenzara a parpadear lubricando mis ojos hasta lograr acostumbrarme a la luz blanca. Pero yo no era el único que parpadeaba, las luces del techo también lo hacían a la par que yo me quedaba sin aire.
Mi pecho era una bomba que en cualquier momento explotaría, mi garganta estaba seca, tenia ganas de toser pero no podía y sentía que algo obstruía mis fosas nasales.
Estaba demasiado alterado y desesperado. Pataleaba y lanzaba manotazos a los lados sin saber que golpeaba a la vez que trataba de tragar aire pero era imposible.
Al frente de mi entraba mucha luz, más intensa que la de las lamparas del techo. Atrás de mi se escucharon pisadas fuertes, y de nuevo esa voz aparecía pero más leve.
—¡¿Kyle?!— y alguien más alto que yo aparecía a mi derecha, no podía distinguir su rostro. Lo único que veía era una escasa silueta borrosa y de tonalidades azules posicionada frente a mi.
—¡¿Kyle?! ¡Ho... Por fin... Tranquilo Kyle trata de respirar. Espera...— pude reconocer por la voz hueca y grave que se trataba de David.
—¡Aquí esta!— dijo orgulloso y luego puso mi inhalador sobre mi boca:
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Pesadilla Viral: La epidemía.
AcakActualidad: La humanidad no estaba preparada para poder controlar tanto poder, y se les escapo de las manos... eso los llevo al borde de la extinción. Despues de que una serie de fenomenos inexplicables sucedieran en EUA, tratamos de acostumbrarnos...