Parte III: Hell

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Harry no salía del departamento de la castaña. Era un guardián constante aun cuando Hayley comenzó a ir al trabajo de nuevo, esta última se sentía bien, segura con él a su lado. Aunque podía notar cuando Harry se disgustaba cada vez que hablaba con su rubio amigo, ella no podía sentirse más extrañamente encantada ante las muestras de interés que expresaba el demonio. Fue tranquilo por un par de días, hasta que la chica recibió una llamada que la hizo sentirse devastada.

- ¿A dónde vamos? - Harry la miraba confundido, observando como la castaña se colocaba su chaqueta apresuradamente.

- Emily - Le era imposible pronunciar palabra - Está en el hospital, debo ir a verla.

Hayley esperaba que el rizado asintiera como siempre lo había hecho y la acompañara en silencio. Ella pensaba que sin dudarlo, Harry era una presencia irónicamente pacifica a su lado. Pero la expresión del rizado era un poema, contradictoria. Negó repetidamente la cabeza antes de que sus ojos amarillos brillaran intensamente. Se apresuró hasta la puerta, colocándole el pestillo y evitando que la castaña saliera del departamento.

- ¿Qué sucede, Harry? - Estaba desconcertada, solo quería llegar donde se encontraba su mejor amiga.

- No iras - Murmuro. Hayley río como si fuera una mala broma pero el demonio no se movía.

- ¿Es una jodida broma? - Pregunto con incredulidad marcándole la voz.

- Es una afirmación, una orden.

- ¿Quién demonios te crees tú para darme ordenes? - Hayley estaba exasperada - ¿Hay algo malo? ¿Es una trampa?

- No - Hizo una mueca - No para ti.

- ¿Que mierda significa eso? Emily es como mi hermana.

- No significa nada. Simplemente no puedes ir. No estas preparada

- ¡¿Preparada para qué?!

- ¡No puedes saberlo! ¡No quiero que lo hagas!

- Mueve tu jodido trasero de la puerta, Harry.

- ¿O qué? - Sus ojos se volvieron negros. Hayley suspiro sabiendo que no tenía nada contra el demonio.

- Solo déjame salir, por favor. Es importante para mí.

- No puedo dejar que vayas a ese lugar.

- Harry...- Los ojos suplicantes de la chica hicieron que algo en el oscuro cuerpo del demonio se moviera. Suspiro apartándose de la puerta.

- Si sales por esa puerta no puedes esperar a que te acompañe - Aparto la mirada.

- ¿Por qué? Ven conmigo, Harry. Por favor.

- No puedo, lo lamento - Camino nuevamente hasta la ventana.

La castaña miro por un largo momento la gruesa puerta de madera antes de quitar el pestillo y girar la perilla. Antes de salir y cerrar la puerta, Hayley pudo notarlo. Tal vez solo fue un momento de lucidez, pero pudo verlo.

Pudo ver como los ojos de Harry, escalofriantemente amarillos y algo curiosos, se volvieron de un total verde. Un verde triste que poseía una profunda soledad.

[...]

Hayley corría por los pasillos del hospital, la recepción se encontraba vacía y las personas no se detenían para hablar con ella. Miraba a su alrededor desesperada hasta que llego al área de emergencias. Miro a través de las cortinas que separaban los espacios antes de detenerse en seco en una. Miraba casi con desespero como la madre de Emily lloraba en los brazos de su esposo. Miraba como el medico desconectaba todos los aparatos que debían mantenerla en vida. Miraba a su amiga de toda la mira en esa camilla, pálida y sin vida.

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