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A la mañana siguiente, subí al auto con Bryan para ir rumbo al hospital, éste tenía ojeras y traía la misma ropa de ayer. Se había negado rotundamente a usar de la mía porque "Ya no somos nada y sería raro usar la ropa de mi ex-novio-falso", era patético.

—Oye Mouque, hueles a rayos. ¿Seguro que no quieres volver a ducharte? —le propuse pensando en que podría ligarse a Freddy. Pero, obviamente éste se enfadó el triple.

—¿Acaso por eso también cortaste conmigo, José? ¿Por apestoso? Qué bueno que terminamos.

Bufé, también era ridículo seguir hablando de eso.

—Creo que hoy me animaré a invitar a salir a Alonso.

—Sólo recuerda que llevas unas cuantas horas de soltero, eres una...

—Ya supéralo Mouque, terminamos y punto, ve y hazle este berrinche a Freddy. Quizá el te dé consuelo.

Bryan se quedó callado, por fin. Manejé en silencio hacia el hospital y me estacioné antes de mirar a Bryan, que me miraba incrédulo.

—¿Qué me ves? —espeté mirándolo socarronamente.

—No puedo entrar contigo, eres mi ex-novio-falso, sería muy extraño.

—Por Dios Bryan, cálmate. No quiero verte cuando Freddy termine contigo —Bryan me miró indignado—. Porque, no es que insinúe que terminará contigo claro...

Caminamos hacia el hospital donde entramos juntos al archivo, cómo habitualmente lo hacíamos. Bryan se posó frente al mostrador y sonrío coqueto. Como si modelara ante la cámara, Freddy lo miró sin expresión.

—¿Y ahora a ti qué te pasa? —saludó el ruloso—. ¿Tienes un tic nervioso? ¿Quieres que llame a un médico?

La sonrisa estúpida de Bryan se desvaneció, no pude evitar reírme.

—Hola —saludé en medio de risas—. ¿Sabes si puedo ver ya a Fernanda?

—Ehm, no. Aún no, tú papá no me permite dejarte entrar a verla así que está en una habitación que tú no encontrarás. Así que pueden irse, para que pasen el día juntos —nos guiñó el ojo—, ya saben, como una cita románt...

—Ya no somos nada —intervino Bryan secamente—. Terminamos, no tengo nada que ver con este cejón.

—Oh, lo siento. Y... por si te sirve —me miró—, Alonso está en análisis, puedes ir a verlo en cuanto salga.

Miré a Bryan por última vez y caminé rumbo a la sala de análisis para ver a Alonso. Una vez allí, lo pude ver: sentado frente a una chica que le extraía sangre del brazo sonrientemente. Al terminar, se levantó y salió directamente al pasillo, me lancé a una banca antes de que saliera.

Caminó frente a mí algo –al menos por hoy– alegre, parecía tener un brillo en los ojos. Algo que jamás había visto en él.

Me materialicé frente a él antes de saludarlo.

—¡Hey, Alonso! ¿Cómo estás?

—Hola Jos, bien. Me... han dejado salir un par de horas —informó—. De hecho, te iba a buscar, porque quería que me acompañaras.

Mi corazón latió rápidamente, había pensado en mí para ello.

—Oh, claro. ¿Adónde quieres ir?

—Oh bueno, pues no sé. Hace un mes que no salgo, sorpréndeme.

Sonreí, tenía más de diez ideas en mente, pero, él dijo un par de horas. Así que por ahora lo más que puedo hacer es invitarle un helado.

Salimos y lo guié a mi auto antes de abrirle la puerta, como el caballero que era. Manejé a la heladería más cercana y bajamos. Alonso miraba todo con un leve tono de nostalgia, yo solo lo miraba sonriendo. Llegamos al mostrador, un chico alto y moreno se acercó a atendernos, al verlo Alonso sonrió ampliamente.

—¿Alan? —lo llamó, el morocho volteó a vernos casi instintivamente, también sonrío acercándose. Alonso se puso de puntillas sobre el mostrador y "Alan" habló.

—Oh, Alonso hola. Hace meses que no te veo ¿qué tal estás?

Alonso hizo una mueca y decidió responder.

—Bien, estuve en el hospital por... eso.

Alan palideció un poco (lo cual me pareció algo cómico por su tono de piel) y después procedió a atendernos al sentirse observado.

—¿Y qué les gustaría llevar? —preguntó de golpe. Miré a Alonso, pidió uno de fresa, yo uno de choco-menta. El chico nos los dio y después Alonso y yo continuamos caminando a un parque cercano.

Alonso miraba a los niños jugar con una gran sonrisa en el rostro. Nos sentamos en una banca cercana, más bien él se sentó de golpe en la banca, me miró un rato y después habló:

—Así que... Jos. Cuéntame de ti. Me gustaría conocerte —soltó de pronto.

—Oh bueno, soy sólo un chico de veinte años que desea cantar, bueno, ante muchas personas: quiero ser cantante. Ahora estoy escribiendo una canción, para ir a ver a una disquera, no sé. Últimamente me vienen varias ideas... varias cosas. Pero no sé cómo plasmarlas.

Alonso sonrió.

—¿Así que cantas? Algún día me gustaría escucharte. Tu canción.

Reí.

—Serás el primero en escucharla, te lo aseguro —Alonso me miró contento, antes de desviar la vista—. ¿Y tú...? Que me cuentas.

El pelirrojo bufó, para después voltearse hacia mi.

—Ehm, bueno. Yo toco el piano. Ya te había contado que dejé de estudiar. Y bueno... qué ya vivo en el hospital. Bueno por el momento.

Mi sonrisa se desvaneció. Era ahora o nunca, debía preguntarle. Desvanecer esa duda que me carcomía desde hacía varios días.

—¿Pero... qué es lo que tienes? —solté casi en murmuro—. Claro, si me quieres decir. Nada más tenía... curiosidad.

Alonso me miró unos segundos, él tampoco sonreía ahora. Hizo una especie de mueca. Como si se debatiera entre decirme o no.

—Bueno, pues... tengo cardiopatía congénita. Es algo de mi corazón, necesito un transplante. Y bueno, aún me encuentro en la lista de espera.

Me quedé helado. No sabía qué decir, o que hacer y mucho menos cómo reaccionar. El chico que comenzaba a querer necesitaba un transplante, necesitaba más vida.

Simple y sencillamente me quedé perplejo. Nada a mi alrededor tenía sentido en aquel momento. No podía dejar de pensar en él. Necesitaba ayudarle, yo buscaría al donante. Le daría la vida que necesitaba. Costaría trabajo, pero lo lograré.

Cuésteme lo que me cueste.

"Efímero" [JalonsoVillalnela]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora