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Una semana más tarde mis visitas al hospital eran muy recurrentes, tanto que se podía decir que ya vivía en él. Por las mañanas veía a mi hermana y por las tardes salía con Alonso. Todo marchaba bien dentro de lo que cabía, Bryan había estado yendo muy de vez en cuando, pues Freddy había conocido a un chico y él tenía sesiones fotográficas a las que ir, siempre aceptando todo lo que llegara con tal de no pensar mucho en el rizado.

Pero aún así Alonso y yo los mirábamos de vez en cuando, Freddy no era muy feliz, y Bryan parecía notarlo.

—Creo que debemos hacer algo, Jos. —soltó Alonso después de mirar a Freddy, el cual esperaba pacientemente la llamada del chico—. No está feliz y Bryan cree que no se lo merece.

—Será complicado Alonso, Freddy está tan ciego que no ve que Bryan está que se muere por él. No creo que nos haga caso, mucho menos que...

Alonso puso su fría mano en mi boca callándome.

—Nada es imposible. Y Bryan es buen chico, más que ese tal Gustavo. Míralo, esperando una llamada que no llegará.

Hice una mueca, tenía razón.

Después de unos minutos de silencio salimos al patio del hospital, donde solíamos ir cuando queríamos un poco de privacidad. Alonso suspiró.

—Creo que el primer hombre de la lista ya recibió su transplante... —lo miré, no supe que sentía—. Creo que todo esto está tardando, Jos. No creo poder resistir tanto.

Sus palabras me cayeron como puñaladas, todas y cada una hirieron mi ser—. Lo resistirás Alon, tú vivirás mucho, tú serás pianista, tú...

Alonso rompió en llanto.

—Perdóname Jos. En serio perdóname.

Su voz heló mi cuerpo. Temía de lo que fuese a pasar.

—Yo no tengo nada que perdonarte cariño, todo es mi culpa —me sinceré—. Pero lo que te digo no serán promesas vacías. Es lo último que haría, yo...

—Jos, no puedo atenerme a un corazón que quizá no llegue. Tú no puedes interrumpir tu carrera por mi, yo... yo he decidido programar mi eutanasia* para dentro de unos meses. Es lo mejor, yo no sufriré y nadie lo sentirá. Si es que no llega un corazón para ese entonces será lo mejor Jos.

Todo dentro de mí se derrumbó. Eutanasia. No podía estar pasando. Alonso tenía una vida muy prometedora por delante pero sus ganas de vivir se iban desvaneciendo cada vez más rápido. ¿Y es que acaso él no entendía que ya no tendría sentido seguir con la música sin él? ¿No comprendía que lo quería? ¡¿Acaso no le ha quedado claro que lo amo?!

Miré en otra dirección en busca de tranquilidad y palabra adecuadas. Después de todo, ¿qué podía hacer yo sí ya no tenía fe en que le conseguiría un corazón?

—¿Cuánto tiempo me queda contigo? —susurré, mi voz era trémula. Era casi un milagro gesticular palabra.

—Cinco meses, suena prudente, quiero que todos entiendan que el dolor acaba conmigo a cada día que pasa. Y que necesitan un peso menos de encim...

No sé exactamente porqué lo hice, pero lo necesitaba. Besé a Alonso en pleno patio. Ya no podía seguir escuchándolo, cada lamento suyo me dolía.

—No digas eso, Alon. Y-Yo estoy en plena búsqueda de tu corazón. Yo te quiero conmigo, no sé qué haría sin ti después de que ya has vuelto tan indispensable en mi vida, yo... yo no imagino un futuro que no sea a tu lado.

Las lágrimas no tardaron en aparecer. Alonso igual lloraba.

—No sé si pueda resistirlo Jos... —se lamentó—. No lo sé.

Alonso se acurrucó en mi pecho antes de llorar más. Era entendible. Yo lo rodeé con mis brazos. Quería sentirlo, que sepa que siempre estaré ahí. En las buenas y en las malas.

—Tu no te preocupes, Alon... yo no descansaré hasta conseguir el corazón —acaricié su pelirrojo y encantador cabello—, Lo prometo.

[...]

Justo después de despedirme de Alonso en su habitación pasé a ver a mi hermana, la cual estaba en su habitación hablando con una enfermera, ambas reían. Fernanda siempre había sido así, sociable y encantadora. No podía imaginar un mundo sin ella, todo se me estaba acumulando. Toqué un par de veces la puerta mirándolas con una sonrisa, la chica salió de la habitación antes de que yo pasara. Fernanda dejó su libro de lado.

—Ya sé lo que pasó con mis padres —su voz rompió el silencio del ambiente, como si tuviese el filo de un bisturí—. Sé que puedo caer en coma en cualquier momento. También sé que tendré muerte asistida en cuanto eso suceda.

Su voz era relajada, como si hablara del clima. Me aterraba.

—Yo les dije que no lo hicieran, sabes que lo hice.

Ella no cambió su gesto, solo gesticuló media sonrisa. Esto dolía.

—No te estoy reprochando nada, hermanito —esta vez en serio sonrió—. Solo quiero decir algo en caso de no despertar mañana. Ese es mi miedo. Desaparecer del mundo con muchas cosas en la boca.

—No tienes nada que decir, Yaya.

—Estoy muy orgullosa de ti Jos, estos últimos meses haz madurado mucho y eso me alegra tanto. Estás cumpliendo tu sueño musical y tienes a Alonso. En serio que jamás me he sentido con tanta dicha.

—Alonso tiene preparada su eutanasia* —mi voz se quebró de nuevo, ella me hizo un gesto para ir hacia ella. Lo hice—. No quiero perderlo, Fer. No quiero hacerlo. Mucha falta me harás tú como para que también me falte él.

—Tranquilo Jos —su voz siempre me calmaba—. Tú sabrás qué hacer. Pensarás en algo.

Sollocé de nuevo—. ¿Y qué si no?

—Tienes a Bryan, tienes muchos lados de los cuales apoyarte. Estoy yo. Nunca estarás solo. Y Alonso no te dejará.

—¿Y si se me acaba el tiempo?

—Habrás amado más que nunca antes en tu vida. Y no creo que suceda, este chico es para ti. Tienen que estar juntos.

—Maldigo el día en el que chocaste. No estarías así de no ser por ese día.

—No te lamentes por eso hermanito. Los accidentes pasan y yo estuve ahí.

Lloré un rato más, Fernanda me acarició el cabello.

—Creo que debes irte, Jos. No puedes estar tan tarde aquí. Yo estaré bien.

La miré de momento preguntándome qué tramaba y me levanté antes de abrazarla y darle un beso en la frente.

—Mañana vendré a verte temprano.

—Y yo aquí te esperaré.

Me di la vuelta para irme.

—Jos —la miré antes de musitar un "¿uh?"—. Te quiero.

Sonreí—. Yo también.

Me dirijo ala puerta.

—Jos —hago otra mueca divertido—. Lucha por Alonso.

Esa respuesta me impactó—. Lo haré.

Cerré la puerta tras de mí y caminé con la mirada perdida por los pasillos. Tenía mucho que reflexionar, mucho que decir y un corazón por el cual luchar.




*Eutanasia: Muerte asistida.

"Efímero" [JalonsoVillalnela]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora