Prólogo

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-El cuerpo bajo el suyo se contorsionaba de forma desesperada, el sudor bajaba por su frente hasta perderse en medio de los dos, las estocabas que le daba cada vez eran más fuertes, los gemidos y gruñidos de agonía se perdían entre las paredes blancas de su estudio, su musa trataba de sujetarse de cualquier lugar para impedirle continuar, mientras que aquellos ojos que antes le observaban con devoción ahora solo reflejaban pánico y la luz que antes los iluminaba se iba extinguiendo como cada latido de su corazón.

-La luna se alzaba en medio del cielo estrellado, esta noche era hermosa, como lo fue él, sus ojos se perdieron sobre su obra maestra tendida en un lienzo impoluto en el suelo, perla y carmesí, don colores tan opuestos pero a la vez tan completos se mezclaban sobre aquella piel dorada que hace algunas brillada llena de vida, bebió un poco más de Opus One y se propuso terminar el trabajo que había iniciado, encendiendo su estéreo, dejo que el Adagio para cuerdas de Barber le brindara más inspiración.

-Su sonrisa era perfecta, su cabello blanco se agitaba con el viento de aquella tarde verano, corría por la calles tratando de no llegar tarde a su destino, no podía faltar, tal vez sería su única oportunidad de codearse con los mejores artistas de su generación, no podía permitirse el dar una mala impresión ese día, continuo corriendo bajo el sol abrazador sin perder la sonrisa que lo diferenciaba de los demás, solo un poco más y llegaría al lugar. - "Choi Seug Hyun artista contemporáneo, abre su exposición al público por primera vez"- rezaba el artículo en el periódico sobre su escritorio, esto no le hacía feliz, pero su agente había insistido tanto, que termino por ceder y permitirle a los simples mortales observar su trabajo, sus ojos se perdieron sobre la hermosa escultura de yeso en la esquina de su estudio, él se encontraba allí mirándole y acompañándolo desde hace tres años, su precioso ángel, sonreiría para la eternidad, se levantó de la silla y caminando a paso firme se dispuso a ir a la galería, podía ser el artista, pero no llegaría aunque fuera su derecho.

-Lee Seung Hyun o SeungRi para sus amigos, sonreía mientras esperaba en la fila que las puertas se abrieran, él, como el estudiante de arte que era, aún consideraba irreal que el gran maestro Choi estuviera abriendo su exposición, llevaba años estudiando su trabajo y cada vez que una de sus piezas salía a subasta, asistía solo para poder ver de cerca algunas de sus obras. Misterioso o enigmático, dos sinónimos que a la vez distaban de si, eran las palabras con las que las personas aficionadas al arte solían utilizar para referirse al artista, casi nunca era visto en público, un fantasma para sus propios colegas, pero un genio en todos los estilos que aplicaba, la admiración que sentía por él rayaba con la obsesión, soñaba con algún día poder dirigirse como un igual al artista y compartir una tarde de tertulia donde intercambiarían conceptos y porque no, algún consejo, miro su reloj de nuevo, como lo llevaba haciendo sin parar desde la mañana, ojala lograra hacer correr el tiempo más rápido, cinco minutos, lo separaban de cumplir su sueño.

El Rolls-Royce Phantom estaciono en la parte trasera de la galería, su chofer, bajo y corrió para rodear el coche, ajusto sus guantes blancos, junto con su par de lentes oscuros, dejo escapar un suspiro y se dispuso a enfrentar a sus "fanáticos", la puerta lateral derecha se abrió, salió lentamente del vehículo, observando hacia los lados en busca de cualquier periodista, acomodo su gabardina mientras se erguía en su metro y ochenta centímetros, despidió con una mano a su chofer y camino a paso firme hasta la exposición. Dentro todo era un caos, sus ojos se perdían entre tantos rostros insípidos, su cabeza empezó a martillar poco a poco, no necesitaba de toda esta mierda, se dispuso a girarse para irse, cuando escucho el chillido de su agente tras de él, respiro profundo y haciendo acopio de toda la voluntad que poseía sonrío para sacársela de encima.

--¡Seung, viniste!—Una rubia que muchos considerarían despampanante grito—

--Amelia—respondió a media voz, tratando de sostener la sonrisa que adornaba a su cara—

--Pero mira nada más que apuesto te ves, en definitiva la prensa se volverá loca cuando te vea, ¡Dios! – Exclamo mientras agitaba sus manos y sonreía dejando ver todos sus dientes—

--Pensé que te había dicho que no quería a ningún periodista dentro de la galería, ¿O me equivoco—La sonrisa que tanto se esforzó en hacer se perdió en el momento que endureció su mandíbula—

--Vamos, Seung, para que este proyecto sea un éxito, necesitamos de esas sanguijuelas como les llamas. Tus obras necesitan publicidad, ¿O acaso como crees que se pagaran tus gastos ridículos?—Empezó a zapatear con sus Manolo Blanhik –

--No me importa, si es necesario subastare algunas cosas, lo que menos deseo es tener a gente fisgoneando en mi vida—retiro sus lentes para darle una mirada mordaz a la mujer—

--¡Por favorrr!, te lo ruego, solo serán unas cuantas preguntas y ya, tal vez un par de fotos, comprende que lo necesitamos, tus acreedores están empezando a desesperarse y lo que menos queremos es que intente embargar alguna de tus piezas de colección—clavó su mirada suplicante en él—

--El pánico se apodero de él, cualquier cosa menos su colección privada, eran los recuerdos de sus musas, no podría perderlas, dejo que su mirada vagara en la sala y con un tono mortal respondió que sí, justo cuando la rubia se disponía realizar unos de sus espectáculos, sujeto su hombro con fuerza y la hizo quedarse quieta, la chica se congelo en ese instante y bajo la cabeza al sentir ese par de ojos fríos mirarla fijamente—Solo cinco minutos Amelia, ni minuto más, ninguna pregunta sobre mi vida personal o de mis musas, ¿Está claro?— ella solo pudo asentir aún sin levantar su cabeza—

Un chirrido sonó en la entrada del local, un par de ballets salieron y extendieron una alfombra azul a la entrada, se acomodaron a cada lado y señalando a la primera persona de la fila, empezaron a permitir el ingreso, SeungRi preparo su invitación y conforme cada paso que daba sentía como sus ojos escocían, solo unos pasos más y estaría frente a él.

Continuara...


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