1- Volverte a ver.

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Maire.

Sujete mas fuerte la campera de cuero sobre mi pecho, en un vago intento de cerrarla y retener el calor en mi cuerpo. Hacía demasiado frío y yo no estaba lo suficientemente abrigada como para andar en las calles, unos jeans negros, una musculosa rosa pálido y la campera que ahora sostenía no eran suficiente. Sin embargo la necesidad de compañía me invadió.

Me subí sobre la moto que minutos antes saque del garaje y me monté sobre ella. Apreté el acelerador y me permití exceder la velocidad por unas cuadras. Eran las 12:00 de la noche y a pesar de que era, relativamente temprano, no había nadie afuera.

Todo era silencio en la gran ciudad de Nueva York.

Me dirigí hacia el centro y doble en una esquina desierta, me metí por una calle cerrada y al llegar al final, oculta entre la oscuridad de dos o tres focos de luz rotos, se veía un pequeño cartel que titilaba: "Wild Zone"

Estacioné la moto y me bajé de ella, asegurándome de haberla puesto en buen sitio, donde no llamara la atención de nadie que buscara un nuevo transporte un viernes por la noche.

Entre todos los autos estacionados había otra motocicleta, fruncí el ceño confundida, y volví a sujetar los bordes de mi chaqueta, el invierno comenzaba a sentirse con intensidad a pesar de recién estar empezando y para sincerarse, no había sido buena idea sufrir el viento helado que me provocaba la velocidad de mi vehículo de frente.

Empujé la puerta del bar entrando y llamando la atención por unos segundos.

Frecuentaba ese lugar muy a menudo y era muy buena amiga de las personas que trabajaban allí, sin embargo mi presencia ahí casi todas las noches, les había enseñado a varios clientes frecuentes acerca de mi personalidad. Puede que fuera para pasar el rato, pero muchos se lo interpretaban de manera equivocada y las cosas terminaban mal.

Me había vuelto muy independiente y les había tomado bastante odio a los hombres luego de mi mala experiencia con Rocky Lynch y su abrupto, y sin sentido, abandono que fue de lo más cruel.

Me acerque a la barra y me senté en lugar de siempre.

Muchos sujetos sirviendo bebidas se percataron de mí pero ninguno me atendió, todos sabían que cuando yo llegaba era porque esperaba que me atendiera una persona específica.

-¡Hola, preciosa! -Su voz se oyó detrás de mí, hice una ligera mueca de costado similar a una sonrisa.

-Jamas vas a entender que odio ese apodo ¿Verdad? -Respondí arqueando al ceja y volteandome para quedar frente a el.

En efecto allí estaba, el único muchacho en el que había confiado durante todo este tiempo, mi mejor amigo y mi compañero, el único que no me traiciono jamás.

-Puedes odiarlo pero te describe perfectamente. -Respondió mirándome fijo, luego de un extenso silencio frunció el ceño. -¿Y mi abrazo? -Pregunto sonando extremadamente infantil, pero bueno, así era Ross.

Me voltee apoyando ambos codos sobre la barra y observando exactamente que bebida pediría. Ross permaneció en su lugar.

-No voy a darte nada por haberme llamado de esa forma... -Contesté.

-Oh vamos. -Dijo abrazándome por la espalda. -Hace dos noches que no vienes, me preocupé. -Exclamo apoyando su mentón sobre mi hombro.

-Tienes mi teléfono pudiste haberme enviado un mensaje. 

Ross se separo, se sentó junto a mí y se encogió de hombros.

-Los teléfonos no son los mío, prefiero las charlas personalmente. ¡Abby! -Llamó a una chica que limpiaba vasos, llevaba una falda corta y un suéter negro: un delantal rojo cubría su ropa. -¿Podrías servirnos dos margaritas? -Ella lo fulminó con la mirada.

PAUSADA | Did you have your fun? (Rocky Lynch) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora