3- Guerra de nieve.

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Maire.

-¡A que no me trapas! -Gritó Ross atravesando el inmenso Central Park.

Nos levantamos un poco tarde, lloré demasiado anoche por lo que, cuando finalmente calme mi llanto, era entrada la mañana así que tal vez dormí de más para restablecerme.

Ross tenía la idea fija de que quería distraerme de lo sucedido ayer, por lo que, luego de comer ese almuerzo-desayuno o lo que haya sido esa comida (a las dos de la tarde) me llevó a dar una vuelta por el más hermoso y, en esta época del año, blanco parque de toda la ciudad.

Central Park era un lugar tan bonito, que era lugar turístico a pesar de no tener atracciones específicas, la sola naturaleza que había en el atraía a las personas que querían alejarse del cemento de los edificios y de la contaminación sonora que había en las calles.

Ross corría a una velocidad algo lenta, la nieve no te permitía caminar bien y el hielo solo provocaba resbalones, por lo que había que ser cuidadosos. Sin embargo el rubio me tenía bastante ventaja mientras yo a penas podía avanzar entre la nieve. Cada paso que daba era repetir la acción de destrabar mi bota que quedaba atorada en el enorme manto blanco.

Unos niños, no muy lejos de nuestra ubicación, atacaban a cualquiera que pasara por la zona que había entre el roble y unos arbustos de vallas.

Decidí quedarme sentada en una banca esperando que Ross pasara por ahí, sabía que venía muy distraído como para notar lo que los pequeños hacían y no podía evitar esperar con ansias el momento justo en el que mi amigo quedara tapado de nieve.

Cinco... Cuatro... Tres... Dos... Uno... ¡BOOM!

Impacto.

Me lleve una mano a la boca intentando retener mis risas. Ross marchaba hasta mi ubicación bañado en una "delicada" capa de nieve. Parecía una pastillita de menta. Redonda y blanca.

-¿Que hay Jack Frost? -Pregunté cuando se sentó junto a mi.

-No me atrapaste. -Respondió.

-Yo no pero ellos si... -Pronuncie refiriéndome a los niños.

-Ja Ja. -Respondió sarcástico.

Entonces no pude aguantarlo mas, solté una carcajada desde lo mas profundo de mi garganta. Había que admitir que la situación era muy graciosa, sin contar que hacía mucho tiempo que no me reía de manera tan sincera.

Ross se unió a mis risas.

Muchos decían que yo tenia una risa contagiosa así que suponía que si el se estaba riendo era por eso.

-Sabes que me vengare... ¿Verdad? -Preguntó Ross sacudiéndose la nieve de sus abrigo.

-No deberías... yo no te tiré la nieve, no fue mi culpa.

-Pero no hiciste nada para evitarlo, no lo se un "¡Ross cuidado!" hubiera bastado... ¿Sabes? -Sugirió, yo me encogí de hombros.

-No es mi estilo, Shor. -Respondí de manera juguetona.

-Pues bueno, mejor que tu estilo incluya correr porque... -No concluyó su oración que una bola de nieve, tamaño normal, impacto sobre mi cabeza desacomodando ligeramente mi gorrito de lana y esparciendo los copos de nieve por todo mi pelo.

-¡Mírate nada más! -Exclamó Ross con una gran sonrisa. -Tienes tantos puntitos blancos en tu cabellera rubia que juro, parecen brillantina. Deberías agradecerme, soy un gran estilista. Hago magia con tu pelo. -Comentó.

Yo sonreí.

-¡Ahora yo voy a hacer magia con el tuyo! -Grité tomando un poco de nieve entre mis manos y moldeándola lo mejor que mis guantes me permitían, la tiré al primer lugar que tuve oportunidad y, gracias a mi asombrosa puntería, le di justo en medio de su estomago.

PAUSADA | Did you have your fun? (Rocky Lynch) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora