La verdad era, que disfrutaba ayudarle a Margaret.
Ya sea en el más minimo detalle.
Ayudarle con los queaceres de la casa era entretenido, ¿Quién lo diria?
Y así pasaba el tiempo, bueno la mayoria.
Por un largo tiempo pensé que no me importaria no saber quien era en el pasado, incluso Margaret y Lilit, su hija, me nombraron Aris, permanentemente.
Ya no me importaba saber quien era, pero.. el destino tiene otros planes para mi.
Un día oportuno, la mujer de cabellos marrones me pidio que le ayudara en el hospital, mientras su hija estaba en la escuela, porque habian varios inconvenientes.
Por supuesto que le dije que si, pero no me esperaba esto.
*
*
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Llegamos, y lo unico que se lograba ver, eran personas preocupadas moviendose de un lado a otro.
Junto a ella cruzamos variedades de pasillos, llenos de personas preocupadas, y llenas de heridas, era de esperarse.
Mi caminata rapida fue frenada repentinamente por uno de los brazos de Margaret.
- Espera aqui, ya vuelvo. - Fue lo que dijo, sin voltearse a verme, y seguido adentrarse a la habitación que tenia un numero escrito muy pequeño sobre la puerta, que decia 43.
Obedeci, me recargue en la pared junto a la puerta y me deslize hasta el suelo suspirando.
Aveces quisiera saber en que estoy pensando exactamente.
Los murmuros me obligaban a dejar mi reprimida mental, y por ende voltear mi rostro hacia donde venian los que parecian hacercarse.
Parecieron sorprenderse por un momento, dejandome observar que se trataban de dos chicos y dos chicas, y al segundo reaccionar, dejandome un extraño reboloteo en mi cuerpo.
- ¿Qué haces aqui? - Preguntó uno de los chicos que tenia al cabello aparentemente rojo, y con mechones, teñidos obviamente, negros.
Me senti confundida, al notar como las chicas mostraban muecas poco discretas de sorpresa, a la par en que lentamente retrocedian.
No creí que me hablaran a mi.
Pero el otro chico, que no se en que momento se hacerco, me cojío fuertemente del cuello de la camiseta que en ese momento llevaba puesta.
- ¿¡Qué demonios haces aquí!? - Me gritó, exigiendo una respuesta.
No se porque, pero no sentia ni una pisca de miedo en ese momento.
- Monstruo. - Dijo una de las chicas, tratando de que no le escuchara, creo.
- ¿¡Porque demonios sigues viva!?
No les entendía nada de nada.
¿Se suponía que tenía que estar muerta?
- Veo que no te afecta en nada. - dijo el chico pelirrojo.
Sonrio con asco hacia mi, probocando que el chico que me sujetaba me soltara, dejandome en el suelo, ya que me habia alzado unos sentimetros de el.
Y cuando los perdi de vista, magicamente salio Margaret, la cual solo dijo que la siguiera, por mas pasillos que parecian infinitos.
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Un ultimo deseo.
Non-FictionSiempre pensaba antes de actuar, pero esta vez, me fallo el calculo.