Escape.

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Respire profundo y deje de llorar. Había estado llorando desde que el mensaje de Charlotte me había llegado, no quería salir de fiesta, no quería escaparme de casa, no quería hacerle daño a mi madre, pero sin embargo mi adicción y el poco control sobre mí misma siempre me ganaba.
Y ahí estaba yo, parada frente a la ventana vestida de negro con unas simples zapatillas grises y mi cabello suelto, iría a la fiesta. Me escaparía de casa, y lo mas problable es que le haría daño a mi madre, una vez más.
Pensaba en muchas cosas, tantas que al momento de bajar por la enredadera, escapandome por la ventana se esfumaron. En el momento en qué mis pies tocaron el césped, mire a Charlotte y sonreí.
-maldición Noah, llevo esperándote una eternidad.- Se quejó y yo reí.
-Ay, vamos ¡sólo fueron cinco minutos!
-¡Fueron cinco años!- Levantó sus brazos a sus costados quejándose, puse los ojos en blanco y comencé a caminar.
-Y...¿Por qué llorabas esta vez?- Charlie era la única persona que me me había visto llorar.
-Estupideces...- Respondí en un suspiro mientras doblabamos una esquina, Charlie solo me miró apenada y sino fuera porque es como mi hermana la hubiera golpeado por mirarme de esa forma.
-Sabes que siempre estaré para ti Noah...- Susurró mientras sacaba un cigarrillo y lo encendía.
-Lose, pero sabes qué?- Ella me miró expectante, mientras largaba el humo por la nariz, hacía frio y faltaban 5 cuadras para llegar a la fraternidad. Éramos dos chicas de 16 años caminando en la madrugada por la calle con un par de cigarrillos en la mano y no nos interesaba en lo absoluto.
-¿Me das uno?- Me referí a un cigarro, charlotte busco en su bolsillo me lo pasó y yo lo encendí, le di una calada. Maldita sea ya no me conformo con sólo fumar tabaco.
-A veces desearía que alguien me encuentre- Susurré.
-¿A qué te refieres?- Preguntó ella.
¿A quién quieres engañar? Los deseos son una mierda, para qué te serviría tu maldito deseó, tu padre tenía deseos y acabó muriendo de todos modos. Mi consciencia me jugo una mala pasada y me odié por ser tan idiota.
-¿Noah?- Charlie frenó su andar.
-A nada, olvida lo que dije.- Le di unas caladas a mi cigarro y luego lo tiré lejos
-Ya estamos llegando, apresuremos el paso- Le dije.
Al entrar a la casa, la música fuerte, el olor a marihuana y el aroma al alcohol nos rodeó, habían personas drogadas y borrachas en todos lados, algunos cantaban otros gritaban y otros simplemente se devoraban la cara. Cualquiera diría que este no es lugar para que estén dos chicas de dieciséis, pero a estas alturas lo que diga cualquiera me valía una mierda.

Eran las cuatro de la mañana, estaba drogada y tenía más alcohol que sangre en mis venas. No encontraba a charlotte, mi mundo daba vueltas y me sentía terriblemente mal, al parecer mi maldito cuerpo no estaba acostumbrando a todas las porquerías que había ingerido. Decidí ir al baño, necesitaba mojar mi rostro. Tras tropezones y caídas logré subir las escaleras, el pasillo estaba a oscuras y habían unos cuantos a punto de comerse la cara, ¿Por qué no se consiguen una habitación malditos cerdos? Dan asco.
Al abrir la puerta del baño la luz blanca este me cego y me marie, un terrible dolor de cabeza invadió mi cuerpo cuando el grito de una chica perforó mis oídos, y segundos después se oyó el grito de un chico.
-¿¡No sabes lo que es tocar!?- Gritó, y me volví a marear, ay no por favor no grites idiota.
-L..lo la lamento- Por dios no podía hablar, malditas porquerías.
-¡Sal de aquí! Cierra la maldita puerta- Y fué ahí en ese momento en el que mis piernas no respondieron, mi mente se nublo, y caí al suelo golpeandome fuertemente la cabeza, segundos después, sentí los brazos de aquél chico levantando mi cuerpo del suelo y tomándome el rostro para qué reaccionara. Nose cuanto tiempo estuve sin reaccionar, o cuanto tiempo él me sostuvo en sus brazos mientras estaba tirada en el suelo, solo sé y recuerdo que tenía unos ojos... Azules, muy azules.

 Azules, muy azules

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| A Loѕ Dιecιѕéιѕ | L.R.H❦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora