Capítulo 9: Nunca debí

592 73 31
                                    

Antes de regresar de la peregrinación, Oriza y Alix se reunieron con Bernard de Saissac

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Antes de regresar de la peregrinación, Oriza y Alix se reunieron con Bernard de Saissac. En realidad, eso había sido solo una excusa para poder encontrarse en el camino con él, pues iba a darles instrucciones e información valiosa.

Era la primera vez desde que la dejó en París que lo veía, él casi no la reconoció. Estaba muy cambiada, muy bella, toda una dama. Dijo que ya era hora de buscarle un prometido, pero que ese prometido sería de Languedoc. Bernard le dijo que estaban muy contentos con su labor en la orden, pero que ya no podía permanecer en París. Su hijo iba a regresar, y cuando lo hiciera, sería conveniente que ella lo haga días después, directo a Queribus, donde su tío le informaría sobre su compromiso.

Eso era lo que siempre había temido, la separación. No dijo nada en ese momento, no puso el grito al cielo. No quería explicarle a Bernard ni a Oriza que una noche, en medio de besos y caricias, Amaury de Montfort le había propuesto matrimonio y que era con él con quien iba a quedarse. Pasara lo que pasara.

Cuando volvieron a París, ni bien se instalaron, les llegó la novedad de una invitación a la fiesta que harían en casa de los Montfort en honor al señor de Saissac, y de paso una despedida para Guillaume, que ya regresaba a sus tierras. No sabía qué cara poner, claro que no iba a hacer nada de lo que su Gran Maestre le pedía, no pensaba regresar a Queribus y casarse con un desconocido. No iba a arruinar su felicidad por una orden de la que apenas sabía su nombre, y que protegían algo valioso que se llamaba Grial.

La noche de la fiesta, ella llegó con Oriza y los demás Montmorency. Era la primera vez que veía a Amaury en más de cuatro meses de ausencia, y se sentía muy emocionada. Apenas intercambió una mirada con él, esa vez no pudieron acercarse como siempre.

Guillaume andaba muy feliz con su padre, parecía que al fin, después de tanto tiempo de no verse, estuvieran congeniando. Le alegraba eso, saber que él era feliz. Quería a Guillaume a su manera, como un hermano mayor. Se preguntaba qué cara iba a poner cuando se enterara de que todo ese tiempo ella estuvo en París solo para cuidarlo, y que además lo hizo muy bien. Tan alegre estuvo, que no se dio cuenta de que de alguna forma Amaury la evitaba.

En un momento de la fiesta vio aparecer a la tarada de Alina. Tenía que reconocer que estaba más hermosa que nunca. Bueno, ella siempre lo fue. Pero lo que tenía de hermosa lo tenía de ordinaria, sí que sí. No entendió muy bien la situación, cuando vio a un cabizbajo Amaury ponerse de pie y caminar hacia Alina, tomarla de la mano para acercarse a Simón de Montfort y el patriarca de la familia Montmorency.

—En esta noche tan especial para todos —empezó a decir Simón—, me complace anunciar el compromiso de la dama Alina de Montmorency con mi hijo, Amaury de Montfort. Este matrimonio unirá nuestras casas, haciendo de nosotros una gran familia. Dios así lo quiere.

Hubo aplausos, murmullos, hasta risas. Amaury forzó la sonrisa, pero Alix notó que lo único que él quería era desaparecer.

Con esa llegada apresurada no le dio tiempo de ponerse al día con los chismes de la corte. Aún confundida por lo que acababa de pasar, escuchó a la descarada de Arlett contarle a Oriza como es que Amaury se metió una noche a la habitación de Alina y su padre los descubrió. Que era obvio que el Montfort estaba loco por su sobrina, y ella aún más, así que el matrimonio era la mejor solución para todos.

SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora