Capitulo 5 - algo inesperado

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ALGO INESPERADO

CAPÍTULO 5

En lo esperado está lo inesperado.

Esperas lo que tu mente ha imaginado, esperas que los acontecimientos pasen como tú piensas y quieres que sean, pero sabes muy en el fondo que no todo va a salir así, que siempre habrá eso inesperado que pensaste jamás sucedería sea para bien o para mal.

Heysli se sorprendió al abrir la puerta de su casa, verlo allí a esas horas de la noche; pasó la semana con él en su mente, cerraba los ojos y lo veía, pensó que no lo volvería a ver nunca más pero jamás que vendría y se aparecería en su casa. Escuchó un “hola” salir de su boca, lo miró y entonces recordó por qué bajo de su camioneta aquel día, por instinto iba a cerrar la puerta pero él fue más rápido y entró a su casa, suspiró derrotada y cerró la puerta, el doctor ya estaba dentro, no podía hacer nada, se giró y él la escrutaba con la mirada, el silencio permaneció por unos segundos hasta que habló.

-¿Qué haces aquí?- Se cruzó de brazos esperando su respuesta.

Albert enmudeció ¿ahora qué le diría? Ni él mismo sabía qué hacía en ese instante en su casa, sólo la quería ver de nuevo, el impulso había ganado ¿Por qué todo tenía que ser tan complicado? La miraba frustrado, quería lanzársele encima, besarla, tocarla. “¿Pero qué idioteces pienso?” Se dijo.

-Pues... ¿no puedo venir a saludar? Habló sin tapujo, arrepintiéndose después. Heysli frunció el ceño, “¿venir a saludar?” pero si ni siquiera eran amigos; se quedaron mudos unos minutos mirándose el uno al otro, no sabían que decir y es que ninguno de los dos entendía que pasaba en ese instante. Hasta que al fondo se escuchó el llanto de un bebé. La joven dijo muy bajo "ponte cómodo ya vuelvo", miró a su alrededor ni se inmutó en observar la casa por dentro, se sentó en el sofá que vio en la esquina del pequeño hogar, pasó las manos por su cabello, ¿disgustado? ¿Decepcionado? Llevó sus codos a sus rodillas y se tomó la cara con sus manos ¿debería irse? Jamás pensó eso “¿Tenía un bebe?” Seguro vivía con el papa de su hijo y él haciéndose ideas en la cabeza con ella, quiso golpear algo hasta que sus nudillos dolieran.

-¿Te pasa algo?- Escuchó una voz no reconocida, alzó la mirada y vio a la chica cabello rojizo que unos instantes atrás había visto entrar, él sólo negó, no tenía palabras en ese preciso momento. -¿Te ofrezco algo de tomar? Bueno básicamente es agua, no hay jugo ya sabes ahí que ahorrar y como...

-Marisol, a él no le interesa- fulminó con la mirada a su prima-hermana, ella respondió volcando los ojos, Albert miraba fijamente al pequeño que su pesadilla traía en brazos.

-Está bien, eres Albert ¿cierto? el de... la tarjeta-. Quitó los ojos del pequeño y miró a la rojiza. -Ella ha dicho que tienes un trasero agarrable- Heysli abrió mucho los ojos y miró a el doctor, quien ahora sonreía y alzaba una de sus cejas, su amiga soltó una carcajada para después tomar al pequeño en brazos de la joven y llevárselo. Albert la miraba extraño, se levantó de donde estaba y fue hacia ella por instinto ésta dio un paso atrás, pero el, la alcanzó acorralándola contra la pared.

-Agarrable ¿eh?- Dijo con una media sonrisa, el corazón de Heysli latió fuertemente, lo tenía muy cerca, invadiendo su espacio personal.

-Es mentira no he dicho tal cosa...

-¿Es tuyo?

-¿Qué?- no entendió su pregunta.

-Él pequeño- Heysli sonrió para después soltar una carcajada, Albert frunció el ceño y se separó de ella.

-Que locuras dices, ni siquiera he estado en la cama de un hombre o me he acostado con alguien- Albert la miro con una ceja enarcada y ahí fue donde ella se dio cuenta de lo que había dicho, sintió vergüenza había hablado más de la cuenta, carraspeó. -Es de mi prima Marisol- añadió sin mirarlo, Albert se sintió aliviado, la idea de que alguien más ya la hubiese tocado no fue agradable. -¿Ahora si me dirás a qué has venido?- preguntó colocando sus manos en forma de jarra y fulminándolo con la mirada.

-¿Puedes ir a la clínica el lunes? Tengo algo que proponerte- una idea se le cruzó por la mente al doctor.

-¿Tú a mí?- preguntó confundida, ¿qué tendría que proponerle él a ella? Eran unos completos extraños.

-Te espero ¿sí?... ya debo irme, es tarde- como algo inesperado, se acercó a ella y besó su frente, fue un impulso por parte de él, pero no se arrepintió. En ella se sintió bien aquello, sentir sus labios dándole una fuerte corriente por todo su cuerpo, no supo cuánto tiempo estuvo ahí, sólo sintió la puerta cerrarse.

Al reaccionar fue hacia la cocina, tenía mucha hambre, su prima había cocinado; aun sentía los labios de Albert sobre su frente, inocentemente se llevó una mano hacia esa parte con las comisuras de sus labios alzadas, hasta que cayó en cuenta y la quitó rápidamente sacudiendo la cabeza. Definitivamente estaba mal, pensó. Fue hacia su habitación, luego de tomar una ducha y colocarse su pijama se acostó en su cama, cerraba los ojos y de nuevo pensaba en él, hasta que quedó dormida.

No sé en dónde estoy, mami y papi me han dejado en este lugar, dijeron volvían por mí, que irían a comprar algo, pero ya se ha hecho de noche; aun no vuelven y tengo mucho miedo, la calle está sola, las lámparas son las que iluminan la calle. Estoy sentada en la banca de una parada de bus, tengo mucho frio, así que lloro. No quiero estar sola, una señora se me acerca y pregunta si "estoy bien" y sólo le digo que “estoy esperando a mis papitos", ella me da una mirada de lástima, coge mi manito y me da un billete para luego marcharse, de nuevo lloro. Algo dentro de mí dice que no volverán y me hundo más en el asiento abrazando mis piernas, hasta que todo se vuelve oscuro.

Siento como me mueven y me toman en brazos, abro rápidamente mis ojos y veo que me lleva un policía, me asusto mucho y empiezo a patalear, a llorar y a pegarle al sujeto, le digo que no me lleve, que mis padres vendrán por mí, pero no me hace caso, me mete en la patrulla y me lleva no sé a dónde, mi corazón bombea muy rápido no he parado de llorar, el otro policía me dice que me tranquilice pero yo me aparto de él. Luego de unos minutos, veo una gran construcción, me bajan de ahí y entran conmigo, nos recibe una señora gruesa de grandes ojos y cabello rubio.

-Nos han llamado, que había una niña a la intemperie en una parada de bus-. - Seguro fue esa señora- pensé.

-Fue un hombre el que llamó. 

-¿No dijo su nombre?- Habló por primera vez la señora, el policía negó, y ésta fijó su mirada en mí. -¿Cómo te llamas pequeña?- No respondí, me dio una mala mirada y me escondí detrás del policía, pero no por mucho tiempo. -Llévenla a una habitación, mañana hago los trámites-. Y fue ahí donde aparecieron dos muchachas más y me cargaron, lloré, grité a aquél sujeto que no me dejara ahí, pero sólo me dio una mirada de lástima.

Se despertó sudada y jadeante, abrazó su almohada fuertemente, ellos la abandonaron de la manera más dolorosa, la engañaron con tan sólo seis años

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